PRIMERA PARTE

El hombre que escapaba al tiempo

Oh, no porque la dicha exista,

ese provecho prematuro de una próxima pérdida.

Sino porque es mucho estar aquí, y porque, en apariencia, todo lo que es de aquí nos necesita, esa fugacidad, que tan extrañamente nos incumbe. A nosotros, los más fugaces.

… Ay, a la otra condición,

¿qué se lleva uno allí? No el mirar, lo aprendido

aquí con tanta lentitud. Ni nada de lo ocurrido aquí. No, nada.

Quizá, pues, los dolores. Y también, sobre todo, lo que oprime,

quizá la larga experiencia del amor, quizá

tan solo lo indecible.

RAINER MARÍA RILKE

«Elegía novena», de Elegías de Duino;

traducción de Jenaro Talens