Reglas

Cherna jugaba con la pelota, la pelota jugaba con Chema, la pelota era un mundo de colores y el mundo volaba, libre y loco, flotaba en el aire, rebotaba donde quería, picaba para aquí, saltaba para allá, de brinco en brinco: pero llegó la madre y mandó a parar.

Maya López atrapó la pelota y la guardó bajo llave. Dijo que Chema era un peligro para los muebles, para la casa, para el barrio y para la ciudad de México y lo obligó a ponerse los zapatos, a sentarse como es debido y a hacer las tareas para la escuela.

—Las reglas son las reglas —dijo.

Cherna alzó la cabeza:

Yo también tengo mis reglas —dijo. Y dijo que, en su opinión, una buena madre debía obedecer las reglas de su hijo:

—Que me dejes jugar todo lo que yo quiera, que me dejes andar descalzo, que no me mandes a la escuela ni a nada parecido, que no me obligues a dormir temprano y que cada día nos, mudemos de casa.

Y mirando al techo, como quien no quiere la cosa, agregó:

—Y que seas mi novia.