Felisberto Hernández

Oía un gran viento parecido a conversaciones ruidosas.

Felisberto Hernández.

X sacó del bolsillo unos lentes cuyos cristales, aparentemente gruesos, eran recipientes en los cuales ponía líquidos. Veía a través de ellos. Descubrió en una iglesia que dos personas sentadas en lugares distintos, hombre y mujer, emanaban cierto vapor (como el del asfalto en verano). Después de mucho tiempo descubrió que esto ocurría cuando coincidieran en pensar el uno en el otro. X se acerca a la persona y mira encima de su cabeza. Esa evaporación o especie de fuego fatuo se descubre con el líquido. Hay líquidos que equivalen a un vidrio de aumento, simplemente. Pero otros dan cualidades diferentes a las percibidas por simple aumento. Ese fuego fatuo sólo se da en el instante de coincidencia de pensamientos en cierta etapa de ciertos enamorados.

Antes yo le pregunté si era corto de vista. Me dijo que no, que lo que pasaba era que sus lentes contenían un líquido con el que experimentaba muchas maneras de ver a las personas.

Felisberto Hernández.