Maternidad

Tertuliana Queiroz espera en algún lugar de Ceara.

Ella espera, sus hijos esperan.

Tuvo quince.

A un recién nacido lo dejó en la puerta de la iglesia.

A una hija ya crecida la cambió por una vaca.

En otros tiempos, hablaba de corrido. Ahora le cuesta.

Me quedan ocho, dice.

Cuenta con los dedos, susurra nombres. No, dice: siete.

Los otros murieron, de muerte morida o de muerte matada.

Mira al cielo, con ojos de sonámbula.

Dios los llamó, dice.

Ella tiene costumbre.