Hablamos rodeados de libros, de documentos, de un sinfín de referencias escritas que han ido dejando constancia de un proyecto, de una trayectoria política, de una idea. Pero lo más sorprendente es la capacidad de memoria de Anguita para las citas, los nombres, las fechas, los lugares. Todo esto lo contrastamos después con sus archivos, pero casi siempre es para constatar lo contado. Y hay más, también recuerda la atmósfera que se respiraba. El contexto político de la España de las últimas décadas.
La legalización del PCE el Sábado Santo del mes de abril de 1977 fue debatida y valorada a la semana siguiente en una reunión del Comité Central del partido, del que no formaba parte Anguita. Hace tiempo, no obstante, Anguita escuchó y apuntó distintos pasajes de las nueve horas de grabación de aquel Comité Central que duró dos días. Es ahí donde está la evidencia de que lo contado sobre la legalización del partido no era tal y como se contó. No de aquella manera.
Lo que se visualiza allí es una cosa distinta. Quiero recordar que aquel Comité Central fue presidido por distintos camaradas. Presidió Simón Sánchez Montero, luego Marcelino Camacho, José Carlos Mauricio, y es en la presidencia de este último cuando se dice en distintas intervenciones que «el PCE va a salvar España», que «tenemos que cambiar la pasión de la lucha por una actitud más condescendiente» que «el enemigo nos teme», «la bandera republicana no es bien vista, la bandera nacional debe ser la que hay», «Comisiones Obreras crece a miles por día»…
También se interviene en contra de otras alianzas con las demás izquierdas. Se dice que «las elecciones generales serán inminentes. Con la participación del partido son ya un paso en la ruptura democrática» (lo dice Eugenio Triana, que hoy está en el PSOE). Enrique Curiel valora que «la ley electoral no es plenamente democrática, pero es el mal menor». «Esta reunión del Comité Central es la victoria del pacto por la libertad». «La marcha de la democracia debe ser irreversible». Alusión al problema del Ejército, una velada alusión del camarada Miguel Núñez: «Hay que ser inteligentes y mantener determinadas actitudes, pues el Ejército ha aceptado la legalización del partido». Jordi Solé Tura: «¿Cuál es el enemigo principal? Alianza Popular». Duda de que el Ejército haya aceptado la legalización del PCE, a pesar de que el PCE es «un partido de orden democrático». «Hasta ahora nos hemos dirigido a las vanguardias, a partir de ahora hay que dirigirse a la población». Guerreiro, de Galicia, indica que «el informe de Santiago es realista y coyuntural, faltan cuadros y medios, hay que dirigirse a los campesinos, a los jornaleros. El enemigo es Alianza Popular».
Atención a esto tan reiterado, señalando a la derecha de Alianza Popular, a la derecha de Manuel Fraga, pues este es el mensaje del carrillismo. AP era una obsesión, como hoy es el PP, y aquí están los antecedentes, en 1977. A mí esa obsesión por circunscribir a la derecha únicamente a una siglas y no a unas líneas de actuación y programa, me mosquea.
Ramón Tamames coincide con Pérez Royo en el asunto de la ley electoral. «Es una ley para que gane la derecha». «Somos el partido de la pequeña y mediana empresa y de los intereses nacionales». Alfonso Carlos Comín (que fue el primer cristiano que se incorporó al Comité Ejecutivo del PCE): «Es imposible gobernar sin nosotros. Hemos demostrado un control en la calle con el entierro de los compañeros asesinados en Atocha». Cree que en las municipales se pueden ganar las elecciones, entrar en todos los niveles de las Fuerzas Armadas, arrastrar a cuadros intermedios. «Esta Iglesia de Tarancón no es la del año 36».
Y de pronto interviene Santiago, que había permanecido callado mucho tiempo, tras presentar el informe. Anuncia una propuesta que no se había visto en la Ejecutiva. Porque al Comité Central se va con una propuesta de la Ejecutiva, el Secretariado, en fin. «Esta reunión es la más compleja desde los tiempos de la guerra. El Ejército se ha manifestado en contra de la legalización del partido. La acepta por disciplina. Hay tentativas —atención a esto— de convocar las Cortes para rectificar la legalización».
¿Quién iba a convocar las Cortes? «La legalización del PCE es el punto de ruptura con el franquismo». Atención a esto, que ya es genial, es decir, hemos ganado, la ruptura que pedíamos se ha producido sencillamente cuando nos han legalizado. Es increíble con lo que se conforman, hemos conseguido lo que queríamos, como si toda lucha fuera para dejar de ser clandestinos, como si todo terminara con la legalización del partido.
«AP está a la cabeza de la involución. En unas horas se va a decidir si hay democracia o marcha atrás» (Carrillo está dando a conocer un ultimátum). «En estos momentos remamos en la misma galera las fuerzas democráticas, las reformistas y la corona» (cuando lee esto, Anguita hace especial énfasis al leer las dos últimas palabras). «Cuál es la cuestión: en estas horas puede surgir una provocación. Hay elementos que han mantenido la unidad del Ejército: la bandera, la monarquía, la unidad de España y la lucha contra la violencia de ETA».
Carrillo propone asumir en los actos y manifestaciones la bandera bicolor, además de la bandera nuestra de la hoz y el martillo. «Teníamos una bandera nacional, la de la República, nos costó trabajo asimilarla (al partido), nos ha costado trabajo asumir el “Himno de Riego”, solo al final de la guerra empezó a sentirse como algo propio. La bandera que debemos usar es la del Estado que nos legaliza. Si lo hacemos vendrán críticas por la izquierda, pero vale la pena atraernos a una parte del Ejército».
«Otra cosa son las águilas y demás escudos, pues la bandera nacional es anterior a esos símbolos. La monarquía hay que acatarla. Somos republicanos no obstante, pero el problema no es monarquía o república, el dilema de hoy es democracia o dictadura. Si la monarquía nos legaliza, nosotros podemos aceptarla. Debemos hacerlo en la rueda de prensa de esta tarde. Sin dejar duda alguna sobre la plurinacionalidad de España, hay que hablar de la unidad de España. Y debemos enfrentarnos totalmente a la violencia de ETA. Hay que hacerlo para impedir que el Ejército se vuelque en contra nuestra».
«En este país —siguen siendo las palabras de Carrillo del año 77— hace falta la ruptura democrática con formas que no eran las previstas por nosotros», es decir que ha habido ruptura democrática, según él. «El PCE es el eje de la transformación democrática de España. A lo mejor hay que salir a la calle con Suárez».
La cuestión es si estaba sobredimensionando las cosas, exagerándolas, para que se acatara el pacto que él ya había apalabrado con Suárez.
Un compañero pregunta cómo se va a presentar la rueda de prensa. Carrillo dice que en la mesa se debe colocar la bandera bicolor y hablar de la unidad de España. Se dice que si la monarquía abre la democracia, ya no será la monarquía de Franco.
Tamames se mostró entonces «de acuerdo con lo de la monarquía; si conduce a la democracia debe ser aceptada». «Si la monarquía lleva a cabo la Transición, podríamos aceptarla», dice otro miembro del Comité Central. Hasta que por fin se produce la votación, que no arroja ningún voto en contra, con once abstenciones. Se levanta la sesión y a comer.
—De todo esto, ¿qué lecciones sacas?
—El discurso de Carrillo me recuerda en parte al discurso de Marco Antonio en la obra Julio César. Carrillo es un prodigio de manipulación. Lo que no sabía la inmensa mayoría de los miembros del Comité Central —como se vio después— es que todo lo que allí se decidía aparentemente ya había sido cocinado entre Suárez y él mismo. Es el propio Suárez quien dice en sus memorias que le indicó a Carrillo que legalizaría el PCE si el PCE aceptaba la monarquía y la bandera bicolor. «Y Carrillo me dijo: “No, al revés”». A lo que Suárez indica que aceptó esos términos. «Me la jugué, y Carrillo cumplió su palabra».