Herbert Alien Giles

LA DISCULPA

… La hermosa Hsi Shih frunció el entrecejo. Una aldeana feísima que la vio, quedó maravillada. Anheló imitarla; asiduamente se puso de mal humor y frunció el entrecejo. Luego pisó la calle. Los ricos se encerraron bajo llave y rehusaron salir, los pobres cargaron con sus hijos y sus mujeres y emigraron a otros países.

Herbert Alien Giles, Chuang Tzu, 182 (1889).