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¿Cuál es la ventaja de la presciencia si sirve únicamente para mostrarnos nuestra caída?

NAVEGANTE EDRIK, mensaje al Oráculo del Tiempo

Los burócratas de la Cofradía tuvieron la audacia de convocar el crucero de Edrik a los astilleros de Conexión. Mirando al frente con sus ojos lechosos, el administrador Gorus anunció alegremente que el crucero sería equipado con uno de los nuevos compiladores matemáticos ixianos.

—No podemos depender de los suministros de especia. Debemos asegurarnos de que cada nave puede funcionar de forma segura si su navegante falla.

En los pasados dos años, más y más naves de la Cofradía habían sido equipadas con los odiados controles artificiales. ¡Compiladores matemáticos! No había motor o herramienta capaz de completar adecuadamente las proyecciones increíblemente complejas que realizaba un navegante. Edrik y sus compañeros habían evolucionado a través de la inmersión en especia, reforzando su visión presciente mediante el poder de la melange. No podía haber ningún sustituto mecánico.

Aun así, Edrik no tuvo más remedio que aceptar al equipo de operarios ixianos cualificados y arrogantes que le enviaron en una lanzadera desde los astilleros de Conexión. Aquellos hombres de labios apretados embarcaron bajo la mirada vigilante de la Cofradía, con sus expresiones de suficiencia, sus máquinas compiladoras y su peligrosa curiosidad.

Edrik, desde su tanque, temía que con la excusa de la instalación, se pusieran a fisgonear por la nave. La facción del navegante no podía arriesgarse a que aquellos hombres descubrieran el laboratorio de Waff, las truchas de arena modificadas genéticamente y los pequeños gusanos mutados que estaba produciendo en sus tanques. El tleilaxu decía estar haciendo grandes progresos y su trabajo debía permanecer en secreto.

Por tanto, cuando los instaladores ixianos estuvieron a bordo, Edrik se limitó a plegar el espacio sin comunicar a nadie adónde iba. Llevó el crucero vacío a una vasta extensión yerma entre sistemas solares y allí arrojó a los incrédulos ixianos, junto con sus malditas máquinas de navegación, al vacío.

Problema resuelto.

Sus actos acabarían por salir a la luz, pero eso era inevitable. Edrik era un navegante. Los simples administradores humanos no tenían ningún control sobre él.

Edrik sospechaba que aquel administrador traicionero y los suyos veían la crisis de la melange como una forma de apartar la responsabilidad de la Cofradía de los problemáticos navegantes; no querían realmente una nueva fuente de especia. Gorus se había convertido en un aliado, si no marioneta, de los ixianos. Edrik había visto las proyecciones y sabía que los administradores consideraban las máquinas de navegación más provechosas que los navegantes… y más fáciles de controlar.

Una vez expulsados felizmente los ixianos y sus máquinas, Edrik supo que había llegado el momento de convocar otra reunión con sus compañeros navegantes; necesitaban que el Oráculo del Tiempo les orientara. Y, dado que Conexión y otros planetas de la Cofradía estaban comprometidos por Gorus y los suyos, Edrik escogió un lugar que solo un navegante habría podido encontrar.

Una vez aprendían cómo hacerlo, podían plegar sus naves y llevarlas a otra dimensión, un universo no tradicional al que el Oráculo viajaba en ocasiones en sus exploraciones personales e incomprensibles.

Iluminados por la luz de siete estrellas recién nacidas, los gases cósmicos que remolineaban alrededor de su nave gigante parecían en llamas. La nebulosa se desplegaba en rosa, verde y azul, dependiendo de la ventana del espectro por la que Edrik decidiera mirar. Aquellas cortinas brumosas eran un espectáculo impresionante, un inmenso remolino de gases ionizados… y un lugar perfecto para ocultarse.

Cuando las naves se reunieron, los navegantes estaban bastante alterados, y su número era mucho menor de lo que Edrik esperaba. Hasta el momento, cuatrocientos cruceros habían sido decomisados, y sus componentes se habían utilizado para construir nuevas no-naves que dependían de sistemas de orientación artificiales. Diecisiete navegantes habían muerto de una forma horrible cuando vaciaron sus tanques. Edrik se enteró de que seis de sus compañeros habían preferido matar también a los ingenieros ixianos antes que permitir que instalaran sus compiladores matemáticos. Cuatro se habían limitado a desconectar las máquinas, y los equipos de ixianos que viajaban a bordo no se dieron cuenta de que sus sistemas ya no eran funcionales.

—Necesitamos melange —transmitió—. Por la gracia de la especia, podemos ver a través del espacio plegado.

—Pero la Hermandad nos la niega —dijo otro de los navegantes.

—Tienen especia. Gastan especia. Pero no nos la dan a nosotros.

—Las brujas la dan a la Cofradía a cambio de naves… pero los administradores nos han cortado el suministro. Se trata de la supervivencia de los navegantes, no de simple comercio. Nos hemos debatido con este problema durante años. El ghola tleilaxu finalmente ha encontrado la solución.

—¿Una nueva fuente de especia? ¿Ya ha sido probada?

—¿Hay algo que esté plenamente demostrado? Si va bien, podremos destruir a la corrupta y vieja Cofradía Espacial y ocupar su lugar. Debemos hablar con el Oráculo.

Edrik agitó sus manos diminutas y deformes.

—El Oráculo ya conoce nuestro problema.

—El Oráculo no se ha dignado ayudarnos —dijo otro.

—El Oráculo tiene sus motivos.

Edrik, flotando en su tanque, indicó que comprendía su confusión.

—He hablado con ella personalmente, pero quizá si le hablamos todos juntos conseguiremos que nos escuche. Convoquemos al Oráculo.

Utilizando sus mentes aguzadas por la especia, los navegantes lanzaron un mensaje a través del tejido espacial. Edrik sabía que no podían obligar al Oráculo del Tiempo a contestar —o la Infinidad del Oráculo, como en ocasiones se la llamaba—, pero intuía su presencia y su profunda inquietud.

Con un destello silencioso, una trampilla se abrió en el vacío y el antiguo contenedor llegó. No era exactamente una nave, puesto que el Oráculo podía viajar donde quisiera y plegar el espacio mentalmente, sin la ayuda de los motores Holtzman.

Incluso en aquel receptáculo pequeño e inofensivo, Edrik conocía muy bien el poder y la inmensidad de aquella mente altamente avanzada. Siendo humana, Norma Cenva había descubierto la relación entre especia y presciencia. Ella había desarrollado la tecnología para plegar el espacio, había creado las ecuaciones incomprensibles que Tio Holtzman había adoptado como suyas.

Aunque el Oráculo no utilizaba ningún medio conocido de comunicación, sus palabras sonaban con fuerza e implacabilidad en sus mentes.

—Vuestras preocupaciones son insignificantes. Debo encontrar la esquiva no-nave. Debo descubrir dónde la ha llevado Duncan Idaho antes de que el Enemigo la intercepte.

Con frecuencia el Oráculo escogía sus metas esotéricas sin explicarlas.

—Oráculo —dijo uno de los navegantes—, ¿por qué es tan importante la no-nave?

—Porque el Enemigo desea atraparla. Nuestro gran enemigo es Omnius… salvo que ha cambiado tanto desde su antigua forma como supermente informática como yo desde mi antigua forma humana. Las máquinas han completado sus proyecciones de alto orden. La supermente sabe que debe tener al kwisatz haderach, del mismo modo que yo sé que no debe tenerlo. —El Oráculo dejó que el silencio quedara suspendido en el espacio como un agujero, y entonces añadió un hiriente reproche—. Vuestro apetito por la especia no es una prioridad. Debo encontrar la nave.

E, interrumpiendo bruscamente el debate, desapareció de nuevo, se evaporó en un universo alternativo.

Edrik y los navegantes allí reunidos estaban perplejos. Los navegantes se morían, la especia se estaba agotando, los administradores estaban tratando de desbancar a la Cofradía… ¿y al Oráculo solo le preocupaba encontrar una nave perdida?