JUANA: ¿Por qué sufres tanto? ¿Qué es lo que quieres?
IGNACIO: (Con tremenda energía contenida) ¡Ver!
JUANA: (Se separa de él y queda sobrecogida) ¿Qué?
IGNACIO: ¡Sí! ¡Ver!… ¡Quiero ver! No puedo conformarme.
ANTONIO BUERO VALLEJO, En la ardiente oscuridad
Dos autores van en su búsqueda. Una historia crítica. Luminosa. Contra la ceguera de todos, también la suya propia. Caminan de noche por la Córdoba en la que las piedras hablan. Recorren memoria, historia del país. Saltan de Andalucía a Galicia. De Galicia a Córdoba. Después Barcelona, Sevilla. Madrid. Arribarán a la Europa de Maastricht. No se detendrán. Marcharán por Latinoamérica y USA. Llegarán a Bilbao y Donostia. A Sabadell. Pasearán por pueblos y ciudades. Cuarenta años no es suficiente. Así que se adentrarán en el siglo XIX. Habrá un momento en el que se filtre el futuro. Los verbos navegan camino de Ítaca. Volverán a Córdoba.
La historia se mueve. El pasado no desdibuja el presente, al contrario, lo afirma. Se comprende mejor el ahora teniendo en cuenta la perspectiva del siglo anterior, tan pegado al presente como una segunda piel.
Pesan, las palabras pesan. Negar es introducir luz, claridad. No son fuegos de artificio. Prenden en los ojos, en los labios. Hay palabras que te tragan. Otras te narcotizan. Buscamos las propias. Las que acompañan, animan, enseñan, provocan, empujan, alientan.
Rememoran libros para alumbrarse. Los abren como puertas, generosamente. Excavan. Son yacimientos de arqueología humana. En uno de esos tomos, abierto de par en par, el poeta Vicente Aleixandre ya dejó escrito que hace falta un cuerpo social para cambiar el rumbo de la humanidad. Se sientan y leen.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Puede ser, a estas alturas del siglo XXI, que nos necesitemos como nunca para que el corazón de la tierra siga latiendo. Ocurre cuando un ser humano lleva luchando toda su vida, agitando conciencias, sacando de sus contemporáneos lo que no sabían que sabían.
«¡Quiero ver!». Llegará un momento en el que las preguntas nos lleven al reposo de una larga conversación de cuarenta horas. Diálogo a tumba abierta.
Quieren certificar sus palabras. Buscan documentos, remueven archivos. Es un largo río.
Toman asiento. Por fin toman un asiento itinerante y escriben. Un libro es una ventana de palabras. Queda proclamada la nación Utopía. Fuere como fuere, nunca rendirse. Dice.