Hubo de ser poderosa la pregunta, intrincada y definitiva. Desgraciadamente, la he olvidado. Me consuela que, tal vez, la respuesta es el olvido. El único que podría ayudarme, Rodin, hace tiempo que me dejó solo, y así (parece) habré de seguir.
Benito Arias García, Fidelidad.
Subieron al mirador cruzando una maraña de calles sinuosas; desde allí admiraron el palacio rojo, la arboleda verde, el tornasolado cielo del crepúsculo. Una perfecta soledad los guarecía.
—¿Y qué sentiste entre mis brazos?
—Era como una lluvia de pétalos blancos.
—¿Has pensado en algo?
—Nada. En ti. En nada.
—¿Y en nada más?
—En ti, y en que pronto acabará nuestro sueño.
Efectivamente, los dos fantasmas se disiparon igual que la tarde.
Benito Arias García, Fidelidad.