Elias Canetti

Él me robó la oreja izquierda. Yo le quité el ojo derecho. Él me escondió catorce dientes. Yo le cosí los labios. Él me coció el culo. Yo le cogí el corazón y se lo puse boca abajo. Él se comió mi hígado. Yo me bebí su sangre. Guerra.

Elias Canetti, La provincia del hombre.

El hombre que jamás ha recibido una carta.

Elias Canetti, La provincia del hombre.

Sería lindo a partir de una cierta edad, año por año, ir de nuevo empequeñeciendo y recorriendo hacia atrás aquellos mismos peldaños que una vez se escalaron con orgullo. La dignidad y la honra de la mayor edad seguirían, no obstante, siendo las mismas que son hoy; de modo que la gente absolutamente menuda, los muchachos de seis u ocho años, serían los más sabios y los más experimentados. Los más viejos monarcas serían los más pequeños; en general, habría sólo muy diminutos Papas; los obispos mirarían desde mayor altura a los cardenales y los cardenales al Papa. Ningún niño podría desear ya ser algo grande. La historia perdería en importancia en razón de su edad; se tendría la sensación de que los sucesos de hace trescientos años habrían acontecido entre criaturas semejantes a insectos, y el pasado tendría, finalmente, la dicha de no ser advertido.

Elias Canetti, Apuntes.