—Por supuesto que sí —respondió. Vi su cara durante unos instantes y luego desapareció.

No me gustaba el tono en el que me había respondido. Parecía falso. Demasiado alegre.

—Dime la verdad —insistí—. ¿De verdad que me pondré bien?

No respondió.

Levanté la cabeza. Sentí un dolor muy agudo en la nuca.

Mamá había salido de la habitación. La oí ordenar los platos en la cocina.

Intenté llamarla. Pero apenas pude emitir un débil susurro.

Recliné la cabeza lentamente, la apoyé sobre el cojín del sofá y cerré los ojos.

Supongo que me quedé dormido. Me despertó el teléfono.

Miré la luz de la lámpara del techo. El teléfono no dejaba de sonar. Esperé a que mamá respondiera, pero no lo hizo.

¿Había salido y me había dejado solo en casa? No, no haría eso. ¿Dónde estaba?

Gimiendo, me apoyé sobre el costado para alcanzar el teléfono que estaba en la mesa de centro. Descolgué el auricular.

—¡Aaaay!

Lo había apretado demasiado contra la venda que me cubría la cabeza. Sentí un intenso dolor en la zona lateral de la cabeza.

—¿Diga? —pregunté con voz ronca.

Escuché a alguien respirando al otro lado de la línea. Y luego una voz que no reconocí.

—Espero que estés bien, Marco.

—¿Qui-quién es? —tartamudeé. Cerré los ojos con fuerza, intentando olvidar el dolor que sentía en la cabeza.

—Espero que estés bien —repitió la voz. Era la voz de un muchacho—. No quiero que te pase nada malo.

—¿Eh? ¿Que no quieres qué? —murmuré—. Ah… gracias. —Mantuve los ojos cerrados. La sien no cesaba de dolerme. Me costaba mucho mantener el auricular apretado contra el vendaje.

—¿Quién es? —pregunté de nuevo.

—No quiero que te pase nada malo —repitió el muchacho—. Porque, a partir de ahora, te tendrás que ocupar de mí.

—¿Cómo? —dije con voz ahogada—. No entiendo nada.

Silencio.

Respiré con profundidad. Decidí que repetiría la pregunta una vez más.

—¿Quién es?

—Soy yo —respondió el muchacho—. Keith.

—¿Keith?

—Sí. Soy Keith.

—N-no te conozco —tartamudeé.

—Pues deberías —replicó el muchacho con suavidad—. Deberías conocerme, Marco. Vivo en el sótano de tu casa.