A Jorge le gustaba comer la pared de su cuarto.
—¡No lo hagas! —le dijo su papá. Pero el niño Jorge siguió comiendo pared. Su papá fue entonces a la farmacia y le compró un frasco de pastillas de pared.
Jorge las comió todas y le creció una casa en la cabeza.
Era feliz jugando con la casa.
El papá se puso muy triste porque le decían:
—¡Qué niño tan raro tiene usted, señor!
Leonora Carrington.