El Mal

En Colombia, los peones lo llaman don Sata. Él les regala machetes que cortan la caña solitos, sin que la mano trabaje. Y se va de parranda con ellos, que la pasan en grande y no sienten olor a azufre ni miedo a la quemazón.

En Bolivia, los mineros lo llaman el Tío. A cambio de cigarros y aguardiente, él los conduce por las tripas de las montañas y les ofrece las mejores vetas.

En Argentina, las tierras del norte son suyas mientras dura el carnaval. El miércoles de cenizas, los endiablados se desendiablan, entierran al dueño de la fiesta, el que nunca bebe agua, y llorando lo despiden hasta el año que viene.

En Brasil, en las fiestas del pobrerío, los tambores llaman a este invitado especial, vengador de los humillados, sujeto de fama infame: le ruegan que tenga la maldad de venirse a vivir al mundo, que es como el infierno pero con mejor clima.