[1] La necesidad de condensar los materiales nos obliga a renunciar a una bibliografía más o menos detallada. Me limitaré, pues, a recordar las conocidas obras de Herbert Spencer, J. G. Frazer, A. Lang, E. B. Tylor y W. Wundt, de las cules he tomado todas las informaciones sobre el animismo y la magia. La personalidad del autor se afirma en la selección de los materiales y en las opiniones que los mismos le sugieren. <<

[2] E. B. Tylor, Primitive culture, tomo I, pág. 425 se­gunda edición, 1903; W. Wundt, «Mythus und Religion» tomo II, pág. 173, 1906. <<

[3] Wundt, l. c., capítulo IV, Die Seelenvorstellungen. <<

[4] Véase sobre este tema, además de los trabajos de Wundt y de H. Spencer, los artículos correspondientes de la Enciclopedia Británica, 1911 (Animismo, Mitología, etc.). <<

[5] L. c., pág. 154. <<

[6] Citado por Tylor, Primitive culture, I, pág. 476. <<

[7] Cultes, mythes et religions, tomo II, pág. XV, 1909. <<

[8] L’année sociologique, VII, 1904. <<

[9] Asustar a un espíritu por medio de ruidos y gritos es un procedimiento de hechicería pura; en cambio, ejercer presión sobre él, por el conocimiento de su nombre, es un acto mágico. <<

[10] «The magic art.», II, pág. 67. <<

[11] La prohibición bíblica de reproducir las imágenes de los seres vivientes no fue dictada por un prejuicio contra las artes plásticas, sino con el fin de desviar a los hombres de la magia, de la cual abominaba la religión hebrea. Frazer, l. c., pág. 87, nota. <<

[12] «The magic art.», II, pág. 98. <<

[13] En el Edipo rey, de Sófocles, hallamos un eco de esta creencia. <<

[14] «The magic art.», I, pág. 120. <<

[15] L. c., pág. 122. <<

[16] «The magic art.», I, pág. 420 y siguientes. <<

[17] Cf. el artículo «Magic» (N. W. T.) en la 11.ª edición de la Enciclopedia Británica. <<

[18] L. c., pág. 54. <<

[19] Formulierungen ueber die zwei Prinzipien des psychischen Geschehens. Jahrb. f. psychoanal. Forsch., III, 1912, pagina 2. <<

[20] El rey Claudio en Hamlet (III, 4): «My words fly up, my thoughts remain below. Words without thougts never to heaven go». <<

[21] Véase el capítulo precedente. <<

[22] Parece como si hallásemos siempre «inquietantes» aquellas impresiones que tienden a confirmar la «omnipotencia de las ideas» y el pensamiento animista en general, del cual nos ha desviado ya nuestro juicio. <<

[23] Más adelante tendremos ocasión de mostrar la existencia de un motivo de este desplazamiento sobre un acto insignificante. <<

[24] Véase Una teoría sexual, de Freud. <<

[25] «It is almost an axiom with writers on this subject, that a sort of solipsism or berkleianism (as Professor Sully terms it as he finds it in the child) operates in the savage to make him refuse to recognise death as a fact». Marett, Preanimistic religion, XI, 1900, pág. 178. <<

[26] Nos limitaremos a indicar aquí que el narcisismo primitivo del niño es decisivo para el desarrollo de su carácter y excluye la hipótesis de un primitivo sentimiento infantil de inferioridad. <<

[27] S. Reinach, «L’art et la magie», en la obra Cultes, mythes et religions, I, págs. 125 a 136. Piensa Reinach que los pintores primitivos que grabaron o pintaron imágenes de animales en las paredes de las cavernas de Francia no se proponían procurar un placer, sino exorcizar. Por esta razón, dice, se encuentran tales dibujos en las partes más oscuras e inaccesibles de las cavernas y no reproducen jamás la imagen de animales peligrosos. «Les modernes parlent souvent, par hyperbole, de la magie du pinceau ou du ciseau d’un grand artiste et, en général, de la magie de l’art. Entendue au sens propre, qui est celui d’une contrainte mystique exercée par la volonté de l’homme sur d’autres volon tés ou sur les choses, cette expression n’est plus admissible; mais nous avons vu qu’elle était autrefois rigoureusement vraie, du moins dans l’opinion des artistes» (pág. 132). <<

[28] Reconocida por medio de la percepción endopsíquica. <<

[29] R. R. Marett, Preanimistic religion, Folklore, XI, 2, London, 1900.—Cf. Wundt, Mythus und Religion, II, página 171 y siguientes. <<

[30] Admitimos que en esta fase narcisista primitiva no existe aún distinción entre las fijaciones libidinosas y las que provienen de otras fuentes de excitación. <<

[31] Principios de Sociología, tomo I. <<

[32] H. Spencer, l. c., pág. 179. <<

[33] Cf. mi memoria «A note on the Unconscious in Psichoanalysis» («Proceedings of the Society for Psychical Research», par t. LXVI, vol. XXVI, Londres, 1912). <<

[34] Frazer, «Taboo and the perils of the soul», pág. 152. <<

[35] Frazer, l. c., pág. 200. <<

[36] Frazer, l. c., pág. 237. <<