DIRIGIR NO ES IMPONER

Cómo hacerlo. Cómo encarnar la Convocatoria de aquellos años. Julio Anguita lo tenía claro. Había que eliminar la demagogia electoral, el lenguaje panfletario, e inaugurar un nuevo modelo de trabajo serio y colectivo. Ese es el impulso a partir del cual surge la idea de construir una alternativa, un modelo de sociedad, de Estado, de gobierno, una forma de hacer política. Todo está en aquel hecho primigenio.

—Primero fue la idea de Gerardo Iglesias, su política de convergencia, luego el documento de Córdoba, el Documento Cero y el libro de las amapolas. Mi primera experiencia para presentar la nueva operación la hicimos en una agrupación comunista del Cerro del Águila, en Sevilla, donde yo expuse la nueva teoría en veinte minutos, tras lo cual pidieron la palabra los camaradas. «Está bien esto, porque hay que acabar con ese atajo de fascistas que son los del PSOE…». No habían entendido nada. Una pareja que allí estaba, que no era del partido, intervino para decir «lleva usted razón, de todo eso se trata, de generar una dinámica de participación ilusionada». Es decir, la idea había prendido fuera del partido.

»Recuerdo esa expresión donde se dice «de la casa fuera de Israel…», es decir, es en la propia casa donde no entenderán ni aceptarán la idea. Entonces Convocatoria por Andalucía —porque Izquierda Unida vino después— fue asumida mayoritariamente por la gente de la calle. Tanto Juan Pérez Ríos como Sebastián Martín Recio, y después Nines Maestro, captaron inmediatamente el potencial revolucionario que tenía la elaboración colectiva. Yo he visto discutir sobre políticas alternativas a gentes y a técnicos independientes. Eso es lo que se buscaba. Esa gente quería debatir, opinar, participar. Pero a esa gente, unos años después, se le dice en Madrid, provincia y capital, en mi época de secretario general: «No, las decisiones políticas las toma la dirección». Ya empezamos a derivar. Porque una dirección tiene que tomar decisiones políticas, pero sabiendo hacer la síntesis. Además, no se dieron cuenta de que estaban enfrente de algo nuevo, y que la dirección, en cierta medida, estaba allí de prestado de lo nuevo, y a su servicio. Creo en las direcciones, pero dirigir no es imponer. Dirigir es otra cosa mucho más difícil.