Un anciano ve un muerto sobre el que caía la claridad de la luna. Reúne gran número de animales y les dice:
—¿Cuál de vosotros, valientes, quiere encargarse de pasar el muerto o a la luna a la otra orilla del río?
Dos tortugas se presentan: la primera, que tiene las patas largas, carga con la luna y llega sana y salva con ella a la orilla opuesta; la otra, que tiene las patas cortas, carga con el muerto y se ahoga.
Por eso la luna muerta reaparece todos los días, y el hombre que muere no vuelve nunca.
Blaise Cendrars, Antología negra.