Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
Augusto Monterroso, La oveja negra y demás fábulas.
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
Augusto Monterroso, La oveja negra y demás fábulas.
—¿No habrá una especie aparte de la humana —dijo ella enfurecida arrojando el periódico al bote de la basura— a la cual poder pasarse?
—¿Y por qué no a la humana? —dijo él.
Augusto Monterroso, Lo demás es silencio. La vida y la obra de Eduardo Torres.
Hoy me siento bien, un Balzac, estoy terminando esta línea.
Augusto Monterroso, Movimiento perpetuo.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso, Obras completas (y otros cuentos).
Manuscrito encontrado junto a un cráneo en las afueras de San Blas, S. B., durante las excavaciones realizadas en los años setenta en busca del llamado Cofre, o Filón
Algunas noches, agitado, sueño la pesadilla de que Cervantes es mejor escritor que yo; pero llega la mañana, y despierto.
Augusto Monterroso, La letra e. Fragmentos de un diario.
Contar la historia del día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo.
Augusto Monterroso, La letra e. Fragmentos de un diario.
En el terreno de cuatro metros por cuatro construyo desde el principio de los tiempos una Torre con todos los materiales posibles: piedra, cemento, hierro, ladrillo, vidrio, madera, adobe, paja y, principalmente, saliva; en lo más alto y coronándola, levantaré un antepecho de marfil, de un metro veinte de altura.
En la base se agitan esperando todos los idiomas: sánscrito, arameo, hebreo, griego, latín, español, italiano, francés, portugués, árabe, alemán, inglés, que en su oportunidad habrán de subir por entre retortas y alambiques hasta la cima, en donde un faro de tres milímetros de diámetro girará mezclándolos y convirtiéndolos en uno solo. Desde ahí, a partir de un momento dado, emitiré por el resto de los tiempos una única palabra:
—Auxilio.
Augusto Monterroso, La letra e. Fragmentos de un diario.
Envejezco mal —dijo; y se murió.
Augusto Monterroso, La letra e. Fragmentos de un diario.