El estudio histórico del periodo es harto difícil. Y difícil resulta mantener el rigor histórico en un periodo tan lejano a nosotros. Recuerden que hablamos del 2600 a. C.
He intentado reflejar fielmente el reinado de Snefru y su hijo Keops.
Hay episodios fielmente reflejados en documentos históricos, como la escena de recreo de Snefru en el río, en la que se excita ante una red pegada al cuerpo de una mujer, en el papiro Westcar. Incluso la profecía que pongo en labios de Uni es real.
También es cierto que el cuerpo de la esposa real Heteferes fue profanado.
Este es uno de los grandes misterios del periodo.
Están documentadas las expediciones a Nubia de Snefru y su éxito comercial, como las de Keops a las minas.
El historiador Manetón establece el cambio de la dinastía III a la IV, encontrando razón suficiente para ello el que Snefru, hijo de Huni, lo fuera de una esposa secundaria.
En cuanto al famoso Rahotep, que fue sumo sacerdote de Ra, también hay discrepancias, como sobre casi todo. La mayoría de especialistas coinciden en que era hijo secundario de Huni, como el mismo Snefru.
Manetón también sugiere que Snefru llega al poder por causa de un pacto con el clero, lo que era perfectamente común.
También parece claro el hecho de que Keops fuese tan cruel como dice el célebre historiador, aunque las referencias sobre este tema no solo se limitan a tal fuente. Manetón decía que prostituyó a su hija entre los nobles para obtener fondos. No he querido pensar que llegase a tanto, aunque Manetón es claro respecto a su crueldad.
Espero que determinadas escenas en lo que respecta al trato cruel con los personajes femeninos no hieran a los lectores. No he querido dejar de reflejar la brutalidad de estos actos en contraste con la sociedad del momento, en que se trataba a la mujer con el respeto que merece. No había peor crimen que la violación y, por mi parte, mostrar la injusticia de estos horrores con la vehemencia que merecen creo que es un pequeño homenaje a las grandes mujeres del periodo y mi compromiso firme en contra de la violencia de género en cualquier tiempo o ámbito.
Hay discrepancias sobre si fue Keops o Kefrén el primero que se proclamó Hijo de Ra, aunque lo lógico es pensar que fue Keops el que inició la identificación del rey con un dios. Sí está claro que fue él quien rebajó el poder de la iglesia para atribuírselo a él mismo, tanto como que Snefru socializó el poder, quitó importancia a la nobleza y favoreció el cooperativismo de la agricultura, promovió el cuerpo de escribas, construyó casas de vida y creó una red de infraestructuras de riego.
No se sabe claramente de qué murió, aunque la enfermedad que describo era una de las más comunes en aquel tiempo.
Los autores aún especulan con la razón del cambio de construcción de mastabas a pirámides, y sobre todo, del cambio y la transición de la pirámide de Imhotep a la de Huni en Meidun, la romboidal en Dahsur, la pirámide roja y, especialmente, la de Keops.
Las pirámides de Snefru fueron el punto de partida o campo de experimentación, partiendo de los primeros pasos que dio Imhotep, para la concepción de las grandes pirámides que todos conocemos: perfectas en su forma, magnificencia, significado religioso y misticismo, alimentado por tantas leyendas.
Pero resulta claro que una vez construidas estas tres pirámides, no volvieron a levantarse moradas de eternidad tan complejas.
Evidentemente, la causa es la falta de recursos económicos y humanos, pero también la falta de medios técnicos. Los historiadores aún se preguntan por qué no se volvieron a repetir construcciones tan magníficas. Incluso en épocas de esplendor, los faraones pasaron a ser enterrados en el interior de montañas con forma de pirámide, aunque siempre imperfecta. Una burda imitación de aquellas construidas, cientos, miles de años antes.
Curiosamente, en Nubia se conservó el uso de pequeñas pirámides, numerosísimas, la mayoría de las cuales aún siguen cubiertas por la arena, sin descubrir o desgastadas por la erosión, no quedando de ellas sino túmulos.
La teoría que relaciona la constelación de Orión con la creación de la pirámide de Keops, su orientación junto con las otras dos grandes pirámides, y la disposición de los supuestos canales de ventilación desde la cámara interior, ha sido comúnmente aceptada en su versión más básica. Los autores coinciden en que no hay duda sobre la veracidad del concepto básico de Robert Bauval, en el que relaciona la disposición de las tres grandes pirámides con la posición en el cielo de sus tres estrellas más brillantes, ni de la creencia, totalmente novedosa, de que los canales apuntaban a Orión y servían para el tránsito del alma. La discrepancia surge cuando Bauval va más allá y pretende relacionar más pirámides del campo de Guiza con la constelación.
Pido perdón por utilizar los nombres conocidos de las estrellas de la constelación, así como otros nombres actuales, en vez de sus nombres originales, para ayudar a que el lector los identifique con rapidez, que ya tiene bastante trabajo con la retención de los complicados nombres egipcios.
Los datos de embalsamamiento son relativos, ya que la técnica fue variando y no obtuvo su perfección hasta el reinado de Keops, aunque sí es cierto que el cuerpo de Heteferes fue el primero que se embalsamó de acuerdo al nuevo concepto relacionado con la nueva forma de enterramiento.
La esfinge es la única gran licencia histórica que me he tomado. Su origen es toda una incógnita. Hay autores poco creíbles que dicen que es mucho más antigua que la IV dinastía, y que es una reminiscencia de las viejas grandes culturas perdidas en Egipto. Los autores cuestionan si se construyó en el periodo de Keops o en el de Kefrén. Nadie sabe a ciencia cierta si se trata de la cara de un faraón o de un príncipe real, con lo cual, dejo caer mi sugerencia novelesca, con la seguridad de que pudo ser perfectamente como yo lo cuento.
Incluso encuentro mucho más lógica mi propuesta que muchas de las teorías que se han escrito.
Sobre el uso de magia negra, estaba totalmente integrado en la vida común, hasta el punto de que uno de los médicos personales del faraón era un especialista en la materia. Se sabe que practicaban con médiums, aunque no hay tratados que lo describan con profundidad.
El personaje de Hemiunu es muy discutido. Hay quien dice que fue visir real. Hay quien dice que fue príncipe, hijo de Snefru. Personalmente, y tras contrastar todas las corrientes, yo no lo creo. En lo que sí hay unanimidad es en que se le atribuye la construcción de la pirámide de Keops, a pesar de que no hay seguridad, como lo demuestra el hecho de que su nombre no sea famoso como el del genial Imhotep.
Las fiestas de regeneración, como la de masturbación ritual, están perfectamente documentadas. He intentado reflejar su ceremonial y su enorme importancia.
Es muy complicado discernir cómo se hablaba en aquel tiempo, incluso cuál de los nombres de los faraones escoger, pues hay voces que suenan distinto, dependiendo de cada lengua. El criterio que he seguido, insisto, es el nombre que mejor comprenda el lector, ya que se usan vocablos y expresiones modernos, que quizás choquen; como ejemplo, ciudades con nombre helenizado o musulmán.
Reitero pues mi compromiso con el estudio de la época y mi obsesión por recrear el periodo de una manera justa. No pretendo imponer mis verdades, sino sugerir al lector que se embarque en el ameno estudio del antiguo Egipto.
De acuerdo con las creencias del antiguo Egipto, si se pronuncia en voz alta o dentro de uno mismo el nombre de un difunto, se le daba vida, así que me alegro de insuflar un poco de vida a estos maravillosos personajes.
Como todas mis novelas, el propósito, amén de los secundarios —el afán de recrear la vida cotidiana, la personalidad de las figuras históricas, la ruptura de tópicos, etc.—, es el de entretener, pues no hay otra verdad que el hecho de que una novela histórica, sin tener en cuenta de las verdades o ficciones que cuente, debe entretener al lector, hacerle pasar un buen rato, ponerle en la piel de los personajes y emocionar con sus sentimientos. Espero haberlo conseguido tanto como yo me he emocionado al meterme en la piel de estos personajes reales que son tan queridos para mí.
Si lo he logrado, me doy por muy satisfecho.
Y les doy las gracias.
Santiago Morata