C
omte ha mostrado —señalando también en parte las causas— que el ámbito del objeto de la sociología es un ámbito sui generis que no puede explorarse por reducción a las peculiaridades estructurales biológicas o, como él decía, fisiológicas del hombre. Fue la comprensión de la autonomía relativa del ámbito del objeto de la «sociología» lo que supuso el paso decisivo para la constitución de la sociología como una ciencia relativamente autónoma. El problema no ha perdido nada de actualidad. Todavía hoy se intenta con reiteración, reducir la estructura de los procesos sociales a estructuras biológicas o psicológicas. Vale la pena, por tanto, ver de qué manera un hombre como Comte podía oponerse hace más de 130 años a esta visión.
En todos los fenómenos sociales observamos en primer lugar la influencia de las leyes fisiológicas del individuo y, además, alguna cosa particular que modifica sus efectos y que proviene de la acción de unos individuos sobre otros, complicada de forma singular en la especie humana por la acción de cada generación sobre la siguiente. Es así evidente que, para estudiar convenientemente los fenómenos sociales, hay que partir en primer lugar de un conocimiento más profundo de las leyes relativas a la vida individual. Por otra parte, esta subordinación necesaria entre los dos estudios no obliga ni mucho ni poco, a diferencia de lo que parecen creer algunos fisiólogos de primer orden, a considerar la física social como un simple apéndice de la fisiología (…) Y ello porque sería imposible tratar el estudio colectivo de la especie como una mera deducción del estudio del individuo, dado que las condiciones sociales, que modifican la acción de las leyes fisiológicas, son en este caso, la consideración más esencial. Así pues la física social debe basarse sobre un cuerpo de observaciones directas que le sean propias, sin perder de vista nunca su necesaria íntima relación con la fisiología propiamente dicha[14].
Muchas de las expresiones que usaba Comte tienen hoy otra significación. La expresión «especie humana» tiene en el presente un sabor decididamente biológico. Comte la utilizaba alejado de esa especialización como sinónimo de «humanidad»; y humanidad era para él lo mismo que sociedad.
La dificultad intelectual con la que luchaba se derivaba de que trataba de establecer la imposibilidad de disociar el estudio de las sociedades humanas del estudio de las estructuras biológicas de los hombres y, al mismo tiempo, la autonomía relativa del primero en relación con este último. Con nuestras experiencias y los instrumentos conceptuales de que disponemos hoy esta conexión es más fácil de establecer. En la propia biología se ha impuesto desde hace algún tiempo y en una creciente medida la idea de que existen tipos de organización en cuyo interior la jerarquía de niveles interdependientes de coordinación e integración funciona de tal manera que las interrelaciones que se dan en los niveles de coordinación e integración de mayor amplitud poseen una autonomía relativa frente a los de menos amplitud. Los planos más globales de coordinación no son, en su sustancia, otra cosa sino interrelaciones, esto es, figuraciones de los planos de integración menos globales, a los que hasta cierto punto controlan. Pero el modo de funcionamiento de los planos superiores de integración posee una autonomía relativa frente a los diferentes elementos: «La actividad en los planos inferiores está determinada siempre por la actividad en los superiores, pero la coordinación es en cada plano relativamente autónoma… El principio de la autonomía relativa de los diferentes niveles de coordinación e integración en el seno de este sistema jerárquico ha merecido en los últimos tiempos una atención particular.»[15]
Tal como se expone aquí esta consideración se refiere sólo a la estructura de organismos. Pero en tanto que modelo intelectual es de gran utilidad para la comprensión de la relación de los ámbitos objeto de cada uno de los tipos de ciencia entre sí. Las ciencias físicas, las biológicas y las sociológicas se ocupan de diferentes planos de integración del universo. Pero en cada plano se encuentran tipos de interrelación, de estructuras y de legalidades que no pueden explicarse ni entenderse a partir de los del nivel anterior de integración. Así, el funcionamiento de un organismo humano no puede explicarse sólo a partir de las características físico-químicas de los átomos que lo integran, ni el funcionamiento de un estado, de una fábrica o de una familia sencillamente a partir de las características biológico-psicológicas de los individuos que los integran. Comte percibió claramente la autonomía relativa de cada grupo de ciencias en el seno del sistema científico global. Dio expresión a este juicio sin proceder a su comprobación mediante investigaciones empíricas y modelos teoréticos. Tal como él lo formuló tenía un carácter aún intuitivo. Pero el problema estaba planteado. Se trata de resolverlo de manera más convincente. Como se verá, la consideración de esta cuestión jugará un destacado papel en lo que sigue. Mostraremos cómo y por qué el entramado de individuos interdependientes constituye un nivel de integración cuyas formas de interrelación, cuyos procesos y estructuras, no pueden derivarse de las características biológicas o psicológicas de los individuos que lo integran.