Julio Ramón Ribeyro

Las grandes especies prediluvianas no sólo se conservan disecadas en los museos de Historia Natural. Ellas subsisten ocultas en nuestros propios rasgos. La linda muchacha solitaria del café «Select» bosteza creyendo que nadie la observa y veo aflorar a su rostro los rasgos del tiranosaurio.

Julio Ramón Ribeyro, Prosas apátridas (completas).

Por la misma vereda desierta por donde yo camino, un hombre viene hacia mí, a unos cien metros de distancia. La vereda es ancha, de modo que hay sitio de más para que pasemos sin tocarnos. Pero a medida que el hombre se acerca, el especie de radar que todos llevamos dentro se descompone, tanto el hombre como yo vacilamos, zigzagueamos, tratamos de evitarnos, pero con tanta torpeza que no hacemos sino precipitarnos hacia una inminente colisión. Esta finalmente no se produce, pues faltando unos centímetros logramos frenar, cara contra cara. Y durante una fracción de segundo, antes de proseguir nuestra marcha, cruzamos una fulminante mirada de odio.

Julio Ramón Ribeyro, Prosas apátridas (completas).