—El ayudante del DD es un hombre de naturaleza amigable. Pero en gran medida es el protegido de Glendenning. 907313433, Contable de la Administración titulado, Sheehan se llama, funcionario de rango GS-13 con nueve años de experiencia. Antes de titularse estaba haciendo auditorías en el Distrito 10 en Chicago. Vino con Glendenning. Es un poco el que le hace el trabajo sucio a Glendenning, muy campechano, seamos todos amigos, todo sonrisas pero te fulmina con la mirada. Enlace con Inspecciones Internas. No cae bien. Además, es un figurín. Casi parece un modernillo original de los setenta. Muy mod, ya me entendéis.
Oye a Reynolds hacer algo que no guarda relación con su conversación.
—O sea, las típicas patillas, los pantalones de campana, la camisa de trabajo de color azul claro. El collarcito de cuero alrededor del cuello. Todo el pack.
—No me vayas de Mr. Blackwell, Claude.
—El protegido de Glendenning, sin duda. Pero un ayudante de DD serio y por propio derecho. Todas las evaluaciones del trabajo de ocho para arriba. Ni un solo siete. Ascendió a GS-11 en el 77 por medio de una propuesta independiente de la Junta de Ascensos, Glendenning no tuvo nada que ver. Pero sigue siendo el protegido de Glendenning.
—¿O sea que va a luchar?
—Es un implantador. Está en Administración por elección propia, fue él quien se presentó. Si las cosas le llegan por los canales adecuados no luchará con vosotros. Pero tampoco os ayudará. Lo suyo es implantar.
—Glendenning tiene muchos protegidos en el 047, por lo que estás diciendo.
La ligera elevación y el redondeo de la voz de Reynolds indican que se está anudando la corbata.
—Glendenning tiene un nivel alto de apoyo de los Jefes de Grupo. Es posible que Rosebury y Danmeyer de Examen y Trimestrales estuvieran con él, tuvieron que coincidir en Syracuse, pero el resto ya estábamos aquí antes de que a Glendenning le dieran la patada. Todavía no está claro cuánto apoyo es puramente político y cuánto es sincero, lo cual indicaría hasta qué punto Glendenning ha movido los hilos en el 047. No he podido sacarle a nadie ni una sola palabra fuera de tono sobre él. Por supuesto, eso podría querer decir varias cosas distintas.
—No hace falta que me digas qué quieren decir las cosas —fue la respuesta nada acalorada.
El Motorola grande y gris de Reynolds tenía un protector de barbilla incorporado como los de los violines, que permitía sujetarlo solo con el cuello y dejarse las manos libres, pero cada vez que Sylvanshine probaba a usar uno de aquellos protectores con su teléfono, o bien se olvidaba y movía la cabeza como no debía y el chisme se caía al suelo y se rompía, obligándole a perder tiempo en averiguar cómo solicitar el cuarto teléfono en lo que iba de año, o bien le causaba un dolor punzante a la altura del omóplato. Él tenía en la mano un teléfono normal de botones y se estaba mordiendo la piel muerta del borde de la uña del pulgar mientras pasaba páginas de la tablilla sujetapapeles.
—Chaney tiene una foto de ella y Glendenning en la pared de su despacho, si te lo puedes creer.
—¿Chaney?
—Julia Drutt Chaney, cuarenta y cuatro años, GS-10, 952678315, Supervisora Administrativa del 047B que hay al otro lado del complejo. Una mujer corpulenta de verdad. Robusta. Del mismo tamaño que Stanton, la de Philly, si te acuerdas de ella. De esas mujeres que llevan vestidos hawaianos amplios. De las que cuando la ves cruzar el patio tiene pinta de ser varias mujeres cohabitando en una sola prenda. Mejillas grandes y rojas. Pero a lista no la gana nadie, tiene unas evaluaciones…
—El 047B solo nos interesa para las auditorías, y solamente de forma colateral. —Sylvanshine estaba intentando recordar el nombre de su maestra de segundo de primaria, intento que ocupaba el final de una larga cadena de pensamientos ociosos cuyos pasos intermedios él ya había olvidado, pero que había empezado con las maniobras por medio de las cuales Reynolds había conseguido quedarse en DC y en Martinsburg durante varias semanas a fin de ganarse la confianza de Mel Lehrl, ofreciéndose para analizar los informes de campo iniciales de Sylvanshine y reducirlos a estadísticas relevantes para Lehrl antes de agotar todas sus estrategias habituales y acabar reuniéndose con Claude en aquel lugar horrible—. Concentrémonos en el filete y no en los guisantes, Claudie, ¿qué te parece? —La jocosidad era un tono que Reynolds usaba a menudo con los subordinados o con aquellos que tenían rangos GS inferiores, y tanto él como Claude sabían que ahora Sylvanshine iba a ponerse a buscar una manera de devolverle el insulto—. Y el filete es la División de Examen.
—El ADD de Examen es Rosebury, Eugene E., cuarenta años, GS-13 907313433, pelo rubio rojizo, alto, un poco encorvado, las gafas no le quedan bien o quizá no tiene las orejas simétricas, se le ve un poco de pinta de académico pero es posible que sea por la pipa, fuma en pipa. Protegido de Glendenning hasta la médula. No me gusta su pelo, hay algo raro en su pelo. Es un implantador. Un veleta. Ni ayuda ni se interpone.
—¿El segundo AD es Yeagle? ¿Yagle?
—Gary N. M. I. Yeagle. El típico que va de «Llámame Gary». Un espécimen de aspecto extraño. Tiene una cara grande y gruesa como un pan, y al mismo tiempo una mandíbula larga, aunque blanda, una mandíbula llena de grasa colgando, lo cual, sumado a su forma prominente, te da la sensación cuando lo miras de que alguien te está pegando con un puño derretido. Treinta y nueve años, no, perdón, treinta y ocho, muy amigable pero de manera distinta a Sheehan, porque la cosa amigable de Sheehan es profesional y estratégica, mientras que con Yeagle se nota que simplemente es inseguro y necesita caerle bien a todos o bien el mundo explota, o algo así.
—Lo cual lo convierte en un elemento potencialmente vulnerable.
—De esa clase de persona que es muy tímida y nerviosa delante de los demás pero que intenta ir de campechano y bullanguero y sociable, el problema es que no le sale y la cosa acaba resultando atroz para todo el mundo. Se puede quitar la nieve con su mandíbula.
—Así que Yeagle podría ser uno de los nuestros si nos concentramos en el trabajo de Mel durante las etapas iniciales.
—Además de unas cejas que quitan el hipo. No es broma. Unas cejas tipo Tolkien en un hombre de treinta y ocho años. Una sonrisa muy intensa que él imposta para que parezca una sonrisilla o una mueca maligna haciendo bajar esas cejas increíbles. De esos que te estrechan una mano con las dos de él. Tiene rango GS-13 pero ha sido Jefe de Grupo desde el segundo trimestre del 78, de manera que puede que sea bastante espabilado, aunque yo no lo he visto. No es la clase de jefe duro que te esperarías de un Jefe de Grupo en un Centro de Examen.
—¿Lo ascendió Glendenning?
—Yeagle tiene un expediente muy básico. Puedes intentar que alguien de allí te consiga su expediente completo; el que he podido encontrar aquí es muy básico. —A Sylvanshine le sangraba un poco el pulgar y se puso a mirar a su alrededor en busca de algo poco importante en donde secárselo. Tanto él como Reynolds sabían cómo de distintas serían la sustancia y la forma del informe de Sylvanshine si este estuviera hablando con Merrill Lehrl, y aunque no cabía duda de que aquello irritaba en cierta medida a Reynolds, no compensaba de ninguna manera la jocosidad y sus implicaciones. Los dos sabían que quedaban cuentas pendientes. A veces Sylvanshine se imaginaba a sí mismo y a Reynolds como compañeros en una especie de danza de la corte, muy majestuosa y prescrita, de manera que lo que comunicaba la personalidad eran las variaciones más minúsculas—. Él y Sheehan son contrapuntos más o menos interesantes en lo que se refiere a lo amigable. No puedo decir que me caiga bien ninguno de los dos. La semana pasada Yeagle llevó la misma corbata tres días. Y lleva la pipa con él hasta cuando la tiene apagada. Tenía algo en la corbata que podría haber sido una mancha de condimento. No me cae bien, con esa extraña mandíbula colgante. El otro día lo vi limpiarse un orificio nasal con el dorso de la mano.
Hubo un carraspeo en el otro lado. Los silencios permitían oír pequeños fragmentos de otra conversación que estaba teniendo lugar en los márgenes de su ancho de banda; a Sylvanshine aquellos fragmentos le recordaban mechones de pelo sobre un cepillo polvoriento. El fregadero estaba lleno de platos apilados y de envases de cartón con restos de comida china para llevar que se había jurado a sí mismo que iba a limpiar hacía dos días; mirar el fregadero hacía que le resultara difícil coger aire.
—Dile a Mel que lo más que le puedo dar son indicaciones. Yeagle todavía no es un dato que conozcamos. Parece un tipo poco eficaz, pero eso podría formar parte de una presentación estratégica más amplia. Recomienda una Informal en cuanto llegue Mel: hacedle que se suelte, que hable. Es posible. En estos momentos no me atrevo a ir más lejos que eso con Llámame Gary.
—¿Y algo sobre el propio Glendenning?
—No he ido a verlo. Es un tipo ocupado. Siempre está yendo y viniendo. Parece estar ocupado con sentido, en lugar de ocupado de manera alborotada o ineficaz, lo cual, si es cierto, vale la pena mencionárselo a Mel.
—Gracias.
No era el pulgar exactamente, pero sí era cierto que ahora Sylvanshine se estaba chupando el borde del pulgar.
—Lo he visto por los pasillos del como se llame, el edificio ese donde están sus oficinas y las de Sheehan. Un sitio que desorienta; las fotos no hacen justicia al caos puro de módulos que hay ahí. Parece el campus de una universidad pequeña o de una universidad de repesca, más que otra cosa. Ya sabéis que mi padre daba clases en una universidad de repesca…
—Así que cuando has visto a Glendenning en esos pasillos que no recuerdas…
—De momento no he visto gran cosa. Un tipo alto y canoso. Con una raya rígida en el pelo gris. Uno de esos hombres mayores que la gente llama «distinguidos» o de quienes se dice que «habían sido atractivos». De altura media, supongo. La nariz se le veía un poco grande, pero solamente lo vi de perfil y moviéndose.
—Eh, Claude, en serio, ¿hay algún proceso mental que te haga pensar que quiero oír evaluaciones estéticas? ¿Hay algún razonamiento por el que en algún lugar de tu interior hayas decidido que a Mel le puede resultar útil tener toda esa información en la cabeza cuando empiece a trabajar con esa gente? No hace falta que te esfuerces ahora, pero piensa en ello y en algún momento me cuentas el proceso por el que has decidido que tengo que aguantar los detalles sobre la indumentaria y el porte en lugar de oír material que me ayude a hacer mi trabajo.
—Tu trabajo, ya lo has dicho. Sintetizar. Reducir a estadísticas relevantes. Mi trabajo son los datos en bruto. ¿Me falla la memoria? ¿Fui yo quien se pidió el trabajo de campo? ¿O estoy confundido?
Pero los ruidos compungidos que se oían no eran más que los intentos de Reynolds de pasarse los dedos por debajo del nudo de la corbata para abrocharse el botón superior, que era algo que siempre le daba problemas. Sylvanshine esperó el intervalo normal, mirándose el pulgar y probando a ver si notaba el sabor de la sangre —un sabor que siempre le recordaba haber tocado de niño una pila de nueve voltios con la lengua, aunque nunca se acordaba de la asociación exacta—, se mantuvo a la escucha para intentar identificar por lo menos el género de la conversación fantasmal que sonaba por la línea, y por fin dijo:
—Aunque su secretaria (o una de ellas, parece que tiene dos, aunque una podría ser de Administración o bien una enlace con los Jefes de Grupo) mandó un memorando, que está en la bandeja de entrada de Mel: «Bienvenido, Henzke me ha hablado muy bien de la habilidad del procesamiento en el 0104», que es Recaudaciones de Philly, la auto…
—¿Me lo tienes que contar como si yo no hubiera estado?
—«… Henzke me ha hablado del procesamiento de Philly, etcétera, por favor, llame a la señora Oooley, que es la secretaria en jefe, en cuanto llegue y sea procesado…»
—¿Y eso qué quiere decir? ¿Que Mel tiene que pasar por orientación como si fuera un mierdifante?
—Yo no lo tengo, sigue en la bandeja de Mel, que por cierto es una buena bandeja de entrada, tiene el mismo tamaño y la misma hilera que la del ADD, y está por encima de la de los Jefes de Grupo, aunque tiene el nombre de Mel escrito en una cinta adhesiva que tapa el nombre de otro tipo, pero eso no quiere decir necesariamente nada, a menos que siga así cuando llegue él. Y he hecho que los de Servicios Logísticos pongan su nombre en su puerta en ese edificio, les he dado la plantilla yo mismo, díselo a él, y les he contado el problema que tiene con los ascensores, o sea que lo han puesto en la planta baja. Dile que la puerta está cerrada con llave y que la ventana de fuera no se abre y que no se ve nada a través, salvo si te alejas mucho de las puertas de los dos lados, dile que se ve espacioso. Por desgracia, el lavabo más cercano está en la tercera planta; que él nos aconseje si queremos arriesgarnos a montar un jaleo por eso, pero está en la esquina, tal como se pidió. Nada de sintetizar aquí, ya sabes que él va a querer eso. Dile que las puertas de los lados miden 15 y 16,4 respectivamente, que es casi el mismo tamaño que en Philly.
—¿Te has dejado ver usando una cinta métrica en las puertas de los lados?
—No seas cretinillo. Ya tengo llave de la puerta de entrada y llaves de dos de las cuatro restantes. Por la noche, antes de volver a donde nos han alojado, tú y yo necesitamos tener una charla como Dios manda, no vaya a ser que veas el sitio y te subas por las paredes. Complejo de apartamentos de Angler’s Cove. ¿He dicho bastante? Hace que el primer apartamento de Rome parezca de lujo en comparación, para darte una…
—¿Estás diciendo que el memorando venía de la secretaria o venía personalmente de Glendenning?
—La mala noticia es que no está en el edificio principal, donde están los despachos de Glendenning y los funcionarios del DD, no me acuerdo de cómo se llama. Aquí tienen una nomenclatura rara para las instalaciones, igual que en Chicago.
—¿Todavía me estás hablando del despacho de Mel?
—Estoy repasando mis apuntes, tal como recordarás que dicta el protocolo de campo y tal como tú hiciste en Rome. Me temo que está en el edificio anexo donde hacen las declaraciones de Empresa; allí también tiene la UNIVAC. Me temo que ese otro edificio es un poco manicomio. La primera planta es donde están todas las oficinas de la gente que perfora las tarjetas. Solamente hay que preparar a Mel para esto, no vaya a ser que venga y vea dónde lo han puesto y se ponga a soltar espuma por la boca.
—Y puede que recuerdes que las llamadas iniciales para transmitir los informes de campo tienen que durar entre diez y doce minutos, si has memorizado el protocolo.
Sylvanshine sabía con exactitud lo que Reynolds estaba haciendo físicamente en aquel momento, pero no se le ocurría la palabra exacta para llamarlo, ni siquiera para sus adentros. Tampoco estaba hablando de perder el carnet el día anterior en la ventanilla para coches del banco, lo cual en el fondo puede que interesara a Merrill Errol Lehrl pero no a Reynolds bajo ningún concepto, aunque sabía lo que este le diría. A veces las uñas de los pulgares de Sylvanshine tenía unas líneas blancas pequeñitas calcioides y a veces no. De vez en cuando le preocupaba el significado de aquellas líneas. No ajustarse, arreglarse, arreglarse la corbata, que como era sábado debía de ser o bien la de color verde claro o la azul claro con dibujitos de rombos rojos, que eran las dos de seda falsa y en cualquier caso ya no podían estar más arregladas. Era un gesto inconsciente que tenía Reynolds, y que funcionaba como uno de esos gestos que revelan información en una partida de naipes, y Sylvanshine había sacrificado toda clase de oportunidades para ajustarle las cuentas a Reynolds haciéndoselo notar, porque no quería que Reynolds fuera consciente para nada de sus propios gestos inconscientes, puesto que leerlos confería poder. En Martinsburg a Sylvanshine le había tocado el dormitorio grande porque el alquiler estaba a su nombre, pero en los desplazamientos siempre era Reynolds quien se llevaba el grande. Esta vez, dejando de lado la precariedad de Angler’s Cove, los dormitorios eran del mismo tamaño, y es que la distancia entre puertas no era lo único que Claude había medido, y sabía perfectamente la cara que iba a poner Reynolds cuando viera esto. Merrill Errol Lehrl siempre organizaba sus propias dependencias.
—¿Ha sido el mismo Glendenning el que ha mandado el memorando o ha sido la secretaria?
Sylvanshine puso el pulgar plano, lo miró bajo la luz del techo y lo hizo girar a un lado y a otro.
—No te creerías el calor que hace aquí. Y la humedad. El aire es como si alguien te estuviera soltando el aliento en la cara. Ni siquiera Philly en los peores días del verano llegaba a este nivel. Los surtidores de agua del 047 no están refrigerados, son fuentes de porcelana de retrete blancas y bajas como en las escuelas primarias, y el agua sale a la temperatura ambiente, o sea muy caliente.
Reynolds exhaló de manera que el teléfono transmitiera el sonido.
—Pido disculpas por el tono, Claude.
—¿Qué tono?
—¿De acuerdo? ¿Ya estás contento?
—Me sobrestimas, amigo.
—Y sí, soy tu amigo. Somos un equipo. No te tendría que haber cantado las cuarenta en tono de jefe como lo he hecho. Esta semana hay mucha presión. Llevo la semana entera aguantando el mismo dolor de cabeza causado por la tensión. No me encuentro nada bien. Y nada de todo esto es excusa, me estoy disculpando de verdad.
Si ahora tenía líneas, no eran visibles.
—Me temo que la que lo ha mandado es la secretaria, o la jefa de secretarias. Oooley, Carolyn o Caroline. Expediente no localizado, no está en el envío de Logística. Una mujercilla seca, con una carita reseca y fruncida. Lleva el jersey sobre los hombros como si fuera una capa. Al edificio principal le sale el aire acondicionado por las orejas; es ahí donde está Examen, así que dale a Charles la buena noticia de que el entorno de trabajo en sí ya tiene aire acondicionado, aunque no extintor, pero la sala de la computadora VAX sí tiene extintor, así que podemos suponer que Logística tiene los medios, si quieres llamo y…
—Así que el memorando viene de la secretaria, no del mismo Glendenning.
—Yo le pediría a Mel que no sacara conclusiones de eso. Glendenning ha estado ausente dos días de cada tres. Desde el miércoles pasado ya ha estado dos veces en Región.
—¿Ya está yendo mucho por Región? ¿Y has esperado hasta ahora para mencionármelo, y cuando lo haces es como acotación al jersey de la secretaria?
—A juzgar por cómo se acerca la gente a su mesa, Oooley es formidable. Ya sabes cómo van las cosas en provincias. Es posible que domine a Glendenning; es posible que sea a ella a quien hay que apuntar. Tiene una foto pequeña de un gato en su mesa, pero no se le ve ni un pelo de gato en el jersey. Raro. Y lleva las gafas sujetas con una cadenilla alrededor del cuello, esas cadenillas plateadas de antaño. Es posible que sea una parte formidable de la ecuación. De momento le he preguntado por el gato y le he regalado una flor que un tipo estaba vendiendo en la mediana de esa carretera grande de aquí. Dile a Mel que ya me la estoy trabajando.
No le contó a Reynolds que al día siguiente no había ni rastro de la flor en la mesa de ella.
Dejó que Sylvanshine lo oyera respirar otra vez:
—¿Y el memorando decía específicamente «me ha hablado bien Henzke, o Bill, o Bill Henzke»?
—Henzke a secas.
—Mierda.
—La otra secretaria o enlace o lo que sea ha estado ausente. Supuestamente es joven y es la belleza del Distrito, dos tipos distintos de Recaudaciones me han dicho que vale la pena inventarse cualquier asunto falso y pasarse por ahí cuando Oooley sale a comer, solamente para disfrutar de la vista frontal.
—Ya me he disculpado, Claude.
—La secretaria de Rosebury es una mujer corpulenta y blanca como la nata llamada Bernays. Parece el fantasma de un caballo de tiro.
Cada teléfono móvil Motorola le costaba 349$ a la Agencia en lugar de los 380$ del precio de venta al público, y parecía un walkie-talkie enorme, y pesaba más de un kilo, y sostenerlo en la mano le daba un aspecto un poco tonto a alguien tan diminuto y atildado como Reynolds Jensen Jr.
—Bueno, pues. Hagamos un esbozo de la semana. —De esa manera, si lo que acababa pasando la semana siguiente no era lo que el doctor Lehrl quería, por lo menos Reynolds le podría decir a este que habían hablado y que él lo había intentado. Harold Adny había dicho que ver a Reynolds intentar emprender maniobras políticas era como ver bailar a un leñador—. Necesito biografías convincentes y relevantes, repito, convincentes y relevantes, datos personales, evaluaciones e impresiones de la gente de Examen para el día 17. Y estoy leyendo del protocolo. ¿En el equipo quién hay? Está Rosebury en Administración, está ese tal Yeagle de Jefe de Grupo… ¿Cuánta gente hay en el grupo, veinte? El presupuesto de Examen es 2,4 veces más grande que el de Rome, ¿verdad? O sea que ¿cuánta gente hay, veintidós?
—Veinticuatro, tal vez veinticinco. Se habían llevado a cabo toda una serie de particiones en turnos poco ortodoxas, de las que todavía no tengo datos estadísticos, y que al parecer Glendenning ha vetado. Glendenning ha hecho muchos ajustes a medida en Examen, que por supuesto podemos imaginar que con esto se intensificarán. Digamos que son entre veinticuatro y veintiséis, que luego se duplican con los otros veinte que vienen a hacer perforación y a clasificar tarjetas durante la Tormenta de Trabajo, aunque se dice que Glendenning ha peleado mucho para que durante la Tormenta le pongan a personal de la Agencia en lugar de trabajadores a tiempo parcial, lo cual es comprensible teniendo en cuenta la ciudad donde están; no se puede decir precisamente que por aquí abunden los trabajadores espabilados.
—Ese es un buen dato. Es convincente.
—Digamos que veintiséis. El contacto ha sido duro.
—Son precavidos, ¿no?
—Más bien están aturdidos. Trabajan a tiempo completo. Están pasmados. ¿Cómo era esa otra palabra? La media de quemarse aquí es de tres años. Demudados, es la palabra. Oh… —Sylvanshine hizo una mueca por haberse olvidado de mencionar aquello antes—. Y lo más fuerte es que la primera gran maniobra de Glendenning cuando llegó aquí fue quitar a los de primer año de hacer exámenes.
—Estás de broma. —Por tradición de la Agencia, los licenciados de las tres academias nacionales de la Agencia Tributaria se pasaban el primer año asignados a Examen, que era la tarea más brutal y la menos popular de la Agencia. A continuación un porcentaje de ellos se apresuraban a aprobar el examen de Contable de la Administración, dado que los Agentes de Hacienda de rango GS-11 necesitaban aquel título, y pasar a Auditorías era el ascenso natural que permitía salir de Exámenes. El hecho de que Glendenning evitara poner a gente de primer año en su rama de Examen indicaba algo importante, aunque ninguno de los dos estaba muy seguro de qué era. Era tan importante, sin embargo, que Reynolds ni siquiera perdió tiempo en echarle bronca a Sylvanshine por haber esperado hasta entonces para contárselo—. Ya sabes que Mel va a querer que desarrolles eso. Pásalo inmediatamente a la prioridad número uno del protocolo de la semana que viene.
—Estoy de acuerdo de forma provisional.
—Me alegro de que estés de acuerdo.
—Me alegro de que te alegres.
—Fenomenal.
—Aunque esto está pendiente del resto del informe, o sea, que tengo que llegar a flujos y producción.
—Fenomenal. ¿Qué tal pinta el flujo, pues?
—En primer lugar los exámenes individuales están en una sola sala, un par de docenas de mesas más el pequeño cubículo esmerilado de Yeagle. O bien la habitación tiene problemas de simetría o bien hay divisiones desiguales; puede que haya una sección para las 1040, otra para las 1040-A y una más pequeña para las Rollizas tal como había en Keene. Hay una rama de Empresas que está en una habitación distinta.
—Si Empresas se cambia, no será hasta después; el experimento lo han hecho con las individuales, de manera que…
—Por eso no lo menciono.
—Si te llevas bien con la señora de piel reseca de Glendenning, entonces deberías tener acceso a los criterios.
—Los criterios son un caos. Ni siquiera están en tarjetas. Usan unos formularios 904 antiguos que yo no veía desde la Academia.
—Enorme sorpresa.
—Están todos guardados en unos horribles armaritos viejos de color verde oscuro dentro de un complejo en el sótano en donde no se atreverían a entrar ni las arañas.
—Pero tú te has atrevido a bajar allí con una linterna, te conviene que Mel lo sepa.
—Hoy o mañana tengo que encontrar a alguien en Martinsburg que me los introduzca y ponga en forma de tablas los valores medios; los formularios de los criterios son un caos por lo periódico que es el trabajo. Déjale bien claro a Mel que reciben declaraciones tanto de Región como del Centro de Servicios de Saint Louis sin procedimiento establecido y ni siquiera ritmos que yo pueda ver.
—Estás diciendo que los camiones se limitan a parar y descargar las declaraciones.
—Así pues, lo que tengo, en espera de las tablas… esto va a quedar muy raro… es que en los últimos seis meses han pasado cada mes por la rama de Examen del 047 un total de 1.829 declaraciones, pero esa cifra incluye todo, desde las individuales facilitas, pasando por las Rollizas pesadillescas con veinte tablas adjuntas cada una, hasta las reconciliaciones de estimaciones con que Rosebury permite que Danmeyer los bombardee en oleadas trimestrales de pesadilla.
—Esto no está desglosado de ninguna manera que me diga nada, Claude.
—Hasta que llegues aquí no entenderás por qué. Es dickensiano. Hay una sola terminal de UNIVAC en la sala. Las remesas de Martinsburg llegan en unos carritos enormes empujados por chicos del carrito como en los viejos tiempos, luego los resultados los mandan por unas rampas que van a parar dos niveles más abajo, donde las chicas de la máquina perforadora preparan las remesas para devolverlas a Región y a Recaudaciones. Y/o a Recaudaciones. Y los examinadores trabajan con lápices y con máquinas de sumar NCR, algunas de las cuales todavía llevan pegatinas de «I Like Ike» y cosas parecidas. Tienen una especie de bandejas o cajones inclinados que sobresalen de sus mesas en todas direcciones, como en esas fotos de Philly que Mel tenía en los días de pesadilla. Aquí les llegan remesas estándar de Martinsburg, además de estimadas y peticiones de examen procedentes de Investigación Criminal. Hacen unas Rollizas que en Saint Louis no se molestan ni en abrir de tan gordas que son. Hacen contratas para Auditorías de Empresa cuando una Auditoría de Empresa es de varios años. Dile que es un montaje casi del calibre de Philly. Pero esto…
—¿1.829 por 26 por 22 días de trabajo da cuánto, tres al día?
—3,198 al día con turnos de nueve horas, que si les quitas el almuerzo y les quitas la media de 45,6 minutos que hay en Región para las pausas de descanso, se quedan en siete horas y 29,4 minutos, de manera que 3,2 dividido por 7,5 dan 0,42 periodo 6 declaraciones por hora de trabajo individual, lo cual coincide tan completamente con la media de Región que…
—Así que no nos dice nada, como estadística de producción, lo cual quizá perjudique a nuestros argumentos delante de Glendenning, pero también hace que Examen del 047 sea un buen caso de prueba.
—No, Reynolds, quiero decir que coincide exactamente con la media. La media de la Región 4 durante el 82, el 83 y la parte del 84 de la que Control Interno contaba con datos, escucha, es de 0,42 periodo 6 declaraciones por hora individual.
—¿Es la media exacta?
—Y como me espero esa misma reacción, por favor, dile a Mel que lo he comprobado dos veces. Todas las tarjetas, los totales de circulación, las evaluaciones de trabajo, las estadísticas de uso. 0,42 periodo 6. Como si…
—Como si Glendenning y Rosebury y/o ese tal Yeagle estuvieran falsificando de alguna manera los libros de Producción para generar una producción tan completamente media que nadie sospechara nunca que están falsificando los libros de Producción.
—Lo comprobaré otra vez si quieres, y ahora, si me permites tomarme un momento para hablar de la presión del agua del apartamento y de un inodoro que tiene la cisterna que funciona más despacio que he visto en doce…
Ahora el tono indicaba que Reynolds Jensen Jr. estaba cien por cien concentrado y atento, lo cual quería decir que, ya estuviera sentado o de pie, tenía la cintura ligeramente doblada hacia delante y no estaba parpadeando en absoluto.
—Hazlo. Compruébalo. Él querrá que lo hagas… O a ver si de alguna manera Glendenning ha sido capaz de estructurar a la plantilla y el flujo y la moral para sacarle a Examen la media justa…
—Lo cual quiere decir que cuando quiera que suba, simplemente agitará la varita y tachán.
—¿Es posible que sea tan bueno?
—Eso lo convertiría a él y/o al equipo que él forma con Rosebury en un genio, un Mozart de la producción, cuyos métodos de dirección, si se cuantificaran y se enseñaran o bien si los demás Directores de Distrito convencieran a DC de que se pueden enseñar…
—Podrían matar nuestro proyecto.
—Sobre todo si pudieras ver a estos examinadores. Esto no es un cuerpo de élite, Reynolds. No hay ni uno que cobre por encima de un GS-11. Tics, espasmos, excentricidades. Temblores en las manos. Después del almuerzo están todos en el lavabo de hombres cepillándose los dientes. No paran de cepillarse. Uno tiene un violín en su mesa. Sin razón alguna. Un violín, simplemente. Otro tiene una marioneta de un doberman en la mano donde no lleva la goma y habla con ella.
—Todas estas cosas hay que señalarlas, Claudie.
—Lo que estoy diciendo es que son unos despojos humanos. Si Glendenning es capaz de sacar la producción que quiere de esta panda… Algunos parecen catatónicos. Uno de ellos podría ser un idiot savant. Todavía no lo he visto.
—Nada de todo eso tiene relación con la producción.
—¿Y he mencionado el viento que sopla por aquí? ¿El ruido que hace cuando se cuela por las rendijas que hay cerca de las ventanas? ¿O el calor? ¿O la enorme cantidad de estos pueblos rurales diminutos en forma de cruz que tienen exactamente un solo cruce y que parecen consistir exclusivamente en un granero y una gasolinera y que tienen nombres como Arrowsmith, Anthony, Shirley, Tolono, Stayne? Cerca de aquí hay un pueblo que se llama Big Thistle. Repito: Big Thistle, Illinois. Eh, vamos a la cafetería de Big Thistle y le desabrochamos la faja a Fanny. Y la humedad. Las toallas no se secan; como enciendas el aire acondicionado por la mañana el parabrisas se te empaña como si fuera un vaso de té helado. El cielo es del color del hielo de los moteles: no tiene ni color ni profundidad. Es como una pesadilla. Y lo llano que es todo. ¿A qué distancia está el horizonte al nivel del mar, a treinta kilómetros?
—No nos distraigamos, Claudie.
—Me ha destinado a la segunda dimensión, R. J.
—Lo estabas haciendo muy bien, Claudie.
—¿Y si te dijera que te echo de menos?
—No vamos a entrar en ese tema, no…
—Porque ¿sabes ese aspecto que tienen los ojos de la gente muy vieja, con cataratas? ¿Ese aspecto lechoso y terrorífico de que no hay nadie ahí dentro? Pues imagínate una cara entera que fuera así. Philly era el frenesí. Esto es una especie de capucha de aburrimiento. Aburrimiento más allá del aburrimiento. Estos examinadores, en su mayoría…
—¿Te das cuenta de que en cierta manera es positivo?
—Bueno, no es agradable a la vista, eso te lo…
—¿Ha llegado algo del equipo para la demostración?
—Glendenning les deja que personalicen sus mesas. Que escuchen música si les… no fuman en sus mesas, pero escucha esto: hay un par que mascan tabaco en sus mesas.
—¿Dónde estamos en términos de perfiles del hardware?
—¿Por casualidad has visto usar alguna vez una escupidera, Reynolds?, porque te aseg…
—Yo también te echo de menos, Claude. ¿Ya estás contento?
Una vez se lo había mordido tanto que se le había infectado, lo cual le daba un sabor espantoso.
—Todavía no he hecho una lista propiamente dicha.
—¿Y qué le digo a Mel?
—Llevo solo una semana aquí y paso unas penurias terribles por culpa de lo primitivo que es el sitio donde nos han alojado, la falta de vectores de contacto y el calor abrasador. Dile eso a Mel.
—Qué valientes somos cuando él no está.
—Como tal vez recuerdes, el hardware importante está en el anexo donde se hacen las de Empresa, y salvo cuando he ido a verificar las dependencias de Mel, yo he estado rondando por Examen. Siguiendo instrucciones, creo yo.
—Yo no te estaba echando bronca, Claudie. Sigamos con lo nuestro. Me espera un viaje horroroso de vuelta a casa.
—De momento he visto una unidad central Sperry UNIVAC de la serie 3000 o 4000, cuyas terminales parecen estar todas en Empresas. He visto dos clasificadores de tarjetas IBM 5486 y he deducido la presencia de equipamiento de perforación y compaginación asociado de la serie 5000.
—Y tarjetas de noventa y seis columnas para las IBM.
—Lo que pasa es que las UNIVAC todavía usan las de ochenta. Parece ser que se han montado alguna clase de apaño para mezclar los dos tipos.
—¿De manera que los examinadores dominan todos el hexadecimal, o eso lo hacen las chicas de la perforadora? Pero las chicas de la perforadora son todas trabajadoras locales, ¿no?
—Todavía no tengo el protocolo de formación. Podemos suponer que las traducen a lenguaje natural para el personal temporal que viene entre marzo y mayo, ¿no crees?
—Ni siquiera en Rome mezclaban las de noventa y seis con las de ochenta.
—Esto son las provincias, te lo estoy diciendo. La oficina de Mel está muy cerca de la Central, que deduzco que debe de ser un batiburrillo total de sistemas distintos. He visto una calculadora-impresora Burroughs 1005.
—¿Burroughs todavía usan tarjetas?
—Burroughs se pasaron a la cinta desde la serie 900. Te lo he dicho. Todo esto es un batiburrillo. Un mercadillo callejero. He visto dos IBM RPG en un armario con un enredo increíble de cable coaxial que iba a parar a un agujero hecho de cualquier manera y saltándose los códigos en el techo del armario, probablemente destinado a compatibilizar las RPG con la UNIVAC. Todo es vetusto y mugriento y no me sorprendería demasiado si dentro hubiera escondidos monitos con abacos y cordeles.
—Esas son muy buenas noticias. ¿Y el COBOL de su ensamblador?
—De momento, desconocido.
—Tenemos muy buenas noticias en el frente del hardware.
—Y si ha llegado algo de DC, la gente de Logística de aquí no se ha enterado.
—¿O sea que podría estar simplemente olvidado en la zona de carga?
—¿Me estás diciendo que tengo que ir a Registros con una linterna agarrada entre los dientes, estar al teléfono con Martinsburg consiguiendo análisis de circulación, tanteando sobre la norma de «Nadie de Primer Año» de Glendenning, haciendo inventario del hardware y mangando llaves para entrar antes que nadie en el despacho de Mel, todo al mismo tiempo? Ah, y en la zona de carga interrogando a hombretones fornidos para ver si alguna de las cajas viene de Martinsburg…
—Lo único que estoy haciendo es montarte un protocolo para tu trabajo sobre el terreno de la semana que viene, Claudie.
—¿Qué soy, una máquina?