Un señor se dirige a Manig. «¿Le gusta esta cuchara?» pregunta. Alza la cuchara. Manig sacude la cabeza. «¿De verdad que no?» dice el señor. Luego le coge a Manig de la mano. Llegan a un túnel. Entran en el túnel. Allí, en la oscuridad, el señor se detiene, tira hacia sí de Manig, le muestra la cuchara y pregunta: «¿Tampoco en el túnel?». —«La cuchara tampoco me gusta en el túnel», dice Manig, después de que sus ojos se han acostumbrado a la oscuridad. Ahora los dos están parados en una llanura. En torno a ellos el viento. Entre ellos se yergue la cuchara. El señor gira la cabeza de golpe hacia la derecha, de manera que esta quede justamente encima de su hombro. Sus ojos se dirigen hacia la cuchara y después vuelven a Manig. «¿Y aquí qué?» pregunta el señor. «Aquí tampoco» contesta Manig. «¿Y con una pelota?» pregunta el señor. Señala la pelota. Están sentados en un árbol. Debajo de ellos las copas cimbreantes de árboles más pequeños, el mar a lo lejos. «Aquí tampoco», dice Manig. «En ningún sitio y jamás».
Reinhard Lettau, Auftritt Manigs.