Juan Ramón Jiménez

EL RECTO

Tenía la heroica manía bella de lo derecho, lo recto, lo cuadrado. Se pasaba el día poniendo bien, en exacta correspondencia de líneas, cuadros, muebles, alfombras, puertas, biombos. Su vida era un sufrimiento acerbo y una espantosa pérdida. Iba detrás de familiares y criados, ordenando paciente e impacientemente lo desordenado. Comprendía bien el cuento del que se sacó una muela sana de la derecha porque tuvo que sacarse una dañada de la izquierda.

Cuando se estaba muriendo, suplicaba a todos con voz débil que le pusieran exacta la cama en relación con la cómoda, el armario, los cuadros, las cajas de las medicinas.

Y cuando murió y lo enterraron, el enterrador le dejó torcida la caja de la tumba para siempre.

Juan Ramón Jiménez, Cuentos largos.

Era una roca roja y verde, musgosa y sombría al setentrión, sus yerbas más altas se trasparentaban al sol del crepúsculo y por las hendiduras se veían campos de sol. Era un paraje grato, fresco y sombrío.

Yo descansaba en él de la vida, cuando apareció una mujer blanca, desnuda, y se acercó a la fuente.

Caía el cristal a su mano…

Juan Ramón Jiménez, Aforismos.

ALTA NOCHE

Salí al balcón. Las estrellas se habían puesto a descansar en los tejados, pero en cuanto me vieron alzaron su luz y su belleza y se pusieron a girar en el alto y hondo azul.

Juan Ramón Jiménez, Aforismos.

La vi pasar, lenta y pálida, uno a uno por todos los balcones alumbrados.

Juan Ramón Jiménez, Aforismos.

… ya los árboles empezaban a verme, y los pájaros me iban a hablar.

Juan Ramón Jiménez, Aforismos.