Comparando los datos de la organización Veterinarios sin Fronteras y de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, se llega a la conclusión de que la gallina y el avión de guerra no se parecen mucho:
la gallina tiene forma de gallina y se llama Gallina, y el avión de guerra B-2A tiene forma de murciélago y se llama Espíritu;
la gallina cuesta no más que cinco o seis dólares y el avión cuesta dos mil doscientos millones;
la gallina puede llegar a recorrer un kilómetro, cuando está en su mejor forma, y el avión duplica la velocidad del sonido y viaja doce mil ochocientos kilómetros sin recargar combustible;
la gallina no vuela ni a un palmo del suelo y el avión se eleva a más de quince mil metros;
la gallina pone un huevo por día y el avión pone dieciocho toneladas de bombas, guiadas por satélite.