Aristófanes anduvo charlando con las comunidades de Chiapas y Antón Chejov viajó, con sus personajes, al desierto de San Luis Potosí.
Ellos nunca habían estado en esos parajes.
Fueron los actores de El Galpón quienes los llevaron a recorrer tierras mexicanas, de punta a punta.
Todo el elenco del teatro El Galpón estaba exiliado en México. Eran los años de mugre y miedo de la dictadura militar en el Uruguay, y en Montevideo había quedado solamente la sala.
Estaba la sala, que había sido hecha a pulso, sin una moneda de ayuda oficial; pero El Galpón no estaba, y el público tampoco. La dictadura ofrecía espectáculos ante las butacas vacías. Sombra sin cuerpo, cuerpo sin alma: nadie iba.