Francis Ponge

LA RANA

Cuando la lluvia hace rebotar sus menudas agujillas sobre los prados saturados, una enana anfibia, una Ofelia manca, apenas como un puño de grande, salta a veces al paso del poeta y se arroja al estanque próximo.

Dejemos huir a ese manojo de nervios. Tiene hermosas piernas. Todo su cuerpo se aguanta como una piel impermeable. Sin ser casi de carne, sus largos músculos son de una elegancia que ni es carne ni pescado. Pero para poderse desprender de los dedos, la virtud del fluido se alía en ella junto a los esfuerzos de un ser vivo. Tiene bocio, jadea… Y ese corazón que bate con violencia, esos párpados rígidos y esa boca despavorida, me hacen apiadarme y soltarla.

Francis Ponge, Piezas.