Bienvenidos al nuevo milenio

Dos años y medio después de esa balacera en el colegio, las torres gemelas de Nueva York se derrumbaron como castillos de arena seca.

Este ataque terrorista mató a tres mil trabajadores.

El presidente George W. Bush recibió, así, permiso para matar. Proclamó la guerra infinita, guerra mundial contra el terrorismo, y al ratito invadió Afganistán.

Este otro ataque terrorista mató a tres mil campesinos. Fogonazos, explosiones, alaridos, maldiciones: estallaban las pantallas de la televisión. Cada día repetían la tragedia de las torres, que se confundía con los estallidos de las bombas que caían sobre Afganistán.

En un pueblo perdido, lejos del manicomio universal, Naúl Ojeda estaba sentado en el suelo, junto a su nieto de tres años. El niño dijo:

—El mundo no sabe dónde está su casa.

Estaban mirando unos mapas.

Podían haber estado mirando un noticiero.