Los senos de aquella mujer, que sobrepasaban pródigamente a los de una Jane Mansfield, le hacían pensar en la pobreza de tener únicamente dos manos.
Edmundo Valadés, Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita.
Esas sirenas enloquecidas que aúllan recorriendo la ciudad en busca de Ulises.
Edmundo Valadés, Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita.