Apolo, sol de los griegos, era el dios de la música.
Él había inventado la lira, que humillaba a las flautas, y pulsando la lira trasmitía a los mortales los secretos de la vida y de la muerte.
Un día, el más músico de sus hijos descubrió que las cuerdas de tripa de buey sonaban mejor que las cuerdas de lino.
A solas con su lira, Apolo probó la invención. Hizo vibrar el nuevo cordaje y confirmó que era superior.
Entonces, el dios se regaló la boca con néctar y ambrosía, alzó su arco de guerra, apuntó al hijo y desde lejos le partió el pecho de un flechazo.