Una nueva organización con un nuevo entusiasmo. Se había creado Izquierda Unida con la suma de muchas voluntades, con gran proyección, también con la necesidad de la supervivencia de una idea. Con la vocación de conectarse a la ciudadanía, de leer los nuevos tiempos, con debates abiertos, con contenidos más concretos… A esa tarea fundamental se iba a entregar Julio Anguita en cuerpo y alma. Aún había que consolidar IU, y orientarla e impulsarla con la participación de mucha gente.
Tres eran las razones que justificaron el nacimiento de Izquierda Unida y que se incluyeron en el acta notarial que legalizaba el acuerdo.
En primer lugar, la constatación de la derechización de la política internacional del PSOE y su corrimiento hacia el centro en política económica.
Segundo, la necesidad de una alternativa fuertemente enraizada en la sociedad que el proceso conducente a la convocatoria del referéndum sobre la OTAN había evidenciado.
Y por último la voluntad de construir una alternativa de carácter sociopolítico respaldada por un programa contra el paro y la precariedad, conjuntamente con una fuerte carga ética referida a la política y su ejercicio.
Frente a este nuevo edificio, más amplio y abierto, para la izquierda en el Estado español, en Europa todo estaba a punto de cambiar, aunque nadie pudiera preverlo entonces. De cambiar y derrumbarse. Caería el Muro de Berlín un año después del nombramiento de Anguita como Secretario General, en noviembre de 1989, pero no solo, ya que dos años después, en 1991, también se derrumbaría el gran coloso de la URSS, que marcaría el fin de una época.
Mientras tanto, con un nuevo secretario general en el PCE, había que cumplir con las tareas domésticas y la organización interna. Durante aquel primer año de Julio Anguita como secretario general del PCE, Gerardo Iglesias siguió siendo portavoz y presidente de Izquierda Unida.
«La organización asturiana le propuso a Iglesias ser candidato al Principado de Asturias, cosa que después no llegó a cuajar. Y Gerardo se va. Y yo soy elegido, primero candidato a las elecciones generales, y después coordinador general de Izquierda Unida. Como le escuché decir en cierta ocasión a José Saramago, no somos nosotros los que tomamos las decisiones, sino que son las decisiones las que nos toman a nosotros».
En la reunión del Consejo General de IU en junio del año 1988 se aprobó que Izquierda Unida se constituía en movimiento político y social con el objetivo de trabajar por una «sociedad de pleno empleo en una democracia plena, en la que no exista ningún sector marginado» y con «una política exterior de paz, desarme nuclear, químico y convencional y de colaboración con todos los pueblos del mundo». Se estableció, además, que la elaboración colectiva de programas y propuestas junto con las áreas que conformaban sería una de las características esenciales del proyecto. Así, la elaboración permanente de un programa de gobierno para afrontar los problemas de la sociedad era el eje sobre el que giraba la organización y el funcionamiento de IU.