Ernst Jünger

ENDIVIAS VIOLETA
Steglitz

Entré en una bien abastecida tienda de especialidades gastronómicas porque me llamó la atención una clase especial de endivias violentas que se mostraban en el escaparate. La explicación del dependiente no me sorprendió: que la única clase apropiada para este plato era la humana —me había imaginado algo aún peor.

Se desarrolló una larga conversación sobre la forma de prepararlas, luego entramos en la cámara frigorífica donde vi hombres colgando de las paredes como conejos en una carnicería. El dependiente resaltó de un modo especial que se trataba en su totalidad de piezas cazadas y no de piezas engordadas en criaderos: «más delgadas, pero —y no lo digo por hacer publicidad— mucho más aromáticas». Las manos, pies y cabezas estaban en unos recipientes especiales y tenían hincadas las pequeñas tablillas de los precios.

Cuando subimos de nuevo la escalera, hice una observación: «No sabía que en esta ciudad la civilización estuviese tan desarrollada» —ante lo que el dependiente pareció titubear un instante para dar el asunto por terminado con una forzada sonrisa.

Ernst Jünger, Pesadillas (El corazón aventurero).