5. La fabricación del guante

El maestro guantero-perfumista empezaba por preparar las pieles, haciendo que tuvieran el mismo espesor, lo que se llamaba «rozar a mano». Luego, arrollaba todas las pieles, las sumergía en agua y las mantenía de esa forma hasta que hubieran absorbido suficiente líquido. Luego las extendía o las «ponía a lo ancho» y la extensión de la piel decidía la longitud de los guantes. Después, las estiraba a lo largo y daba a las grandes piezas de un guante ya cortado la forma y tamaño adecuados. Guardaba su molde en un paño donde conservaban su humedad hasta que pudiera armarlos. Ponía los pequeños trozos de piel cuadrados entre los dedos del guante. Después, determinaba las hendiduras: la del medio establecía el largo y las otras dimensiones del guante, luego las otras se hacían en función de los dedos. Les daba a éstas su longitud rebajándolas. O sea, las roía con las tijeras para quitar lo superfluo de la piel. Colocaba las piezas en el brazo. Doblaba el guante en dos, le colocaba las piezas entre los dedos y lo enviaba a la costurera. Ésta cosía los guantes con seda o con una especie de hilo muy fuerte que se llamaba hilo para guantes. Cuando los guantes volvían de la costurera se los cepillaba con un cepillo que no debía ser duro ni blando. Luego se los frotaba con blanco de España y se les quitaba lo que sobraba. Se los cepillaba y los guantes estaban listos para ser engomados. Para hacerlo, había que disolver goma en agua, filtrarla a través de un lienzo y batirla con una vara hasta que se blanqueara y espesara. Cuando parecía tener la consistencia ligera, se extendía el guante en un mármol, se empapaba una esponja sólida y se lo engomaba en toda su superficie. Esta operación estaba destinada a fijar el blanco que se le había pasado. Había todo tipo de guantes: los guantes de pelo (con la parte del pelo hacia afuera), los guantes sobre la piel (lo inverso de los anteriores), los guantes rozados o no (guantes de pelo a los que se les ha quitado la flor o que eran de superficie brillante o fina), los guantes doblados llamados a la inglesa, los guantes del halconero, los guantes simples o bordados con hilos de oro, los guantes gruesos, los forrados, los semiforrados, los rellenos, los glaseados y los guantes perfumados.