Corría el año 1916, año de elecciones en la Argentina. En el pueblo de Campana, se votaba en la trastienda del almacén de ramos generales.
José Gelman, de profesión carpintero, fue el primero en llegar. Iba a votar por primera vez en la vida, y el deber cívico le hinchaba el pecho. Aquella mañana, iba a ingresar en la democracia este inmigrante venido del otro lado del mundo, que no había conocido nada más que el despotismo militar de la lejana Ucrania.
Cuando José estaba metiendo su voto en la urna, voto por el Partido Radical, una voz ronca le paralizó la mano:
—Te estás equivocando de montón —advirtió la voz.
Por entre las rejas de la ventana, asomó el caño de una escopeta. El caño apuntó al montón correcto, donde estaban las listas del Partido Conservador.