El sietecolores

Dante D’Ottone andaba por el parque Rodó, dejándose vagar entre los árboles, cuando vio a una mujer agachada ante un enorme telescopio, que apuntaba al lago.

—Me va a disculpar, señora…

La mujer sacó el ojo del lente, y lo invitó:

—Mire, mire.

Y Dante descubrió un sietecolores, un pajarito de esos que jamás se ven en Montevideo, aleteando sobre el lago. Ella contó que había querido comprar unos prismáticos, por lo mucho que le gustaba espiar a los pájaros libres, pero el dinero no daba. Un domingo, en la feria de Tristán Narvaja, había encontrado este aparato, arrumbado entre otros trastos viejos, y por unos pocos pesos se lo había quedado.

El sietecolores revoloteaba al tuntún, y el telescopio perseguía esa alegría del aire.