Dios mío, si creyera en ti, me dejaría llevar por ti hasta desaparecer, y me he dejado llevar y no he desaparecido porque creo en ti.
Gabriel Jiménez Emán, Los 1001 cuentos de 1 línea.
Había confundido tanto la vigilia con el sueño, que antes de acostarse, clavaba con un alfiler cerca de su cama un papelito que decía: «Recordar que mañana debo levantarme temprano».
Gabriel Jiménez Emán, Los 1001 cuentos de 1 línea.
Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
Gabriel Jiménez Emán, Los 1001 cuentos de 1 línea.
Quiso escribir los 1001 cuentos de 1 línea, pero sólo le salió uno.
Gabriel Jiménez Emán, Los 1001 cuentos de 1 línea.
Margarita me decía que nunca iba a morir. Siempre, desde niña, me repetía lo mismo, y yo, muy respetuoso de sus maravillosos caprichos, no me atrevía a contrariarla. Por eso cuando murió no lo pude creer. Nunca se sabe en esos casos.
Gabriel Jiménez Emán, Los dientes de Raquel y otros textos.
Aquel señor pensaba tanto en el Infinito, que una tarde se quedo dormido y desapareció.
Gabriel Jiménez Emán, Los dientes de Raquel y otros textos.
Se encontraba en medio del tribunal, todas las miradas de los jueces clavadas negramente en él. Esperaba la sentencia.
—Lo condeno a vivir para siempre —dijo uno de los esqueletos.
Gabriel Jiménez Emán, Los dientes de Raquel y otros textos.