La cerveza

Este elixir conduce a la perdición. A la perdición de los caracoles.

Cuando oscurece, ellos salen de sus escondrijos y a ritmo de caracol avanzan dispuestos a devorar la carne verde de las plantas.

En medio de la huerta, un vaso de cerveza monta guardia. Es una tentación irresistible. Llamados por el aroma, los caracoles trepan a lo alto del vaso. Desde el filo del abismo, se asoman a la sabrosa espuma y cuesta abajo resbalan, dejándose caer. Y en la mar de cerveza, borrachitos, felices, se ahogan.