Un test debe definirse para que pueda ser útil. ¿Cuáles son sus parámetros? ¿Cuál su exactitud? Con frecuencia un test no hace más que analizar al que analiza.
Manual Bene Gesserit para acólitas
La muerte del Danzarín Rostro que había suplantado a Thufir Hawat no pudo mantenerse en secreto mucho tiempo. Todo el mundo fue comprobado y encerrado mientras Sheeana y su cuadro de individuos certificados realizaban un recuento completo, aislaban y aprobaban nuevos equipos de seguridad; finalmente llevaron a todos los pasajeros de la nave a la sala principal de reuniones. Si era necesario, mientras les proporcionaran alimento, aquella cámara gigantesca podía albergar a cientos de personas durante días. Entretanto, Garimi permaneció en la cubierta de navegación, controlando el Ítaca.
Dado que todos —que ellos supieran— estaban en la sala de reuniones, si había algún traidor estaría atrapado. En los próximos días, mediante unas meticulosas pruebas, los Danzarines Rostro que pudiera haber entre ellos quedarían al descubierto.
Al principio, los niños más pequeños que habían nacido en la nave parecían pensar que se trataba de un juego, pero enseguida empezaron a inquietarse; la gente se sentía incómoda y recelosa, y no entendían por qué solo un puñado de personas podían entrar y salir en misteriosos recados. ¿Y por qué aquel espantoso y pequeño tleilaxu estaba en el grupo de confianza? A bordo, todavía eran muchos los que miraban abiertamente a Scytale con desprecio, pero él estaba acostumbrado. La raza tleilaxu siempre había suscitado desprecio y desconfianza. Y ahora ¿a quién culparían?
Después de trabajar a destajo todo un día, él y las doctoras Suk habían conseguido suficientes kits para hacer una comparación genética con todo aquel que aún no había sido probado. Como plan alternativo, también había creado suficiente gas con toxinas específicas para los Danzarines Rostro para llenar numerosos tubos, aunque Sheeana no había dado su aprobación para un experimento tan arriesgado… todavía no. No confiaban en él tanto como para eso, y mantenían el gas bajo un estricto control.
Él tampoco se acababa de fiar de ellos. Después de todo, era un maestro tleilaxu, tal vez el único que quedaba. En secreto, preparó un test alternativo y sorprendente, sabiendo muy bien lo que hacía. No se lo dijo a nadie.
Cuando todo estuvo listo, Scytale se sentó en una de las primeras filas para lo que esperaba sería un importante proceso de revelación. Observó a las inquietas Bene Gesserit, doctoras Suk, archivadoras y censoras. Entre el público, Teg se sentó junto al rabino y dos hermanas Bene Gesserit. Los niños ghola estaban unas filas más allá, todos ellos libres ya de sospecha. Duncan Idaho esperaba junto a una de las entradas selladas, y había hombres Bene Gesserit protegiendo el resto de salidas.
Mientras los reunidos esperaban, Sheeana habló desde el fondo de la sala, con palabras claras y poco precisas, con un toque de la Voz.
—Hemos descubierto a un Danzarín Rostro entre nosotros, y creemos que hay más en esta habitación.
Se hizo un silencio inquietante, durante el cual Sheeana trató de establecer contacto visual con cada individuo. A Scytale no le sorprendió que nadie se descubriera. Sin su gente, el viejo rabino parecía indignado y perdido. Teg, desde el asiento de al lado, le dijo que tuviera paciencia. El rabino miró con expresión furibunda, pero no dijo nada.
—Hemos creado un test. —Sheeana sonaba cansada, aunque su voz era atronadora—. Será tedioso y largo, pero todos debéis someteros a él.
—Espero que nadie hubiera hecho planes. —Duncan cruzó los brazos sobre el pecho y esbozó una sonrisa torva—. Las puertas permanecerán selladas hasta que el proceso se haya completado.
Scytale y los doctores Suk se acercaron al estrado con los kits, jeringuillas y frotis.
—Con cada uno de vosotros que salga limpio, las filas de aliados de confianza aumentarán. Ningún Danzarín Rostro podrá escapar al escrutinio.
—¿Quién era el Danzarín Rostro a quien habéis atrapado? —preguntó una de las hermanas con un deje de inquietud en la voz—. ¿Y por qué suponéis que hay más entre nosotros? ¿Qué pruebas tenéis? —Cuando Sheeana explicó cómo los gusanos habían matado a Thufir Hawat, la sala se llenó de murmullos de perplejidad.
El Bashar habló desde su asiento, con tono de repulsa y culpabilidad.
—Sabemos que el falso Thufir no puede ser responsable de todos los actos de sabotaje que se han producido. Estaba conmigo cuando varios de ellos tuvieron lugar.
—¿Y cómo sé que no sois todos Danzarines Rostro? —El rabino se puso en pie y miro indignado a Sheeana, a los doctores Suk, y sobre todo a Scytale—. Vuestro comportamiento siempre me ha resultado incomprensible. —Teg le obligó a sentarse de un tirón.
Sheeana no hizo caso de las preguntas del anciano y señaló a la primera fila.
—Empezaremos con el primer individuo.
Dos doctoras Suk se acercaron con sus kits.
—Poneos cómodos —dijo Sheeana—. Esto nos llevará un rato.
En cambio, para Scytale el proceso era básicamente una maniobra de distracción… y ni siquiera las Bene Gesserit lo sabían. Sí había algún Danzarín Rostro entre los presentes, en aquellos momentos se estaría sintiendo atrapado y estaría buscando una forma de evitar que lo descubrieran. Así pues, el maestro tleilaxu tenía que actuar enseguida, antes de que el cambiador de forma pudiera hacer algún movimiento. Mientras observaba a la extensa audiencia con detenimiento, sus dedos manipularon el pequeño artilugio que llevaba.
Si bien el lento proceso analítico era fiable, Scytale había preparado su plan secreto basándose en lo que sabía de los antiguos Danzarines Rostro creados por los maestros tleilaxu originales. Estaba convencido de que los nuevos cambiadores de forma procedentes de la Dispersión se parecían a los antiguos, al menos en sus respuestas más básicas. Sin duda genéticamente la base era la misma. De ser así, tal vez podría descubrirlos con aquel test secundario… y aunque no era seguro, esperaba que su carácter inesperado jugaría en su favor.
En el centro de la sala de reuniones, las doctoras Suk realizaron la primera prueba a una sumisa hermana. La mujer extendió la mano para que tomaran una gota de sangre.
Sin previo aviso, Scytale activó un emisor de silbidos muy agudos. Aquel sonido agudo subía y bajaba con intensidad, pero muy por encima de la frecuencia que puede captar el oído humano. En otro tiempo los Danzarines Rostro originales se comunicaban con los tleilaxu en un lenguaje cifrado de silbidos, una serie secreta de notas de programación grabadas en sus estructuras neurológicas. Scytale creía que aquel sonido irresistible haría que cualquier Danzarín Rostro perdiera su disfraz, al menos momentáneamente.
De pronto, entre las filas de asientos, el viejo rabino se sacudió, su cuerpo pareció crisparse. Su rostro curtido cambió y se volvió liso bajo la barba. Dejó escapar un grito sorprendido de indignación y se tiró al suelo. El anciano parecía inesperadamente ágil, flexible y furioso. Su rostro era neutro, con los ojos hundidos y nariz chata, como un cráneo desnudo hecho con cera medio fundida.
—¡Danzarín Rostro! —gritó alguien.
El rabino se movió como un torbellino y saltó sobre las Bene Gesserit.