Casi la traga el río.
Eufrosina Martínez estaba lavando ropa, cuando la atrapó la correntada y la arrastró. Ella salvó la vida, después de mucho manotear entre las rocas; pero perdió el alma. El susto se la llevó: el alma, muerta de miedo, se fue en el agua.
Desde entonces, el cuerpo desalmado de Eufrosina ya no pudo moverse, dejó de comer, no consiguió dormir, y ya no supo distinguir la noche del día.
La sanó un curandero de la sierra de Puebla. Cuando el alma volvió del miedo, y se encontró con su cuerpo, Eufrosina se levantó y volvió a caminar sobre este mundo que a veces te voltea como un río furioso bajo los pies.