Pre-juego: un modelo de entramado no normado

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os pequeñas tribus, A y B, entran una y otra vez en fricción cuando se dedican a cazar sus presas en una vasta zona selvática. Por motivos que no llegan a comprender, desde hace algún tiempo se les hace cada vez más difícil hallar alimento suficiente. La caza deviene menos productiva, la búsqueda de raíces y frutos silvestres presenta mayores dificultades. En la misma medida crece la competencia y la enemistad entre ambas tribus, Una está integrada por hombres y mujeres grandes, de fuerte contextura, con pocos jóvenes y pocos niños. Por causas desconocidas, muchos de sus hijos mueren poco después de su nacimiento. En la tribu hay muchos hombres viejos y escasos jóvenes. Sus adversarios son de una talla menor, de complexión menos fuerte, más ligeros y en predominio bastante más jóvenes. El porcentaje de niños menores de doce años es elevado entre ellos.

Ambas tribus entran así, pues, en oposición, se enzarzan en una lucha prolongada. Los individuos más menudos de la tribu A, que tienen muchos hijos, entran de noche al campamento de los otros, matan en la oscuridad indiscriminadamente y se retiran con presteza cuando los miembros de la tribu atacada, más lentos y pesados, intentan perseguirles. Estos se vengan al cabo de un tiempo. Matan niños y mujeres de los otros cuando los varones de la tribu están de caza.

Tenemos aquí, tal como sucede en cualquier relación duradera, un proceso de entramado. Ambas tribus son rivales por lo que hace a las posibilidades de obtener alimento, que escasea. Son recíprocamente dependientes: como en un juego de ajedrez, que originariamente fue también un juego de guerra, cada paso de una de las tribus determina el que dará la otra y viceversa. Los acuerdos internos de cada tribu están determinados en mayor o menor medida por su mutua dependencia. Una actúa en función de la otra: la interdependencia entre individuos o entre grupos de individuos en tanto que enemigos no es en menor medida una relación funcional que su relación en tanto que amigos, colaboradores, especialistas mutuamente dependientes debido a la división del trabajo. La función que cumplen unos para con otros se basa en último término en que, debido a su interdependencia pueden presionarse mutuamente. No hay explicación posible de las acciones, los planes y los objetivos de cada una de las tribus si se las contempla como decisiones libremente adoptadas, como planes y objetivos fijados por la tribu en solitario, cosa que parece así si se la considera en sí misma y aislada de la otra. Solo hay una explicación si se toman en consideración las presiones que, debido a su interdependencia, debido a su función bilateral y recíproca, —se ejercen mutuamente en tanto que enemigos.

El concepto de función, tal como se utiliza hoy en una parte de la literatura sociológica, también de la etnológica, y sobre todo en la teoría «estructural-funcionalista», se apoya no solo en un análisis insuficiente de los datos de hecho a los que se refiere sino también en una valoración que no se explícita en la explicación y el uso. La valoración consiste en que maquinalmente se entiende por «función» tareas de una parte que son «buenas» para la totalidad porque contribuyen al mantenimiento y la integridad de un determinado sistema social. Las actuaciones humanas que no hacen esto, o que parecen no hacerlo, son consiguientemente descalificadas como «disfuncionales». Es evidente que aquí se introducen en el análisis científico profesiones sociales de fe. Aunque solo sea por este motivo es útil tener presente la significación del modelo de las dos tribus en conflicto. En tanto que enemigas tienen una función recíproca que hay que conocer si se pretende comprender las actividades y los planes de cada una de ellas. Pero el modelo evidencia al mismo tiempo la insuficiencia del análisis de los hechos reales que está en la base del concepto de función en su uso predominante actual. «Función» se suele utilizar de un modo que induce a pensar que se trata primariamente de la determinación de una sola unidad social. El modelo da a entender que también el concepto de función, como el de poder, ha de ser entendido como un concepto de relación. Sólo se puede hablar de funciones sociales cuando se está en presencia de interdependencias más o menos coactivas. La función que las dos tribus ejercen una respecto de la otra en tanto que enemigas muestra con toda claridad este elemento de coacción. La dificultad que hay en el uso del concepto actual de función en tanto que calidad de una sola unidad social se deriva precisamente de que oscurece la interdependencia, la reciprocidad de todas las funciones. No se puede entender la función de A para B sin tomar en consideración la función de B para A. Es esto lo que se quiere señalar cuando se dice que el concepto de función es un concepto de relación. De todos modos, esto sólo se ve con claridad y nitidez cuando se consideran todas las funciones, incluidas las funciones de las instituciones, como aspectos de las relaciones entre los hombres —bien como individuos o como grupos. Entonces se ve también hasta qué punto se relacionan estrechamente las funciones que tienen los hombres interdependientes unos para otros con el equilibrio de poder entre sí. Trátese de las funciones de obreros y empresarios entre sí en las sociedades industriales, de las funciones de las querellas institucionalizadas entre dos grupos parciales de una tribu[22] de las funciones de los grupos gobernados y de los gobernantes, de las funciones de la esposa y del esposo, de padres e hijos, siempre están sometidas a pruebas de poder que normalmente giran en torno a problemas como: ¿quién utiliza más a quién?, ¿qué función para el otro, qué necesidad del otro es mayor o más pequeña? ¿Qué dependencia del otro es, por tanto, mayor o menor[23]? ¿Quién tiene más posibilidades de poder y, en consecuencia, puede dirigir en mayor o menor medida al otro, minimizar las funciones del otro o incluso privarle de ellas?

El modelo de pre-juego supone en cierto modo el caso extremo: en él se trata no solo de arrebatar determinadas funciones a la otra parte, sino la vida. Este caso extremo no debe perderse de vista en ningún análisis sociológico de entramados. Solo la conciencia de esta ultima, ratio de las relaciones sociales permite plantear la cuestión a la que ya se ha hecho alusión más arriba: ¿de qué modo ha sido y es posible para los hombres regular sus mutuas relaciones de tal manera que esta ultima ratio aparezca solo como un caso marginal en las relaciones sociales? Simultáneamente, además, este pre-juego, este modelo de relación no regulada, recuerda que toda relación entre personas es un proceso. Actualmente se utiliza este concepto como si se tratase de un estado inmutable que sólo llega a transformarse casi por añadidura. También el concepto de entramado remite a este carácter procesual. La cosa se ve muy clara si se considera de nuevo a título de ejemplo el curso de la lucha entre las dos tribus. Es de imaginar que en una lucha a muerte como esta, cada parte está permanentemente preparando su próximo golpe y, al mismo tiempo, vive siempre en estado de alerta para defenderse del inminente golpe de los otros. En una situación como esta, en la que no hay normas comunes en función de las cuales orientarse, cada parte se orienta según su idea de las fuerzas de que dispone la otra parte, de su fortaleza física, su astucia, sus armas, sus fuentes de aprovisionamiento y sus reservas. Esta fuente de poder, la fuerza relativa y en este caso sobre todo también la fortaleza física, es por consiguiente lo que se pone a prueba en las constantes escaramuzas, en los ataques. Cada parte trata de debilitar a la otra. Por tanto, estamos en presencia de un entramado en el que, paso a paso, se pone en juego la totalidad de la persona de cada cual. Es el modelo de un entramado espacio-temporal, de cuatro dimensiones. ¿Conseguirá la tribu de la gente de mayor estatura, más vieja, más musculosa, pero también más lenta, expulsar de su campamento a los más rápidos, más pequeños, menos expertos, pero más ágiles, y matar a una parte de sus niños y mujeres? ¿Conseguirán estos últimos provocar con diversos estratagemas a los primeros hasta que furiosos, corran tras ellos, caigan en las trampas que les han tendido y les maten? ¿Se debilitarán y destruirán hasta un punto en que ambos perecerán? Está claro lo que se quiere decir cuando se define esta relación como un proceso de entramado: solo es posible entender y explicar la sucesión de los actos de ambas partes en su mutua interdependencia. Si se considerase la sucesión de los actos de cada parte en sí misma, aparecería como carente de sentido. La interdependencia funcional de los actos de ambas partes no es en este caso menor que en el de una cooperación regulada. Y aunque en este entramado de los actos de ambas partes a lo largo del tiempo carezca de normas, el proceso descrito no deja por ello de poseer una estructura susceptible de análisis.