El hombre que escapaba al tiempo
Oh, no porque la dicha exista,
ese provecho prematuro de una próxima pérdida.
Sino porque es mucho estar aquí, y porque, en apariencia, todo lo que es de aquí nos necesita, esa fugacidad, que tan extrañamente nos incumbe. A nosotros, los más fugaces.
… Ay, a la otra condición,
¿qué se lleva uno allí? No el mirar, lo aprendido
aquí con tanta lentitud. Ni nada de lo ocurrido aquí. No, nada.
Quizá, pues, los dolores. Y también, sobre todo, lo que oprime,
quizá la larga experiencia del amor, quizá
tan solo lo indecible.
RAINER MARÍA RILKE
«Elegía novena», de Elegías de Duino;
traducción de Jenaro Talens