La sala de orientación para examinadores de a pie estaba en la última planta del edificio del CRE. Se oía el sonido interminable de las impresoras; en la sala de al lado estaba Sistemas. David Cusk había elegido un asiento debajo de una salida de aire acondicionado que no hiciera volar las páginas de su dossier de formación ni de su Código Tributario. Era o bien una sala grande o un auditorio pequeño. La sala estaba iluminada por fluorescentes potentes y en ella hacía un calor ominoso. Había una especie de persianas de tipo industrial cubriendo dos amplios ventanales que daban al sur, pero aun así se notaba cómo el calor del sol irradiaba desde las persianas y desde los techos de Celetex. Había catorce examinadores nuevos en una sala con capacidad para 108 personas, sin contar la tarima elevada donde estaba el estrado y el proyector rotatorio de diapositivas, que era casi igual que uno que tenían los padres de Cusk.
La Funcionaria de Formación de Control era una mujer con el pelo plano que llevaba traje pantalón de color habano, zapatos bajos y dos credenciales distintas, una a cada lado de la chaqueta. Sostenía una tablilla sujetapapeles contra el pecho y un puntero en la mano. La sala tenía una pizarra blanca en lugar de una de esas negras donde se escribe con tiza. A la luz de la sala, la cara de la mujer se veía del color del sebo. La estaba ayudando uno de los empleados de Personal del Centro, a quien la chaqueta de color azul chillón le quedaba corta y le dejaba al descubierto los huesos de las muñecas. No había nadie sentado en un radio de seis pequeños pupitres atornillados de distancia de Cusk por ningún lado, y él se había quitado la chaqueta del traje igual que otros tres de los ocupantes de los pupitres. Los examinadores que habían llegado ese día tenían sus maletas pulcramente apiladas en el lado opuesto del fondo de la sala. Cusk tenía dos lápices en su bolsa, los dos sin goma de borrar y tan masticados que ya no se veía de qué color habían sido. Se encontraba al borde de otro ataque como el que había tenido en el coche en compañía de aquel hombre de la cara horrible de aspecto hervido, que se había dedicado a mirarlo mientras a él la temperatura le subía al máximo, provocando que estuviera a punto de pasarle por encima al tipo y ponerse a arañar la ventanilla en busca de aire. Casi igual que el otro que había tenido solamente una hora más tarde, cuando se había puesto en la cola para recoger su credencial, y después de unos minutos en la cola ya estaba sitiado y no podía salirse de ella sin que el hombre de la chaqueta azul se pusiera a hacerle un montón de preguntas que harían que el resto de la gente de la cola los oyera y se pusiera a mirar, y para cuando por fin llegó su turno de quedarse plantado bajo el calor de los focos ya llevaba tanto rato haciendo aquello de apartarse el pelo de la frente que lo tenía todo casi de punta, pero no se dio cuenta hasta que su documento de identificación salió todavía caliente de la máquina plastificadora y él vio la foto.
Tal como Cusk descubrió el año en que sus notas subieron de golpe en el instituto, sus posibilidades de tener un ataque podían minimizarse si prestaba una atención muy intensa y prolongada a lo que fuera que estuviera pasando fuera de él. Tenía una diplomatura en contabilidad por el ElkhornBrodhead Community College. El problema era que llegado cierto nivel de excitación le costaba prestar atención a nada que no fuera la amenaza de un ataque. Prestar atención a algo que no fuera el miedo era como levantar algo muy pesado usando una polea y una soga: resultaba factible, pero costaba esfuerzo y uno se cansaba, y en cuanto te descuidabas ya volvías a estar prestando atención a lo que menos querías.
En la pizarra se leía el acrónimo «SHEAM», que todavía no se había definido. Algunos examinadores venían transferidos desde otros centros o bien acababan de terminar los cursos de doce semanas que se hacían en las academias que la Agencia Tributaria tenía en Indianápolis o bien en Rotting Flesh, Louisiana. La orientación de estos últimos se hacía en otro lado y era más corta.
Los pequeños pupitres iban atornillados al costado de las sillas y obligaban a la gente a sentarse de una forma muy particular. Cada pupitre tenía una lamparilla de cuello flexible atornillada al costado del tablero, allí donde una persona diestra necesitaba colocar el codo para tomar apuntes.
La pizarra era más bien pequeña, y los GS-9 nuevos tenían que buscar en un folleto impreso algunos de los diagramas ilustrativos de los procedimientos que estaba explicando la Funcionaria de Formación. Muchos de los diagramas eran tan complicados que no cabían en una página doble y tenían que seguir en otras.
Primero les dieron varios impresos a rellenar. Se dedicó a recogerlos un hombre asiático. Era obvio que el personal de orientación creía que las sesiones de formación funcionaban mejor y resultaban más fáciles de seguir si la presentación la hacía más de una persona. Aquella no era la experiencia de Cusk. Su experiencia era que aquel hombre de las muñecas y la nuez prominentes no paraba de interrumpir ni de hacer comentarios innecesarios y que distraían. A David Cusk le resultaba mucho más fácil y seguro prestar atención a una sola cosa exterior a la vez.
—Una de las cosas de las que van a oír hablar ustedes mucho es de las cuotas. En las salas de descanso, al lado del dispensador de agua.
—El Centro no se engaña respecto a los rumores y las habladurías.
—A los examinadores más veteranos les gusta contar historias de cómo eran las cosas en los malos tiempos.
—Al nivel público, la Agencia siempre ha negado la existencia de cuotas como baremos del trabajo.
—Porque una de las cosas en las que estarán pensando, como es natural, es: ¿cómo se va a evaluar mi trabajo? ¿En qué se basarán las evaluaciones trimestrales y anuales de mi trabajo?
El hombre larguirucho escribió un interrogante en la pizarra. A Cusk le daban calor en los pies las deportivas altas, en una de las cuales había tapado cuidadosamente una rayadura usando un rotulador negro.
La Funcionaria de Formación dijo:
—Digamos, a modo de hipótesis, que en un momento dado aquí hubo cuotas.
—Pero ¿para qué?
—En 1984, la Agencia procesaba un total de más de sesenta millones de declaraciones individuales 1040. Hay seis Centros Regionales de Servicios y seis Centros Regionales de Examen. Hagan cálculos.
—Bueno, en 1984 este Centro tenía una producción anual de setecientas sesenta y ocho mil cuatrocientas declaraciones.
—Puede parecer que no salen las cuentas.
—Y eso es porque no son sesenta millones divididos entre doce.
—Deja fuera el factor de Martinsburg.
Los manuales de empleados que les habían dado contenían una foto a todo color del Centro Informático Nacional que tenía la Agencia en Martinsburg, Virginia Occidental, una de cuyas tres alambradas circundantes estaba electrificada y obligaba a barrer a sus pies todas las mañanas durante las migraciones de aves del equinoccio.
Surgió a continuación el problema de que la pantalla del proyector de diapositivas se bajaba por delante de la pizarra, de manera que todo lo que se escribía en la pizarra quedaba tapado cuando había que proyectar algún diagrama o esquema. Además, parecía que la pantalla tenía algún problema con el cierre del mecanismo de despliegue y no se quedaba desplegada, de manera que el ayudante de Personal tenía que agacharse y aguantar la anilla de la que se tiraba para desplegar la pantalla al mismo tiempo que evitaba que su sombra se proyectara en la pantalla, lo cual requería que prácticamente se pusiera de rodillas. La imagen que apareció en la pantalla del proyector de diapositivas era un tosco mapa de Estados Unidos con seis puntos ubicados en distintos lugares cuyos nombres quedaban demasiado borrosos por el haz difractado del proyector para leerse bien. De todos los puntos salían líneas discontinuas que confluían en otro punto situado un poquito por debajo del centro de la Costa Atlántica. Algunos de los nuevos examinadores de la sala estaban tomando apuntes sobre aquella diapositiva, aunque Cusk no se imaginaba en qué podían consistir aquellos apuntes.
—Digamos que una declaración 1040 que reclama que le devuelvan dinero llega al Centro de Servicios de la Región Oeste situado en Ogden, Utah.
La mujer señaló el bloque situado más a la izquierda. El hombre levantó una tarjeta perforada Hollerith, cuya sombra sobre la pantalla parecía el dominó más complicado de la historia.
Una de las persianas estaba enrollada de forma un poco ladeada, y por el hueco resultante se filtraba un plano de luz procedente de la orientación sur que empalaba el lado derecho de la pantalla. A continuación empezó a pasar una serie de fotografías en blanco y negro por el proyector automático, cíclicamente, demasiado deprisa y al mismo tiempo demasiado indefinidas por culpa de la luz del sol como para distinguirse bien. Parecía haber dos fotos incongruentes que mostraban una especie de escena en la playa o junto a un lago, pero pasaron demasiado deprisa para verse.
—Por supuesto, el Centro Regional de Servicios de ustedes está en East Saint Louis —dijo el hombre agachado en la parte baja de la pantalla. Tenía alguna clase de acento regional que Cusk no reconoció.
—Durante la temporada intensiva de procesamiento…
—De la que ahora estamos en el final…
—El procedimiento es básicamente el siguiente. Los empleados temporales sacan los fajos preligados de sobres de unos camiones especiales, les quitan las ligaduras y meten los sobres en una procesadora automática de correo, también conocida como PAC, que es una de las últimas mejoras introducidas por la División de Sistemas en materia de rapidez y eficiencia del procesamiento de declaraciones, con un pico de casi treinta mil sobres por hora. —Ya hacía unas cuantas imágenes que había pasado por la pantalla una foto publicitaria de una máquina de Fornix Industries del tamaño de una habitación, provista de numerosas cintas transportadoras, cuchillas y lámparas—. Los procesos automatizados de la PAC incluyen la clasificación, la apertura mediante cuchillas rotatorias ultrarrápidas, codificar los bordes de los distintos tipos de declaraciones y repartirlos por las distintas cintas transportadoras para que otros empleados temporales las abran manualmente…
—Luego los sobres vacíos pasan por un escáner luminoso especial que hay en la PAC para asegurarnos de que estén vacíos, una innovación que ha paliado muchos problemas administrativos que teníamos antes.
(La mayor parte de las fotografías solamente mostraban un montón de gente yendo y viniendo por una sala grande donde había muchas cubetas y mesas. Las diapositivas estaban tan desincronizadas con los datos que se estaban presentando que resultaba imposible prestar atención a ambas cosas: la mayoría de los pasapáginas dejaban de mirar la pantalla.)
—Después de abrir los sobres, lo primero que se hace es sacar todos los cheques y giros postales que hay dentro. A continuación se ponen en lotes, se registran y se llevan por correo especial al depósito federal más cercano, que en el caso de la Región Oeste está en Los Ángeles. Las declaraciones en sí se reúnen en lotes de acuerdo con los cinco tipos y estatus básicos.
El hombre soltó la pantalla y esta ascendió con un ruido seco que hizo dar un respingo a la gente de las primeras filas. El proyector seguía encendido, y una foto de varias mujeres negras con gafas de concha perforando tarjetas de datos se sobrepuso a la Funcionaria de Formación, que en aquel momento estaba señalando los códigos de las declaraciones de empresa —1120—, las de fundaciones y patrimonios —1041— y las de sociedades —1065—, además de las bien conocidas declaraciones individuales —1040 y 1040A— y las de empresas de tipo S, que también presentan las 1120.
—De todas estas, las únicas con las que van a tratar ustedes son las declaraciones individuales.
—Las de empresa y las fiduciarias, que, como saben ustedes, son las de fundaciones y patrimonios, se hacen en los centros de distrito.
El empleado de Personal, que estaba intentando apagar el proyector, dijo:
—Y las 1040 se dividen en simples y en Rollizas: las Rollizas incluyen tablas superiores a la A, la B y la C, o bien un exceso de tablas de apoyo o documentos adjuntos o bien más de un total de tres páginas de listado de Martinsburg.
—Todavía no hemos hablado de la parte del proceso que se hace en Martinsburg, sin embargo —dijo la FF.
—Lo que deben saber ustedes es que los exámenes de las 1040 se dividen en exámenes de a pie y en Rollizas, y que a ustedes les pertocan los de a pie, que son los 1040 y 1040A, relativamente sencillos, de ahí el nombre. Las Rollizas se hacen mediante exámenes inmersivos, de los que se encarga un personal más veterano, que en algunas organizaciones regionales también examina los 1065 y 1120S de ciertas clases de empresas tipo S.
La mujer extendió la mano de una forma que significaba aquiescencia.
Cusk se fijó en que casi toda la información que estaba ofreciendo el equipo de formación también estaba en el dossier de orientación, aunque el equipo la estaba presentando de forma distinta. Su asiento estaba en la tercera hilera empezando por el fondo y a la derecha del todo. Su miedo a tener un ataque quedaba considerablemente mitigado por el hecho de que no hubiera nadie cerca de él ni tampoco en posición de mirarlo de cerca. Un par de los nuevos examinadores que había al frente estaban sentados dentro de la columna de planos de luz del sol que se colaba por la persiana mal enrollada. Cusk intentó con todas sus fuerzas no imaginarse el calor que debían de tener aquellos empleados recién llegados o ascendidos, ni tampoco cómo de expuestos debían de sentirse, puesto que era consciente de que los demás no sufrían «ansiedad fóbica» hacia los ataques de sudor, combinada con otros términos como «obsesión ruminativa», «hiperhidrosis» y «excitación circular del sistema nervioso parasimpático», de acuerdo con el diagnóstico al que había llegado él mismo después de muchísimas horas de investigación clandestina —se había matriculado en unos cursos de psicología que no le interesaban a fin de construir una coartada verosímil para su investigación— en la biblioteca del Elkhorn-Brodhead Community College, y la conciencia de aquella ansiedad suya tan fuera de lo común era uno de los veintidós factores identificados que podían contribuir a predisponerlo a tener un ataque, aunque no era uno de los verdaderamente potentes. El ruido de la puerta al cerrarse detrás de él fue lo primero que alertó a David Cusk del hecho de que cierto cambio de presión que acababa de sentir no se debía a que hubieran encendido el aire acondicionado de la sala presurizada, sino a que alguien más había entrado, aunque girar la cabeza para ver de quién se trataba era una forma segura de atraer la atención de aquella persona hacia él, lo cual resultaba del todo imprudente porque existía la posibilidad razonable de que aquella persona que estaba llegando tarde se le sentara detrás, cerca de la puerta por la que acababa de entrar, y a Cusk no le gustaba la idea de que una persona con la que ya hubiera establecido contacto visual se le sentara detrás y tal vez le mirara el pelo de la nuca, que estaba sospechosamente húmedo. La mera perspectiva de que alguien lo mirara ya bastaba para mandarle a Cusk una pequeña réplica de calor por todo el cuerpo, y ahora notó que le aparecían unos cuantos puntitos de sudor en el nacimiento del pelo y justo debajo del párpado inferior, que eran los sitios donde solía aparecer primero el sudor.
Cusk se dio cuenta también de que se había perdido un minuto o más de la presentación formativa, a la que ahora devolvió su atención con una intensidad casi física. La FFC estaba hablando de tarjetas de control y de lotes de declaraciones que se mandaban a algún sitio que Cusk dedujo que podía pertenecer todavía al Centro de Servicios.
—Se numeran por lotes y luego se mandan a perforar.
Ella iba subrayando las sílabas acentuadas de todo lo que decía con el puntero, que era aproximadamente el doble de largo que una batuta de director de orquesta.
—Por medio de la perforación colectiva y los códigos binarios especializados, los operadores de rango GS-9 de las máquinas perforadoras escanean cada declaración y generan una tarjeta informática que contiene 512 puntos clave de información, desde el número de la Seguridad Social del contribuyente…
—Que tal vez oigan que aquí llamamos «nic». Que viene de NIC, Número de Identificación de Contribuyente…
El hombre se tomó un momento para escribir aquello sobre la pizarra mientras la FF de Control sostenía en alto dos tarjetas informáticas que desde la perspectiva de Cusk se veían más o menos idénticas.
—Por favor, fíjense en que tanto los Centros de Servicio como Martinsburg se han pasado a las tarjetas de noventa columnas —dijo la mujer—, lo cual aumenta la potencia informática del SDI o «Sistema de Datos Integrados» de la Agencia. —El proyector pasó a mostrar algo que más o menos parecía idéntico a las tarjetas que la GS-11 estaba sosteniendo en alto, aunque los agujeros de la tarjeta rectangular eran redondos. El logo de la corporación Fornix que había a un lado de la diapositiva era casi tan grande como la imagen de la tarjeta—. Esto puede, en algunos casos, afectar al diseño del listado que recibirán ustedes junto con cada declaración que examinen para ver si recibe auditoría.
—Porque es eso lo que van a hacer ustedes —dijo el ayudante de Personal—, examinar declaraciones para ver si las auditamos.
Primero Cusk fue consciente de un olor artificialmente agradable que venía de detrás de él, más agradable que el aire procesado de la sala y considerablemente más que el fuerte olor a queso cheddar curado que él imaginaba que debía de venir de su camisa húmeda.
—Si los datos de la tarjeta Powers afectan a su ISD-360 de alguna manera significativa, su Jefe de Grupo les suministrará formación especial suplementaria al respecto.
—Su Jefe de Grupo es el supervisor de su Líder de Equipo —dijo el ayudante de Personal.
—En conjunto, los datos comprenden el NIC, el código de ocupación, el número de familiares a cargo, la clasificación de los ingresos y deducciones, las cantidades de los W-2 adjuntos, los 1099 y otra información similar.
—Se trata de puras transcripciones —dijo el hombre—. En esta fase no hay exámenes.
—Todas estas cosas se transportan a Martinsburg, donde los Lectores de Tarjetas transfieren la información a los ordenadores centrales, que las comprueban en busca de errores aritméticos, cotejan los W-2 y las declaraciones de ingresos…
—Y localizan discrepancias muy básicas, que se registran en el listado interno de cada declaración.
—Los listados se conocen como «Memorando Interno 1040-M1» o simplemente como los «M1».
—Aunque al 1 se le adjuntan los últimos dos dígitos del año correspondiente a la declaración; por ejemplo, un 1040-M1-84 es el listado que acompaña a una Declaración de la Renta Individual 1040 de 1984.
—Aunque esos números sirven para clasificar las declaraciones en los archivos maestros, el listado en sí no tiene ninguna designación de código.
—En los Archivos Maestros, la ubicación de una declaración concreta sería el 1040-M1-84 más el NIC del contribuyente, así que en realidad se trata de un indicador de diecisiete caracteres.
—Esta gente no está aquí para que les impartamos orientación de Sistemas. La cuestión es que lo único que verán ustedes es que la declaración viene con un listado, porque el listado M1 y la declaración componen el expediente del caso, y que la tarea de los examinadores de a pie consiste en examinar expedientes para ver si hay que hacerles auditoría.
Cusk estaba empezando a amoldarse a los ritmos de la presentación dual y a las indirectas que le soltaba a su compañero la Funcionaria de Formación cada vez que la presentación se desviaba en forma de digresión o bien empezaba a tratar de algo comparativamente menos importante. La principal indirecta consistía en mirarse el reloj de pulsera, lo cual causaba que la sombra del puntero que llevaba en la mano sobresaliera a un lado, hacia el borde de la pantalla iluminada, y señalara directamente a la sombra del ayudante de Personal, pese al hecho de que los dos no se encontraban a la misma distancia del proyector. Además, los puntos relevantes los tenían también en el dossier de orientación. En aquella parte de su mente que era consciente de su propio nivel de excitación y situación en materia de sudor, de la temperatura de la sala, de la ubicación de todas las salidas y de las posiciones y campos visuales de toda la gente presente en la sala que podía ver si a él le venía un ataque —todo lo cual, como siempre que se encontraba en cualquier clase de situación pública a puerta cerrada, ocupaba una parte de su conciencia sin importar cuánto se concentrara en lo que estuviera pasando en términos de los asuntos oficiales de la sala—, Cusk fue consciente de la presencia de alguien que estaba detrás y un poco por encima de él, probablemente muy cerca de la puerta de entrada, posiblemente de pie y tratando de decidir dónde se sentaba. Y la posibilidad de que fuera una mujer —porque el aroma agradable que le traía el aire era perfume, resultaba razonable suponerlo, o bien alguna clase desacostumbradamente floral y afeminada de colonia de hombre— provocó que a Cusk le pasara otra oleada de calor por la cabeza y el cuero cabelludo, aunque no se trataba de una ola de calor realmente grave ni tenía la magnitud de un ataque.
—En esencia —dijo la Funcionaria de Formación de Control—, los Archivos Maestros nos permiten verificar las cuentas y encontrar discrepancias que si se buscaran a mano ocuparían varias horas de trabajo de un empleado.
—Dato —dijo el ayudante de Personal—: entre un seis y un once por ciento de las declaraciones anuales 1040 típicas contienen algún error aritmético básico.
—Pero los Archivos Maestros también permiten hacer comprobaciones cotejando años distintos y declaraciones distintas —dijo la FFC—. Ejemplos: la línea 11 y la línea 29 del 1040, que corresponden a la pensión alimenticia pagada y la pensión alimenticia recibida.
—Lo encontrarán en sus hojas de Protocolo de Examinadores de a Pie —dijo el ayudante de Personal—, pero básicamente el trabajo ya está hecho para cuando el expediente les llega a ustedes. Los Archivos Maestros de Martinsburg se encargan de cotejar con la declaración del cónyuge. Si hay una discrepancia, figurará en el M-1… Y el trabajo de ustedes consistirá en determinar si las cantidades en cuestión constituyen un asunto susceptible de auditoría.
—Y en caso de que sí, si se trata de una auditoría por carta a través del Módulo de CA, o sea, Correspondencia Automática, del CRE, o bien si a la Agencia le interesa mandar toda la declaración a su oficina local de Distrito para hacer la auditoría en sus oficinas.
—En esencia —dijo el ayudante de Personal—, ese es el trabajo de ustedes. Están en el frente donde se decide qué declaraciones reciben auditoría y cuáles no. A eso se reduce la cosa, en una línea. Y los criterios de qué es lo que se audita han cambiado sustancialmente en los últimos dos años…
—Un ejemplo más de cómo Martinsburg interviene en el proceso —dijo la FFC—. La línea 10.
El ayudante de Personal se dio una palmada teatral en la frente.
—Es la que los volvía locos en los años setenta.
—La línea 10 de Ingresos, en el 1040, requiere que el contribuyente declare las devoluciones en materia de impuestos estatales y locales en el caso de que esas devoluciones correspondan a un año en que el contribuyente ha detallado deducciones…
—… o sea, la línea 34A, es decir, la tabla A.
—Esto era una invitación abierta a que el contribuyente «recordara mal» si había detallado deducciones el año anterior. Se les animaba a pensar que no habían detallado nada el año anterior…
—… porque en ese caso las devoluciones no contaban como ingresos.
—… y antes de que se implantaran los Archivos Maestros, un contribuyente listo podía suponer de forma razonable que los examinadores no iban a comprobar aquel dato. Porque para conseguir la declaración del año anterior había que rellenar un impreso 3IR más un 12(A).
—Una Solicitud de Petición de Declaración —intervino el ayudante de Personal.
—Y había que recuperar esa declaración o bien de los archivos del Centro de Servicios o bien del Centro de Registros Nacional, y era un coñazo, y tardaba una semana en venir, y salía caro, sobre todo en términos de horas de trabajo y de costos de transporte y administración, y esos costos solían exceder con diferencia las cantidades bastante pequeñas de las devoluciones estatales o locales.
—La línea 10 era algo que simplemente no nos podíamos permitir comprobar —dijo el ayudante de Personal—. Por no mencionar el jaleo que suponía aguantar una declaración en la bandeja de entrada de tu mesa Calambre durante una semana mientras esperabas a que te llegara el 3R.
—Gracias a los Archivos Maestros, la opción de la línea 34A de la declaración anterior del contribuyente se podía comprobar de forma automática; ahora te salen alertas en el listado mismo diciéndote si la línea 10 se puede tratar como impuesto o no, a partir de las declaraciones anteriores y de los informes ER estatales.
—Aunque los sistemas informáticos de algunos estados no son compatibles con el de Martinsburg.
Ahora la temperatura de la sala, tal como la estaba experimentando David Cusk, era de 29 grados. Oyó el ruido distintivo de alguien que bajaba un asiento para sentarse directamente detrás de él y a continuación se sentaba y dejaba algo que hacía un ruido como de dos o más maletas u objetos personales en el asiento contiguo y por fin abría la cremallera de algo que sonaba como un portafolios; y ya no cabía duda de que era una mujer: ahora se notaba un olor no solamente a perfume floral sino también a maquillaje, que es algo que en una sala calurosa emite una amalgama distintiva de aromas, además de alguna clase de champú floral, y Cusk notó literalmente la presión de las esferas gemelas de los ojos de la mujer en el pescuezo, puesto que podía calcular con facilidad que su propia cabeza se interponía al menos en parte entre la visión de ella y el estrado. Si la mujer miraba la presentación, estaría viendo también al menos en parte la nuca de Cusk, y también la parte de atrás de su cuello, que su pelo muy corto dejaba al descubierto, lo cual quería decir que también vería claramente cualquier gota que le saliera del pelo de la nuca.
—Esa no es la cuestión. La cuestión es la eficacia y la economía, y es por eso que durante la próxima hora vamos a repasar detalladamente la configuración y el diseño del listado M-1 de Martinsburg. Todo énfasis en esta cuestión es poco. No son ustedes inspectores; su trabajo no consiste en captar todos los pequeños errores y discrepancias ni en mandar los 1040 a los que haya que hacerles auditoría.
—Eso abrumaría a las oficinas de Distrito, cuyos recursos de auditoría se encuentran gravemente limitados.
—La verdad es que… la presente División de Auditorías tiene capacidad para auditar una séptima parte de todos los 1040 y 1120 presentados este año.
—… aunque este año ustedes se van a ocupar principalmente de las declaraciones de 1984, puesto que hay una media de diez meses de desfase entre que se presentan las declaraciones y se someten a examen, aunque en la Región del Medio Oeste han reducido este desfase a casi nueve.
—La cuestión —dijo la FFC en un tono un poco cortante— es que el trabajo de ustedes consiste en determinar qué declaraciones presentan pruebas de una auditabilidad máxima en términos de a) rentabilidad y b) rapidez. Que son dos cosas vinculadas entre sí, puesto que cuanto más complicada sea una auditoría y más tiempo requiera, más dinero le va a costar a la Agencia y menor va a ser el incremento neto para la Hacienda Pública al final de la auditoría. Al mismo tiempo, es cierto que la magnitud del fraude se encuentra vinculada con la rentabilidad, puesto que llegados ciertos niveles preestablecidos de declaración fraudulenta se aplican penalizaciones por negligencia…
—… además de los intereses por todas las cantidades que se deben…
—… que se suman, a veces de manera significativa, a los beneficios netos de la auditoría.
Cuanto más empeoraba la cosa, más frío debería notarse el aire que entraba por la rejilla del techo, por contraste. Pero lo más perverso es que no era así: cuanto más subía la temperatura interna de Cusk, más caliente se notaba el aire que bajaba, hasta que llegado cierto punto ya era como un siroco o como el aire que sale al abrir el horno: caliente de verdad. Cusk no estaba teniendo exactamente un ataque, pero sí que estaba experimentando los revoloteos iniciales de un ataque, lo cual en cierta manera era peor, porque podía pasar cualquier cosa. Había empezado a sudar un poco, pero aquel no era el problema; la chica estaba justo detrás de él, y siempre y cuando el calor y el sudor no se dispararan hasta convertirse en un ataque propiamente dicho, la parte de atrás de su corte de pelo camuflaría las gotas de sudor. Solamente si la cosa se disparaba hasta convertirse en un ataque de verdad, donde las gotas de sudor de su cuero cabelludo crecían y ganaban densidad hasta transformarse en goterones y se dejaban arrastrar por la gravedad a lo largo de su cuello desnudo, existía alguna posibilidad real de que la mujer que tenía detrás se fijara en ellas y lo viera como un ser repulsivo o extraño. Existía, a modo de profilaxis, la opción de mirar atrás y determinar la edad y el atractivo de la examinadora femenina cuyo perfume y cuyo vago aroma a cuero procedente probablemente de un bolso envolvían a Cusk. Como el reloj de la sala estaba en la pared del fondo de la sala, había una excusa obvia para volverse un momento y mirar hacia atrás.
En el estrado, el ayudante de Personal estaba narrando la tremenda descentralización de la Agencia producida como resultado de los descubrimientos de la Comisión King en 1952, que había puesto mucha más autonomía y autoridad en manos de las cincuenta y ocho oficinas de Distrito, así como la posterior recentralización parcial del procesamiento y las funciones de auditoría automatizada a través de Martinsburg y los Centros Regionales, refiriéndose tanto a la «era de la Región» como a algo llamado «la Iniciativa», de la que Cusk no había oído hablar nunca. Cusk no había asistido a ninguno de los dos cursos introductorios de doce semanas que se impartían en los Centros de Formación Nacional de la Agencia en Indianápolis y en Rotting Flesh, Louisiana, puesto que ambos cursos ya estaban llenos para todo el año 1985. Lo que había hecho era contestar a un anuncio de trabajo de la revista Today’s Accountant, a la cual estaba suscrita la biblioteca del Elkhorn-Brodhead. Por entonces Cusk trabajaba colocando libros a tiempo parcial en aquella biblioteca como parte de su paquete de ayudas financieras.
—Hay dos Archivos Maestros, de los cuales esencialmente uno es para entidades empresariales y el otro para individuos, estructurados en ficheros que se mantienen durante periodos de tres años…
—Tres años que se corresponden con la ventana de auditorías para una declaración determinada, lo cual quiere decir que tenemos hasta el 15 de abril del año que viene para auditar y recuperar impuestos pendientes de las declaraciones presentadas para el periodo fiscal de 1982, algunas de las cuales puede que pasen por las mesas de ustedes como parte de los programas coordinados de examen que se generan o bien a través de Control o de Martinsburg.
Ahora Cusk estaba luchando desesperadamente para prestar atención hasta a la última sílaba que se pronunciaba en el estrado. Era la única esperanza que tenía de no empezar a obsesionarse por su temperatura central y su nivel de sudor, que ahora eran lo bastante elevados para hacerle sentir una especie de kipá de sudor en la coronilla, lo cual constituía uno de los cuatro síntomas principales de su ataque. Sabía que la cara le estaba empezando a brillar por el sudor, y esa era la razón principal de que hubiera optado por no darse la vuelta para registrar el nivel general de atractivo de la examinadora femenina impuntual que tenía detrás: dicho nivel podía o bien detener el ataque o bien convertirlo en un ataque de verdad que lo incapacitaría para sentir nada ni prestar atención a nada que no fueran sus portentosos flujos y sus sensaciones de calor incontrolable y de pánico total ante la idea de que lo vieran sudar de aquella manera.
El ayudante de Personal estaba describiendo a los 3.312 empleados del Centro 047 de la Agencia tanto en relación con sus turnos —el 58 por ciento trabajaban en el turno 1, de las 7.10 AM a las 3.00 PM, el 40 por ciento en el de las 3.10 a las 11.00 y luego había cierta actividad de mantenimiento y limpieza por las noches— como con los porcentajes desglosados de Examinadores, Personal de Oficina, de Procesamiento de Datos y de Administración, aunque Cusk se perdió la mayor parte de dicho desglose porque había entrado en las fases incipientes de un ataque de verdad, en las que su atención se replegaba y el estado de su propio cuerpo y su emisión de sudor ocupaban casi el 90 por ciento de su conciencia. Oyó que la mujer que tenía detrás estaba haciendo clic-clic con su bolígrafo de una forma nerviosa y arrítmica, y en una ocasión oyó también un ruido que solamente podía venir de ella descruzando y volviendo a cruzar las piernas enfundadas en lo que parecían ser unas medias muy finas, un ruido que mandó una oleada terrible de calor interior a través de Cusk, y que provocó que las primeras gotas le cayeran deslizándose desde las axilas y por los costados del torso, por debajo de la camisa de vestir y la chaqueta del traje asfixiantes. Bajó de forma automática la cabeza como hacía siempre que tenía un ataque, además de encogerse en su asiento de plástico tanto como pudiera sin llamar la atención, intentando hacerse lo más pequeño posible, visualmente, de cara a la mujer que tenía detrás, a quien ahora imaginaba como una chica despampanante de su misma edad, dotada de un porte y una compostura extraordinarias y de una cara redonda de porcelana con unos ojos azules que intimidaban y un aire general casi europeo de altivez. En resumen, la mujer de las fantasías de Cusk: aquel era, por así decirlo, el precio que él pagaba por quedarse demasiado paralizado por el miedo y la vergüenza como para calibrar la amenaza real de la mujer. Oyó que la Funcionaria de Formación de Control aludía a una página del Folleto de Orientación de Examinadores de la que la diapositiva que se estaba proyectando en aquel momento era una réplica exacta, punto por punto, mientras Cusk bajaba la cabeza sudorosa todavía más y fingía que estudiaba la página en cuestión del folleto, secándose de forma circunspecta cada goterón de sudor antes de que pudiera caerle sobre el papel y arrugarle un trozo del tamaño de una moneda de diez centavos de la página, por si acaso alguien necesitaba pedirle prestado su folleto y se preguntaba qué clase de cosa grotesca y asquerosa le había pasado al diagrama de la p. B-3.
Cusk se puso a calcular la distancia exacta que lo separaba de la salida en términos tanto de segundos como de número de pasos, mientras con otra parte de su cerebro calculaba los ángulos, las trayectorias visuales y las intensidades de la luz correspondientes a los distintos puntos del itinerario de retirada; con la periferia de su atención, por llamarlo de alguna manera. Entendía de forma instintiva que no todos los puntos del orden del día de los Examinadores de a Pie iban a revestir la misma importancia.
—Lo que tenemos aquí son las fases o elementos del triaje —dijo la FFC, y a continuación hizo una breve pausa mientras el ayudante de Personal definía «triaje» para quienes no estuvieran familiarizados con el término médico.
Claude Sylvanshine, sentado tres hileras más arriba y cuatro asientos a la izquierda de Cusk, estaba pugnando para intentar rememorar las distinciones entre las deducciones de los capítulos 162 y 212(2) en relación con las propiedades de alquiler, en lugar de las estadísticas de precipitaciones anuales en Zambia para los años pares transcurridos desde 1974, unas estadísticas que se manifestaban en forma de columnas destacadas de la página de un atlas de la OMS cuyo editor en jefe tenía alguna clase de debilidad psicomotriz.
—Si lo piensan ustedes bien, no les conviene adjuntar un Memorando 20 a una declaración solo porque, digamos, la línea 11 parezca declarar doscientos dólares de menos en la pensión alimenticia.
—Puesto que el impuesto adicional que se debe por los doscientos dólares de ingresos supone menos del 5 por ciento del coste adicional de llevar a cabo una auditoría.
—Sin embargo, pueden ustedes adjuntar un 20(a) y mandar la declaración a Recaudaciones Automáticas para una auditoría por carta.
—Eso dependerá de los protocolos de grupo que les dicten sus Jefes de Grupo y del dossier de protocolos de grupo que les den en su orientación de grupo.
—Que a su vez dependerá de la tarea que tengan en el grupo.
Alguien cuyo montón de maletas ocupaba el asiento contiguo al de Sylvanshine pero varias filas más arriba levantó la mano para preguntar qué quería decir «grupo» en el contexto de las tareas de los Exámenes de a Pie. Una cosa que resultaba extraña era que Sylvanshine no experimentaba intromisiones de datos relativos al niño misterioso con el que el doctor Lehrl viajaba y del que nunca se alejaba mucho, pese a que jamás parecía hablar con él. Sylvanshine sabía que el doctor Lehrl no era su padre, pero solamente porque se lo había dicho Reynolds. Daba la impresión de que el niño estaba rodeado de una especie de membrana factual impermeable o bien habitaba en un vacío de datos. El dato más importante que Sylvanshine recibía sobre David Cusk, cuyo nombre no conocía, eran las dimensiones del espejo del botiquín de su cuarto de baño, así como ciertas lecturas de temperatura en forma de doble columna, con las cifras de la columna izquierda más elevadas e iluminadas con una especie de luz roja cutre de emergencia.
En la página 16 había un diagrama de la estructura organizativa de los Examinadores de a Pie de la Rama de Control que mostraba el esquema de Cuadrilla-Equipo-Grupo-Módulo.
—El triaje estándar funciona de la siguiente manera. El listado M-1 de Martinsburg ya reflejará y enumerará ciertas incongruencias, ya sea en las cuentas, por ejemplo, tras cotejar la línea 29 de la declaración de un ex cónyuge con la línea 11 del expediente de ustedes…
—Esa es una de las razones por las que se manda una declaración a Examen… el hecho de que Martinsburg encuentre algo.
—Otras se mandan debido a criterios que, por lo menos a ustedes, les parecerán casi arbitrarios.
—Otra ventaja que tienen los Archivos Maestros: ahora más del 50 por ciento de las verificaciones aritméticas y cotejamientos se llevan a cabo de forma automática en Martinsburg, lo cual aumenta enormemente la eficiencia de ustedes y el número de declaraciones que este centro puede procesar y sobre las cuales puede tomar decisiones de cara a una auditoría.
—Pese a que el volumen de producción ya no es el criterio por medio del cual se juzga y evalúa el rendimiento del centro.
Una mueca involuntaria cruzó la cara del ayudante de Personal mientras hablaba. Sylvanshine conocía la talla de zapatos de aquel ayudante y su volumen total de sangre, pero no su nombre.
—Ahora los criterios de evaluación tienen que ver con los beneficios que genere la auditoría —dijo la FFC.
Sin mirarlos, el ayudante de Personal sostuvo en alto una tarjeta informática Fornix de doce columnas y un listado de papel de impresora.
La FFC dijo:
—Estas dos cosas representan el Memorando PP-47 más una subsección relativa al Módulo de cada cual, su Grupo, Equipo, Cuadrilla y margen de personal.
—Lo de «margen» se refiere a la proporción de impuestos adicionales obtenidos mediante auditoría en relación a los costes.
—… que incluyen el salario de ustedes, sus prestaciones, la vivienda subvencionada si la hay, etcétera.
—… es la nueva Biblia —dijo el ayudante de Personal.
Sylvanshine, con los ojos un poco en blanco, recibió una ráfaga de datos sobre la FFC que no deseaba conocer, incluyendo la composición de su ADN mitocondrial y el hecho de que este era ligeramente raro debido a que su madre había estado tomando talidomida hasta cuatro días antes de que la retiraran abruptamente de la circulación. La Funcionaria de Formación Pam Jensen llevaba un revólver del calibre 22 en el bolso: se había prometido a sí misma pegarse un tiro en el paladar después de su presentación de formación número 1.500, que a su ritmo actual de trabajo llegaría en julio de 1986.
—En los malos tiempos, lo era el volumen.
—El examinador de a pie medio podía liquidar entre veintisiete y treinta declaraciones diarias.
—Ahora podrían bastarles cuatro o cinco expedientes al día. Si las proporciones Auditorías-Costes son buenas, podrían ustedes conseguir unas evaluaciones semestrales del trabajo excelentes.
—Por supuesto, cuantos más expedientes produzcan a diario, más posibilidades tendrán ustedes de encontrarse con expedientes de proporción alta, y más posibilidades de tramitar Memorandos 20 que generen ganancias sustanciales.
—Sin embargo, no les conviene concentrarse en procesar el mayor número de expedientes hasta el punto de no poder identificar las declaraciones especialmente provechosas.
—Preferimos no usar el término «provechosas» —dijo la FFC—. Preferimos el término «fraudulentas».
—No obstante, una declaración puede ser descaradamente fraudulenta y al mismo tiempo presentar una línea 23 tan baja que en realidad resulte más eficiente no hacer nada con ella y en cambio tramitarle un 20 a otra declaración que aunque contenga pocos errores o incongruencias, en realidad presente una estimación de auditoría mucho mayor.
—Estas cuestiones es mejor dejarlas para su orientación de grupo.
Ahora a Cusk le caían de las puntas del pelo verdaderos goterones de sudor, mientras un grito inaudible le resonaba por dentro.
—Bien —dijo la FFC—. Ahora vamos a hacer una pausa para dejarles a ustedes que recuperen las fuerzas y a continuación procederemos con los criterios generales para decidir entre Auditoría y No Auditoría.
Iba a haber una pausa. David Cusk no se había permitido a sí mismo plantearse aquello. Las luces se iban a encender. Todo el mundo se iba a levantar y marcharse al mismo tiempo. Si él se quedaba, la preciosidad que tenía sentada detrás le iba a ver el cuello empapado de la chaqueta y el oscurecimiento en forma de V que el sudor le estaba dejando en la camisa de vestir azul, y es que había sido un impulso arrogante e idiota el que lo había llevado a ponerse aquella camisa en lugar de ponerse una de color blanco más prudente y con menos peligro de oscurecimiento. Se iba a quedar allí sentado y encogido, fingiendo que examinaba el esquema en papel de impresora del M-1 que venía con su dossier de orientación, con la temperatura corporal llegándole a los 38 grados y el sudor cayéndole de las puntas del pelo en forma de gotas bien visibles por los cuatro costados, que le salpicarían el dossier, las mangas de la camisa, el costado chisporroteante de su lámpara en forma de tobera… estaba claro que todo el mundo lo iba a ver. Si se levantaba, sin embargo, y se unía a la multitud que subía por los pasillos en rampa hacia las dos salidas de incendios, resultaría imposible que la gente no viera lo que le estaba pasando, incluyendo a la hermosa y altiva mujer francesa o tal vez italiana que había detrás de él. Era el escenario de sus pesadillas. Pensar de aquella manera era una forma casi segura de provocarse un ataque, que era lo último que David Cusk quería en el mundo. Se obligó a sí mismo a levantar la cabeza. El foco caliente que sentía encima no existía. La mujer que tenía detrás era una persona, también tenía problemas y no le estaba prestando toda su atención a él: esto último era una ilusión. Lo único que le importaba de la cabeza de él era que le quedaba justo enfrente, obligándola a cruzar las piernas mucho y sentarse hacia un lado para poder ver el estrado y la pantalla, donde ahora reverberaba una imagen partida por la mitad de dos escritorios mientras la FFC intentaba ajustar la imagen del proyector con un aparatito de mano conectado al proyector por un cable que se le había enredado con una pierna.
Sylvanshine, antes de su viaje matinal, se había olvidado de aclararse el champú del pelo. Era esto lo que le estaba confiriendo un peinado en forma de llama.
David Wallace, entretanto, no estaba disfrutando de ninguna sesión de orientación general con flamante pase de diapositivas incluido. En cambio, lo habían llevado (alguien que no era la señorita Neti-Neti) —y sin oportunidad de comer nada— al Anexo del CRE y a una salita en la que él y cuatro hombres más, todos ellos de rango GS-13, estaban ahora escuchando una presentación sobre el Impuesto Mínimo sobre Preferencias, que al parecer tenía su origen en la administración demócrata de Lyndon Johnson en los años sesenta. La sala era pequeña, estaba mal ventilada y no tenía ni pizarra ni instalaciones audiovisuales. Sin embargo, sí que despedía un fuerte olor a rotulador para pizarras. Todos los demás hombres de la sala llevaban ropa conservadora y sombrero, estaban muy serios y tenían unos cuadernos de Hacienda que venían en carpetas de cuero sintético con el sello y el lema de la Agencia Tributaria grabados en la portada; David Wallace no había recibido un cuaderno de aquellos, de manera que estaba tomando apuntes en su cuaderno privado, doblado de tal manera que no se viera la etiqueta del precio de la esquina superior derecha.
La presentación era árida a más no poder y parecía tener un nivel muy alto y la realizaba un tipo que llevaba traje negro y chaleco negro por encima de algo que parecía ser o bien un jersey de cuello cisne blanco —lo cual habría sido grotesco, con el calor que hacía— o bien uno de aquellos cuellos de camisa almidonados de quita y pon victorianos que los hombres se ponían y se abrochaban con gemelos en la última fase del proceso victoriano de vestirse. El tipo se mostraba muy seco e impersonal y se limitaba a hacer su trabajo. Parecía una persona muy severa y austera y tenía unos huecos grandes y negros en las mejillas y debajo de los ojos. Se parecía un poco a las representaciones populares de la muerte.
—Señalaremos, sin embargo, que el Acta de Reforma Fiscal del 78 revisó las tendencias expansionistas de las provisiones del 76, eliminando tanto las deducciones por ganancias a largo plazo como el exceso de deducciones detalladas del índice de preferencias relevantes.
El término «preferencias» ya se había usado varias veces. No hace falta decir que David Wallace no sabía qué quería decir el término «preferencias», ni tampoco que era la forma ingeniosa que tenía el Congreso de reducir la carga fiscal de cierta banda impositiva sin bajarles la tasa fiscal; simplemente se concedían deducciones o provisiones especiales que hacían que ciertas porciones de los ingresos quedaran exentas de la base impositiva, unas provisiones que en la Agencia se conocían colectivamente como preferencias. Más tarde, gracias sobre todo a Chris Acquistipace, David Wallace averiguaría que el Grupo de IMP / IMA tenía la tarea de hacer cumplir ciertas provisiones especiales que las actas del 76 y del 80 habían establecido para liberar de pagar a ciertos individuos y empresas de tipo S extremadamente ricos mediante el uso de lo que se conocía como «refugios fiscales», que en la práctica venía a ser no pagar impuestos. El Grupo de Inmersivos al que David Wallace había sido asignado formaba parte del Módulo de Inmersivos IA / R (siglas de Impuesto Alternativo / Refugio). Sería embarazoso declarar abiertamente cuánto tiempo tardó David Wallace en averiguar esto, incluso después de varios días de examinar expedientes de forma ostensible.
—Vemos, sin embargo, que el acta del 78 también añadía a la lista de preferencias elegibles el exceso de Costos de Perforación Intangibles sobre cualquier ingreso declarado procedente de la producción de gas y petróleo, lo cual en la práctica atacaba los refugios de base energética del shock del petróleo de mediados de los setenta, de acuerdo con el §312(n) del código revisado.
La forma en que David Wallace estaba fingiendo que tomaba notas era limitarse a copiar hasta la última palabra que el instructor decía, más o menos lo que hacía en aquellas clases de la universidad en las que alguien que no podía asistir a clase porque se había ido a esquiar o porque tenía una resaca terrible le contrataba para tomar apuntes. Era una de las razones de que la mano izquierda de David Wallace estuviera mucho más musculada y fuera más robusta —sobre todo el músculo entre el pulgar y el índice, que se le abultaba cuando el lápiz presionaba sobre el papel— que la derecha. Era capaz de transcribir a mil por hora.
—Las provisiones más relevantes para sus protocolos de Memorando 20 son el hecho de que en el 78 se elevó la tasa fiscal de las Preferencias de Impuestos Alternativos al 15 por ciento y se estableció la exención de PIA para lo que fuera más alto: o bien a) 30.000$, o b) el 50 por ciento del impuesto requerido correspondiente solamente al año en curso, una provisión que los Archivos Maestros vuelven superflua pero que las provisiones del acta del 80 se saltaron.
Uno de los GS-13 levantó el bolígrafo —no la mano, solamente el bolígrafo, con un pequeño y elegante movimiento de muñeca— e hizo alguna clase de pregunta absurdamente complicada que David Wallace no apuntó porque estaba ocupado flexionando y distendiendo la mano para mitigar algo que le ocurría siempre que se pasaba más de unos minutos transcribiendo, que era que la mano izquierda le adoptaba automáticamente una especie de forma de garra escritora y se le quedaba así hasta después de terminar de transcribir, a veces durante más de una hora, obligándole a escondérsela en el bolsillo.
—En marzo de 1981, y sujetas a refinamiento en el caso de las fiduciarias y de ciertas industrias especializadas, como por ejemplo, si no recuerdo mal, la madera, el azúcar y algunas legumbres, las provisiones relevantes que este Grupo necesita examinar para el cálculo de las PIA son las siguientes, excluyendo las secciones del código salvo cuando sean inmediatamente relevantes, unas secciones que encontrarán ustedes en forma de índice cruzado en las especificaciones 412 de su 1M: 1. El exceso de depreciación acelerada en las propiedades de la Sección 1250 por encima de la depreciación en línea recta. 2. Con posterioridad al ARF del 69, la amortización a más de sesenta meses de ciertos artículos asociados con el control de la polución, las instalaciones de atención infantil, la seguridad en las minas y los monumentos históricos nacionales que exceda a la depreciación en línea recta. 3. El exceso de reducción de porcentaje por la base ajustada de una propiedad a final de año. 4. Los elementos pactados en las opciones cualificadas de compra de acciones, según el ARF del 76. 5. El exceso de Costos de Perforación Intangibles en relación a los ingresos por combustibles fósiles, tal como se ha mencionado antes. —(David Wallace no tenía tiempo para levantar la vista de sus apuntes. Estaba intentando rodear con un círculo las palabras y los términos que no conocía, suponiendo que iba a poder encontrar una biblioteca. Aquella lista no estaba en su manual; no les habían dado manuales. Parecía que daban por sentado que los presentes ya conocían aquellas cosas. A fin de mitigar sus sensaciones de confusión y de miedo, Wallace había optado por convertirse a sí mismo más o menos en una máquina de transcribir)—. 6. Toda depreciación acelerada que exceda la depreciación en línea recta sobre las propiedades de la Sección 1245 arrendadas a terceros.
El hombre estaba completamente inmóvil mientras hablaba. David Wallace no creía haber visto nunca a nadie que no llevara a cabo por lo menos unos cuantos movimientos nerviosos e inconscientes cuando hablaba en público. Aquella quietud corporal resultaría más inspiradora si David Wallace no estuviera tan abrumado y presa del pánico, y además de volverse un autómata que transcribía, David Wallace estaba llevando a cabo la otra gran actividad compensatoria que llevaba a cabo siempre que estaba en una situación en la que todo el mundo parecía entender exactamente de qué se estaba hablando salvo él, algo que le había pasado en ciertas situaciones sociales en el instituto de secundaria de Philo, en donde David Wallace no había formado parte de ninguna pandilla en concreto sino que había rondado en los márgenes de varios grupos distintos, desde atletas de segunda fila hasta el consejo de estudiantes y los frikis cinéfilos, y a menudo llegaban a él cotilleos o referencias a situaciones de grupo de las que no tenía ningún conocimiento directo, de manera que se veía obligado a quedarse allí con una sonrisa y asintiendo con la cabeza como si supiera exactamente de qué se estaba hablando. Por no mencionar una vez en que, en pleno arrebato de hybris absurda de alumno medio borracho de primer curso, había aceptado un encargo tremendo que requería asistir a una clase de Literatura Rusa Existencialista y del Absurdo y escribir los trabajos de clase para el hijo rico y atormentado de un juez del Tribunal Supremo del Estado de Rhode Island que estaba matriculado en aquella clase, y después había descubierto que no solamente todas las lecturas y antecedentes críticos sino también el seminario en sí eran en ruso, un idioma del que David Wallace no entendía ni hablaba ni una sola silaba mal chapurreada, de manera que había tenido que sentarse allí con una enorme sonrisa rígida en la cara y transcribir las versiones fonéticas de todos los sonidos sobrenaturales e increíblemente rápidos que emitía todo el mundo que ocupaba aquella aula todos los martes y jueves de nueve a diez y media durante tres semanas, hasta que por fin se le ocurrió una excusa verosímil para desvincularse del trato. Dejando al cliente —que seguía matriculado— con su propia clase especial de dilema existencial. La cuestión es que era eso lo que David Wallace hacía en aquella clase de situaciones: adoptar y mantener a la fuerza una sonrisa enorme que él imaginaba que transmitía tranquilidad y una familiaridad confiada con todo lo que estaba pasando, pero que en realidad, sin que él lo supiera, por culpa de su rigidez distendida y de su falta de implicación con la mirada, además de la situación dermatológica, en realidad parecía el rictus agónico de alguien a quien le estuvieran arrancando lentamente la piel de la cara, y por suerte todos los recién transferidos examinadores inmersivos de rango GS-13 de la sala y empleados técnicos de alto nivel especialistas en refugios fiscales eran demasiado serios y estaban demasiado concentrados y metidos en los protocolos antirrefugio —porque eso era lo que resultó ser el Equipo al que David Wallace había sido erróneamente asignado tras producirse su confusión de identidades sin que fuera culpa de él (aunque aquella orientación podría haber sido el lugar indicado para levantar la mano): un Equipo dedicado al examen y evaluación de los refugios fiscales para individuos y sociedades limitadas en materia de bienes inmuebles, agricultura y arrendamientos apalancados, que constituía un componente pequeño pero importante de la Iniciativa Spackman— para fijarse de ninguna forma más que periféricamente incómoda en aquello, ni en la juventud de David Wallace y su traje de pana (que en la Agencia Tributaria venía a ser algo así como llevar un Speedo y zapatones de payaso), ni tampoco en su ausencia de sombrero.
La cuestión Auditoría / No Auditoría, que ocupaba una diapositiva entera en blanco y negro, era según aquella gente el meollo mismo y la razón de ser de los Exámenes de a Pie.
—¿Son ustedes policías?
El ayudante de Personal levantó las manos, las agitó y gritó: «Nooo». Se trataba de la misma parte de la presentación en falso estilo evangelista que Sylvanshine había visto en el CRE de Filadelfia cuando tenía veintidós años. El ayudante de Personal guardaba su colección de monedas en una caja fuerte portátil situada en la parte de atrás de un armario que debía de ser de su madre o de su abuela, a juzgar por el estilo de los vestidos y los abrigos que colgaban del perchero.
—¿Son ustedes jueces de la virtud cívica?
—Nooo.
—¿Son burócratas sádicos que deciden arbitrariamente a qué contribuyentes les estropean la vida sometiéndolos a la ansiedad y a los inconvenientes de una auditoría, intentando exprimirles hasta la última gota de sangre del cuello que les están pisando con la bota?
—No.
—En esencia, en la Agencia Tributaria de hoy día, ustedes son hombres de negocios.
—Y mujeres de negocios. Gente de negocios. O, mejor dicho, empleados de algo que les apremiamos a que consideren un negocio.
—¿Qué declaraciones resulta provechoso auditar?
—¿Cómo se decide esto?
—Cada grupo de examinadores lo hace de forma distinta. Su orientación de grupo les dará los detalles.
Ayudante:
—O su Equipo, puesto que hay Jefes de Grupo de aquí que tienen a sus distintos Equipos siguiendo criterios distintos.
—Casi se los puede considerar filtros; qué se deja pasar y a qué se le pone un Memorando 20 y se manda al Distrito.
—O señales, o alertas, de que por lo menos ha surgido una declaración que merece un examen exhaustivo.
—No van a mirar ustedes todas y cada una de las declaraciones con microscopio.
—Les conviene trabajar con sagacidad y con rapidez.
—Y rapidez quiere decir que con algunas sabrán enseguida que la auditoría no va a producir nada.
—Ese es el criterio: ¿acaso la auditoría va a producir un aumento máximo del beneficio cuando se le sustraiga el coste de auditar?
—Hay otro error común que tenemos que descartar. ¿Alguien tiene idea de cuál es?
David Cusk sintió un impulso terrible y totalmente atroz de levantar la mano. Parte de su estrategia para sobrevivir a la aglomeración inesperada que había provocado la pausa hasta poder encontrar un cuarto de baño había consistido en concentrarse en la última imagen proyectada en la pantalla del proyector de dispositivas, que al final la Funcionaria de Formación no había conseguido ajustar para que se viera con nitidez, pero que había sido una imagen a pantalla partida de dos escritorios o mesas, una de ellas cubierta de papeles e impresos, además de un par de artículos cuyos colores vivos podrían ser envoltorios de comida, y la otra limpia y ordenada, con todos los objetos bien colocados en montones y cestas etiquetadas. Cusk estaba bastante seguro de que la FFC quería hacer hincapié en el orden y en la organización y desterrar la idea de que un escritorio descuidado era señal de que su ocupante era un trabajador productivo. Entretanto, nadie más había levantado la mano. Le volvió a venir a la cabeza la idea de levantar la mano y provocar que la FFC lo señalara por encima de todas las cabezas que se giraban, de prestarse voluntariamente al foco de la atención de toda aquella gente, entre la cual se contaba la exótica recién transferida o inmigrada belga, a quien Cusk había conseguido evitar y no tener nunca en su campo visual directo y tampoco estar en el de ella durante la pausa, de la que él había regresado antes de tiempo, y por tanto no sabía que la mujer llevaba unas gafas tan gruesas que de haberla visto se habría dado cuenta de que era prácticamente ciega, por lo menos para todo aquel objeto que estuviera a más de un metro de distancia, y de que tenía unos ojos encogidos y con los iris extrañamente fruncidos, tan llenos de grietas y fisuras como el lecho seco de un río, y era igual de exótica que una boca de riego, y más o menos tenía la misma figura, de manera que habría dejado de preocuparle el que ella lo viera mojado o sudoroso. En todo caso, resultó que estaba en lo cierto.
—El error común es que un escritorio desordenado es señal de persona que trabaja duro.
—Dejen atrás la idea de que su función aquí consiste en reunir y procesar toda la información que puedan.
—Todo el desorden y el caos del escritorio de la izquierda se debe, de hecho, a su exceso de información.
—El desorden es información carente de valor.
—El sentido mismo de despejar un escritorio es librarnos de la información que no queremos y quedarnos con la que sí queremos.
—¿A quién le importa qué envoltorio de golosina está encima de qué papel? ¿A quién le importa qué memorando medio arrugado se haya quedado atrapado entre dos páginas de una Ordenanza Fiscal que pertenecía a un expediente de hace tres días?
—Olviden la idea de que la información es buena.
—Solamente es buena cierta información.
—«Cierta» en el sentido de «alguna», no de «cien por cien confirmada».
—Cada expediente que sometan a un examen de a pie constituirá una pletora de información —dijo el ayudante de Personal, acentuando la segunda sílaba de «plétora» de una forma que hizo que a Sylvanshine se le escapara un parpadeo involuntario.
—El trabajo de ustedes, en cierto sentido, consiste en coger cada expediente y separar la información valiosa y pertinente de la que no tiene valor.
—Y eso requiere criterios.
—Procedimiento.
—Su trabajo es un procedimiento para procesar información.
—Todos ustedes son, si lo piensan bien, procesadores de datos.
La siguiente diapositiva de la pantalla representaba o bien una palabra extranjera o bien unas siglas muy complejas, con todas las letras en negrita y también subrayadas.
—A los distintos grupos y equipos que hay dentro de cada grupo se les suministran criterios ligeramente distintos que les ayudan a saber qué tienen que buscar.
El ayudante de Personal estaba hojeando su esquema plastificado.
—En realidad hay otro ejemplo de eso de la información.
—Creo que ya lo han entendido.
La FFC tenía la costumbre de colocar un pie en perpendicular a su dirección normal y ponerlo a dar golpecitos furiosos en el suelo para indicar impaciencia.
—Pero figura justo aquí, después de lo del escritorio.
—¿Se refiere a lo de la baraja de cartas?
—A lo de la cola de la caja registradora.
Parecían creer que tenían los micrófonos apagados.
—Joder.
—¿Quién quiere oír otro ejemplo que ilustra la idea de procesar la información en lugar de reunirla?
Cusk se sentía fuerte y seguro de sí mismo, como le pasaba a menudo después de dejar atrás una serie de ataques y de que el sistema nervioso le quedara agotado y apenas capaz de excitarse. Le daba la sensación de que si hubiera levantado la mano y hubiera dado una respuesta que resultara no ser la correcta, tampoco habría pasado nada. «Qué más da», pensó. Lo de «qué más da» era lo que pensaba a menudo cuando se sentía garboso e inmune a los ataques. Estando de aquel humor desvergonzado, extrovertido e hidróticamente confiado había llegado a pedirles dos citas a sendas mujeres y luego no se había presentado a ellas ni tampoco había llamado a la hora acordada. Ahora llegó al punto de plantearse darse media vuelta y decirle algo desenfadado y hasta un poco coqueto a la ruidosa modelo belga de bañadores; ahora que estaba de subidón, quería que la gente le prestara atención.
A los ocho años, Sylvanshine tenía información sobre las enzimas hepáticas de su padre y su nivel de atrofia cortical, pero no sabía qué quería decir aquella información.
—Están ustedes en el supermercado mientras les suman los artículos de su compra. Cada artículo tiene un precio individual, como es obvio. A menudo viene en el mismo artículo, en una etiqueta adhesiva, a veces con el precio al por mayor también especificado en una esquina. En la caja registradora, la cajera introduce el precio de cada artículo alimentario, los suma todos, les añade los impuestos por venta correspondientes, que no son progresivos, porque esto es un ejemplo actual, y llega a un total, que luego ustedes pagan. La cuestión es: ¿qué contiene más información, el importe total o el cálculo de los diez artículos individuales? Pongamos por caso que en el ejemplo ustedes llevaban diez artículos en su carrito. La respuesta obvia es que la serie de todos los precios individuales contiene mucha más información que la única cifra que es el total. Pasa simplemente que la mayor parte de la información es irrelevante. Si pagaran ustedes cada artículo de forma individual, sería una cosa. Pero no es así. La información individual de cada precio solamente tiene valor en el contexto del total, así que lo que la cajera está haciendo en realidad es descartar información. Ustedes llegan a la caja registradora con un montón de información, que la cajera somete a un procedimiento para llegar al único dato que resulta valioso: el total más las tasas.
—Olvídense de esa idea profana de que la información es buena. De que cuanta más información, mejor. El listín telefónico contiene información a mansalva, pero si lo que están buscando es un número de teléfono, el 99,9 por ciento de esa información no es más que un estorbo.
—La información en sí no es más que una medida del desorden.
Sylvanshine levantó la cabeza de golpe al oír aquello.
—El sentido mismo de tener un procedimiento es procesar y reducir la información de su expediente hasta dejar solamente la información que tenga valor.
—También tienen que pensar ustedes en usar su tiempo de la forma más eficiente. No van a invertir el mismo tiempo en cada expediente. Lo que les conviene es dedicar la mayor parte del tiempo a los expedientes que les parezcan más prometedores, en el sentido de que puedan generar más ingresos netos.
—Ingresos netos es el término que utilizamos para la cantidad de ingresos adicionales que genera una auditoría menos el coste de auditar.
—Bajo la Iniciativa, a los examinadores se los evalúa tanto mediante los ingresos netos totales que producen como mediante la proporción de ingresos adicionales totales que producen por encima del coste total de las auditorías adicionales que se piden. Lo que resulte menos favorable.
—Lo de la proporción es para evitar que algún capullo se limite a rellenar un Memorando 20 para cada expediente que llegue a su mesa Calambre con la esperanza de hacer subir sus netos.
Cusk pensó lo siguiente: Un examinador que nunca tramitara ningún Memorando 20 tendría una proporción de 0 / 0, que es infinito. Sin embargo, el total de ingresos netos también sería 0, reflexionó.
—Lo importante es desarrollar e implantar procedimientos que les permitan a ustedes determinar lo más deprisa posible si un expediente concreto merece un examen más atento…
—… ese examen más atento también requerirá cierto tipo o tipos de procedimientos, que se combinarán con la propia creatividad de ustedes y el instinto que tengan para oler a gato encerrado…
—… aunque al principio de su servicio, mientras ustedes estén adquiriendo experiencia y afinando sus habilidades, será natural que se apoyen en ciertos procedimientos ya probados…
—… muchos de estos variarán según el grupo o el equipo.
—Las incongruencias en los Archivos Maestros, para empezar. Un asunto bastante obvio. La discordancia entre los W-2 que van con los 1099 y los ingresos declarados. La discordancia entre las declaraciones estatales y los 1040…
—Pero ¿por cuánto? ¿Por debajo de qué mínimos simplemente hay que pasar por alto una incongruencia?
—Estas son las cuestiones de las que se ocupará la orientación de grupo de ustedes.
Ahora Sylvanshine supo que dos parejas distintas de pasapáginas nuevos estaban emparentados sin saberlo, una de ellas por medio de un affaire sucedido hacía cinco generaciones en Utrecht.
Ahora David Cusk se sentía tan relajado y libre de miedos que casi se estaba mareando. Los dos encargados de la formación a veces establecían un ritmo y un concierto que resultaba relajante y descansado. Cusk tenía la rabadilla un poco entumecida de estar echado hacia atrás y un poco encogido en su asiento, con el codo apoyado informalmente en el escritorio plegable y la lamparilla irradiando un calor que no le afectaba de manera más directa que un informe meteorológico de otra región.
—¿Quién muestra un descenso desacostumbradamente grande en los ingresos o una subida de las deducciones en comparación con los años anteriores? Ahí tienen dos simples ejemplos.
—Y uno de los más importantes: ¿a quién se le han practicado auditorías fructíferas en los últimos cinco años? Esto aparece en algunos de los listados de Martinsburg, aunque no en todos.
—… a veces hay que encargar datos adicionales de los Archivos Maestros.
—Pero háganlo de forma disciplinada. Eviten la tentación de pensar que siempre van a necesitar más información. Se pueden ahogar en ella.
—Además, sale caro.
—Conozcan bien a su chico del carrito. Su chico del carrito es el GS-7 que hace de enlace entre los examinadores y el módulo técnico, donde los procesadores de datos pueden conseguirles información adicional de los Archivos Maestros si rellenan ustedes un formulario de solicitud de datos DR-104.
—No todos ellos son jóvenes. Lo del «Chico del Carrito» es más bien un término histórico.
—Además, los chicos del carrito son los que mantienen los expedientes en circulación, principalmente recogiendo los expedientes que ustedes hayan liquidado y manteniendo llenas las bandejas de entrada de sus mesas Calambre.
—No les traen refrigerios ni les hacen recados personales.
Cusk estaba planteándose las posibles ventajas de trabajar como chico del carrito en el caso de que ser examinador le resultara demasiado peligroso, en el sentido de someterlo a ataques y dificultarle la posibilidad de abandonar la sala. Daba la impresión de que los chicos del carrito se encontraban en movimiento más o menos constante, y el movimiento constante comportaba numerosas oportunidades de entrar un momento en el baño para comprobar la situación sudorípara y secarse el sudor de la frente. Por otro lado, lo más seguro es que también implicara un recorte salarial importante. Un pequeño borboteo que Cusk oía detrás de su espalda cada cinco minutos era el ruido que hacía el autolubricante de las gafas de Toni Ware al entrarle en los ojos.
—Conocerán ustedes a su chico del carrito en sus orientaciones de Grupo y de Equipo.
—Otros ejemplos generales: ¿quién se dedica a un negocio que mueve sobre todo dinero en metálico?
—¿Quién tiene deducciones por donaciones benéficas desacostumbradamente altas en comparación con la media de su nivel de ingresos?
—¿Quién se está divorciando? Por razones que ya les explicarán si son relevantes para sus Grupos, los divorcios suelen generar ingresos desacostumbradamente altos en auditorías.
—En parte por las liquidaciones de bienes y en parte porque a menudo los procedimientos dejan al descubierto una gran parte de la situación auditable sin que nosotros tengamos que invertir tiempo ni costes en sacar a la luz cosas como los ingresos ocultos.
—¿Quién tiene desgravaciones por depreciación inusualmente altas que se tendrían que amortizar a lo largo de varios años? Más del 40 por ciento de la depreciación acelerada de los 1040 es ilegal o por lo menos cuestionable mediante auditoría.
—Estos no son más que ejemplos de criterios pequeños y elegidos al azar.
—No los pueden usar todos. No serían capaces de tramitar sus expedientes lo bastante deprisa.
—Algunos equipos examinan cada título en relación con las declaraciones de los dos años previos. Esto se llama términos de intervalo. La finalidad es buscar descensos grandes en los ingresos o picos de las deducciones.
—La intuición desempeña su papel. A veces hay cosas que se ven raras. Que justifican el hecho de tomarse un tiempo extra con un expediente.
—Esa es la gran ventaja de usar examinadores humanos. La intuición, la creatividad.
—Hay gente que tiene un talento especial para oler a gato encerrado.
—Las conjeturas no explican los ingresos netos de ciertos grandes examinadores, algunos de los cuales trabajan en este Centro…
—Un gato encerrado al que valga la pena perseguir.