El Más Allá

Al fin del verano del 96, José Luis Chilavert hizo un gol histórico en Buenos Aires. El arquero paraguayo, que atajaba goles y también los hacía, tiró desde muy lejos, casi desde el centro de la cancha: la pelota voló al cielo, atravesó las nubes y de pronto cayó verticalmente sobre el arco contrario y entró.

Los periodistas quisieron conocer el secreto de su disparo: ¿Cómo hizo la pelota ese viaje increíble? ¿Por qué cayó en línea recta desde la altura?

Porque chocó con un ángel —explicó Chilavert.

Pero a nadie se le ocurrió ver si la pelota estaba manchada de sangre. Nadie se fijó. Y así nos perdimos la oportunidad de saber si los ángeles se nos parecen, aunque sea en eso.