Prosper Mérimée

Enséñase a los forasteros la casa de D. Juan Tenorio, y ninguna persona aficionada a las bellas artes ha podido pasar por Sevilla sin visitar la iglesia de la Caridad. Allí habrá visto el sepulcro de D. Juan de Maraña con esta inscripción, dictada por su humildad o, si se quiere, por su orgullo: Aquí yace el peor hombre que fue en el mundo. ¿Cómo dudar después de esto? Cierto es que después de haberos conducido a esos dos monumentos, vuestro cicerone os contará además cómo D. Juan (no se sabe cuál) hizo proposiciones extrañas a la Giralda, esa figura de bronce que corona la torre morisca de la catedral, y cómo la Giralda las aceptó; como D. Juan, paseándose algo beodo por la orilla izquierda del Guadalquivir, pidió candela a un hombre que pasaba por la orilla derecha fumando un cigarro, y cómo el brazo del fumador (que era el diablo en persona) se alargó tanto y tanto que pasó el río, y fue a presentar su cigarro a D. Juan, quien encendió el suyo sin pestañear ni aprovecharse del aviso. ¡Tan empedernido era!

Prosper Mérimée, Las ánimas del Purgatorio.