I

Él quería un rato de silencio en lugar de la radio, así que podría decirse que lo sucedido fue culpa suya. Ella quería un rato de aire fresco en lugar del aire acondicionado, así que podría decirse que fue de ella. Sin embargo, puesto que no habrían oído al niño sin que se dieran ambos factores, en realidad debería decirse que fue una combinación, lo que era muy propio de Cal y Becky, que habían funcionado en equipo durante toda su vida. Cal y Becky DeMuth, nacidos con diecinueve meses de diferencia. Sus padres los llamaban «Casi Gemelos».

«Becky coge el teléfono y Cal pregunta quién es», le gustaba decir al señor DeMuth.

«Cal piensa en dar una fiesta y Becky ya ha escrito la lista de invitados», le gustaba decir a la señora DeMuth.

Los hermanos nunca discutían, ni siquiera el día en que Becky, que por entonces vivía en un colegio mayor y estaba en el primer año de carrera, se presentó en el piso de estudiantes de Cal para contarle que estaba embarazada. Cal se lo tomó bien. ¿Sus padres? La noticia no les entusiasmó demasiado.

El piso de estudiantes de Cal estaba en Durham porque estudiaba en la Universidad de New Hampshire. Cuando dos años más tarde, Becky (que en aquel momento aún no estaba embarazada, aunque eso no significa que fuera virgen) eligió la misma facultad, a nadie le sorprendió en absoluto.

—Por lo menos, así él no tendrá que venir a casa todos los fines de semana para estar con ella —dijo la señora DeMuth.

—A lo mejor ahora estaremos un poco más tranquilos —dijo el señor DeMuth—. Después de veinte años, tanta fraternidad ya empezaba a cansar un poco.

Por supuesto, no lo hacían todo juntos, porque obviamente Cal no era responsable del bombo de su hermana. Y el plan de preguntar al tío Jim y a la tía Anne si podía ir a vivir con ellos una temporada, hasta que naciera el bebé, había sido solo de Becky. A sus padres, que se habían quedado estupefactos y aturdidos por los acontecimientos, les pareció una opción tan razonable como otra cualquiera. Y cuando Cal sugirió que él también podía tomarse el semestre de primavera libre para cruzar el país en coche juntos, el señor y la señora DeMuth no protestaron demasiado. Incluso aceptaron que Cal se quedara con Becky en San Diego hasta que naciera el bebé. Así Calvin podría buscarse algún trabajillo para colaborar con los gastos.

—Embarazada a los diecinueve —dijo la señora DeMuth.

te quedaste embarazada a los diecinueve —replicó el señor DeMuth.

—Sí, pero yo estaba casada —señaló la señora DeMuth.

—Y con un tipo estupendo —se sintió obligado a añadir el señor DeMuth.

Ella suspiró.

—Becky elegirá el primer nombre y Cal el segundo.

—O viceversa —dijo el señor DeMuth también con un suspiro de su esposa. A veces, los matrimonios también se vuelven «Casi Gemelos».

Un día, poco antes de que los hermanos se marcharan a la costa Oeste, la madre de Becky invitó a comer a su hija en un restaurante.

—¿Estás segura de que quieres dar al bebé en adopción? —le preguntó—. Ya sé que no tengo derecho a preguntártelo porque solo soy tu madre, pero a tu padre le ha entrado la curiosidad.

—Aún no lo sé —dijo Becky—. Cal me ayudará a decidirlo.

—¿Y qué hay del padre, cariño?

Becky puso cara de sorpresa.

—¡Bah!, no tiene ni voz ni voto. Resultó ser un imbécil.

La señora DeMuth suspiró.

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