Vuelo sin mapa

Ella era el avión. Tendida en la noche, volaba.

De pronto, se dio cuenta de que había perdido el rumbo, y ni siquiera recordaba adónde debía ir.

A los pasajeros, los pasajeros que su cuerpo contenía, no les importaba nada ese despiste. Todos estaban muy ocupados bebiendo, comiendo, fumando, charlando y bailando, porque en el avión de su cuerpo había espacio de sobra, sonaba buena música y nada estaba prohibido.

Tampoco ella estaba preocupada. Había olvidado su destino, pero las alas, sus brazos desplegados, rozaban la luna y giraban entre las estrellas, dando vueltas por el cielo, y era muy divertido eso de andar atravesando la noche hacia ningún lugar.

Helena despertó en la cama, en el aeropuerto.