Oye, ¿y con esto qué quieres decir?…
Ya sé que es un cuento, no soy tan bruta, y que la puta te la has inventado, pero esa Julia soy yo, y Lola es Ena. Y es una hipócrita que se la pega a su amiga…
No me digas que no. A mí me has convertido en una tía reprimida, maleducada y carcundia, y con un chocho descolorido que no tiene nada que ver con el mío, envidia cochina que me tienes, zorra, que lo tengo precioso. Y a mi ex lo has puesto de sádico y baboso que te has pasado; aburrido sí, y tacaño como él solo, pero de vicioso nada, ¡ojalá!, mejor me lo hubiera yo pasado. En fin, hija, qué imaginación más enredadora; entre lo que inventas y lo que cambias no hay modo de aclararse. Pero a lo que iba: lo que está claro es que esa Lola es Ena y que es más falsa que Judas. A la chita callando y como quien no quiere, como si no lo tuviera planeado de antemano, lo que hace es quedar con la puta, aprovechando que la amiga tiene que ir a trabajar. Y sí que lo tenía planeado, o por lo menos ya había dado algunos pasos: le sonríe a la otra, pero siempre cuando no pueden verla, debajo del agua, o cuando la amiga está yéndose a los vestuarios. Y, por el contrario, cuando la puta pasa a su lado ella desvía los ojos como si no la conociese. En resumen, que ha concertado una cita a espaldas de su amiga de siempre y sin que ésta se entere de nada. O sea, como Ena con nosotras, que se ha ido con el ángel o con quien sea, y nosotras aquí velando las armas como idiotas, esperando que se le ocurra dar señales de vida. ¿Es así o no?…
Pues yo lo veo muy claro. Esa Lola parece tímida y educada, y recatada: se pasa todo el rato diciéndole a la Julia que baje la voz… Por cierto ¿tú crees que yo chillo demasiado?… Bueno, es igual: parece una mosquita muerta, pero acaba haciendo lo que le da la gana. Igual que Ena. A fin de cuentas a Luis, excepto en el tema mujeres, lo ha manejado a su gusto y ha hecho siempre lo que ha querido, con mucha mano izquierda, eso sí, pero el resultado es que ha hecho toda la vida lo que a ella le gusta y a él le molesta, desde nadar en mar abierto hasta presentarse acompañada por Kostka en todas las movidas culturales. Y al final ha venido a dejarlo cuando él se está haciendo viejo; que a los treinta, seis años de diferencia no se notan, pero ahora sí, y encima se ha quedado con la casa y con un montón de dinero.
Y más cosas: no está claro que esa Lola sea lesbiana, pero tampoco se sabe qué es lo que quiere. Y con Ena pasa lo mismo. No digo que le gusten las mujeres, pero alguna vez te tengo que contar con detalle lo impresionada que se quedó el día que fuimos a oír a las feministas y se puso a hablar una que era lesbiana y Ena la oía en trance, como si fuese el Sermón de la Montaña. La verdad es que la tía hablaba muy bien y decía cosas sensatas y además se notaba que tenía experiencia…
No me acuerdo de todo porque fue antes de lo del ángel, fíjate dónde va la cosa, pero venía a decir que lo de estar con una mujer era algo normal, o sea, que ser lesbiana no es como ser negro, que naces así y no puedes cambiarte, sino que es una opción. Y que muchas mujeres no saben lo que les falta y se sienten desgraciadas y frustradas porque buscan en los hombres lo que sólo otra mujer puede darles. Y hablaba de mujeres casadas y con hijos que no sienten placer y que se sienten culpables por no sentirlo, porque nadie les ha dicho que hay otras formas de placer. Y habló también de la represión y del miedo que nos coacciona a todos y que impide que muchas personas, tanto hombres como mujeres, vivan plenamente su sexualidad, y que cada uno debe probar libremente y elegir aquello que satisfaga plenamente sus deseos. Y yo miraba a Ena con el rabillo del ojo y te digo que estaba que no respiraba. Y al salir no quiso comentarlo, ya sabes cómo se pone cuando no quiere hablar, que empieza con «no sé, no sé» y de ahí no hay quien la mueva, pues así…
No es que piense que le gustan las mujeres, pero en cuestiones de cama yo por Ena no pongo las manos en el fuego; bueno, ni por ella ni por nadie. ¿Quién iba a decir que dejaría a Kostka y se casaría con Luis, así, de penalti? ¿Y lo del ángel? Y ahora esto de irse en un velero sin avisar a nadie. O sea, que si un día se descuelga diciendo que se va con una señora, pues mira, una sorpresa más, pero yo estoy dispuesta ya a creérmelo todo. Y por otra parte, vamos a ver, y déjate de disimulos conmigo, ¿tú crees que a una mujer normal puede irle mal en la cama con Luis?…
Mira, tía, a mí no me vengas con cuentos, que cuando te dejó Lanis te quedaste hecha mierda, hasta que Luis tomó cartas en el asunto y a ti te cambió la cara. Y no era cosa de amistad, que para amigos ya nos tenías a mí y a Ena y a Kostka, siempre tan dispuesto a acompañarnos a donde fuera, las cosas como son. Y más de tu cuerda es Kostka, que sabe de todo y piensa parecido y hasta tiene tus mismos gustos en cine, mientras que Luis se duerme y hasta ronca en las películas que tú escoges. Pero tú andabas llorando por los rincones y fue añadirse él al grupo y cambiarte a ti la cara, volviste a sonreír, tía. Que me digas que estaba Ena por medio y que lo que no puede ser no puede ser, de acuerdo, porque eso mismo me pasa a mí. Pero que te empeñes en negar que te echó una manita bien echada, eso me lo juras en trance de muerte y me resisto a creerlo. Pero en fin, dejémoslo, que no quiero cabrearme más contigo. Lo que quería decir es que por mucho que se traumatizara Ena la primera vez en la cueva y hasta en el viaje de novios con esa chorrada de que nunca lo había visto desnudo, después tuvieron cinco hijos seguiditos, o sea que follaban a destajo y algo rara debe de ser Ena para no pasárselo bien con un hombre que es tan guapo, que está tan bien dotado y que presume de dejar a las tías satisfechas…
No sé a qué viene tanta sorpresa, maja; eres tú la que la has puesto de lesbiana en el cuento, que siempre haces lo mismo, tiras la piedra y escondes la mano…
¡Ah! ¿No es lesbiana? Pues no sé yo a qué viene entonces tanta sonrisita bajo el agua y tanto mirar el coño de la puta todos los días y tanta turbación. Porque aquí lo dice, que cuando se lo vio la primera vez se turbó, vaya palabreja, pareces el Páter, y que tuvo que hacer un largo de piscina para tranquilizarse. Chica, yo no me pongo nerviosa al ver el culo de una señora; el de un tío, puede, según sea, pero el de una tía, qué turbación ni qué leches. Y la amiga, la Julia esa, también lesbiana y más reprimida aún, que lo que tiene es celos de que mire a la otra, y con el pretexto de ponerle crema lo que quiere es darle una soba. Y además te digo otra cosa. Yo leo esto sin saber que es tuyo y pienso que la autora es de la acera de enfrente, porque tanto hablar de coños y tanta descripción, ya me dirás. Y, sin embargo, del ángel nada; lo despachaste que visto y no visto, ni una palabra, como si no tuviera polla, vamos…
Pues sí, no me ha gustado nada, ya que insistes, y además me cabrea que me saques como un gorda fofa y blancuzca y lesbiana y murmuradora y para remate tonta, que se la pegan sin que se entere. No me importa que los demás no se den cuenta de que soy yo. Yo sé que soy yo, que te has inspirado en mí, y me cabrea que me saques así, porque además no tienes ninguna razón por ningún lado que lo mires. A mí hasta me caen bien las putas, lo sabes de sobra, que, si de verdad fuese yo la de la piscina, ya estaba pegando la hebra con ella y enterándome de cómo se lo montan y qué les hacen a los tíos, que me muero de curiosidad, lo sabes bien porque lo hemos hablado mil veces, lo que daría yo por saber qué es lo que les hacen las putas caras a los tíos para cobrarles ese pastón y que se queden tan contentos. Así que yo no me reconozco en absoluto en esa marujona de la piscina, pero sé que soy yo, no lo sé explicar, pero lo sé y tú también lo sabes. Y me cabrea y me da pena; me da pena, ¿sabes?, que hables así de mí; creo que no me lo merezco…
Lo haces con todo el mundo, porque tampoco esa Lola de los cuentos es exactamente Ena, aunque se nota que es Ena. Y por lo menos a ella la sacas bien, un poco hipócrita, pero es su forma de defenderse de la gorda fofa que la quiere dominar y no la deja en paz. La que quedo mal soy yo, que no tengo ni una sola cosa buena, joder, ¡mira que decir que tengo el chocho descolorido!…
Lloro porque me da la gana y no es ninguna tontería; estoy harta de que todos creáis que soy tonta…
¡No, no quiero que lo rompas! No sea que por mi culpa se pierda una obra de arte, o que en el próximo me saques como una fanática que quema libros… ¡Que no quiero que lo destruyas, te digo!… Lo que me da rabia es que tú me veas así; que lo publiques me tiene sin cuidado. A fin de cuentas, quienes me conocen, me conocen, y saben que no soy así; y quienes no me conocen, no me conocen, y ya está. Pero lo que me gustaría es que alguna vez me sacaras bien, porque siempre que necesitas una marujona o una cotilla me sacas a mí. No me repliques, que es cierto. Y me importa un bledo que nadie lo vea. Lo veo yo, que soy la interesada…
Con quien puedes tener problemas es con Ena, porque no le va a hacer ninguna gracia lo de verse en los papeles; el cuento de la piscina, tira que te va, pero en el del velero no cabe duda de que es ella, aunque hayas metido cosas de lo tuyo con Lanis; hablas del ángel y eso no tiene vuelta de hoja. Y también Luis y Kostka andan por ahí, aunque se reconocen menos y no quedan mal. No sé, quizá lo mejor sea que los publiques cuando todos hayamos muerto como las memorias de Margarita Yourcenar. ¿O es que estás pensando?… ¡Dios mío!… Estás pensando que Ena ha muerto. Por eso has querido que leyese ahora esto. No es posible. ¡Oh, no, por Dios!…
¿Para distraerme? Yo no estaba preocupada. Has sido tú la que ha empezado a decir que podía estar entre las algas. Y para distraerme podías haberme dado algo más alegre y más optimista. Pero eso es pedirle peras al olmo… Mira, me voy a mi casa. Ena no va a llamar, y nosotras despiertas a estas horas no hacemos ya nada de provecho. Si hay noticias, llámame. Y si vais a salir a buscarla, avísame.