Un indio que quería aprender para curar, se bañaba con paico y con güibán colorado. Por las noches, soñaba.
Soñó muchas cosas y soñó que él no se moría del todo. Que por eso no lo podrían enterrar.
Cuando se murió, al rato despertó convertido en aribamia.
Comía indios y cangrejos y pajaritos y cucarachas. Comía de todo.
Un indio pensó que tenía que poner remedio al asunto y trató de matar el aribamia con machete, pero no moría. También con escopeta, con municiones, pero tampoco moría.
Por último, cogió una bala y le hizo una cruz en la punta del plomo y le disparó con ella y ahí mismo se murió el aribamia.
Luis Fernando Vélez.