Ambrose Bierce

EL LEÓN Y LA SERPIENTE DE CASCABEL

Un Hombre que se encontró un León en su camino, se disponía a domarlo mediante el poder del ojo humano. Por allí cerca se encontraba también una Serpiente de Cascabel ocupada en fascinar a un pajarito.

—¿Qué tal te va, hermano? —le gritó el Hombre al otro reptil sin desviar sus ojos del León.

—De maravilla —contestó la serpiente—. Tengo el éxito asegurado; mi víctima se me acerca más y más a pesar de sus esfuerzos.

—Y la mía —dijo el Hombre— se me acerca más y más a pesar de los míos. ¿Tú crees que es normal?

—Si tú crees que no —respondió el reptil como mejor pudo, con la boca llena de pájaro—, será mejor que lo dejes.

Media hora más tarde, el León, hurgándose los dientes con las garras, le dijo extrañado a la Serpiente de Cascabel que en toda su variada experiencia en el arte de ser domado, no había visto nunca a un domador que desistiera tan concienzudamente.

—Pero —añadió con una amplia, expresiva sonrisa— yo lo miraba a la cara.

Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

UN AGENTE Y UN ASESINO

Un Jefe de Policía al ver a un Agente que golpeaba a un Asesino se indignó mucho y le dijo que no lo hiciese nunca más bajo pena de expulsión.

«No sea tan duro conmigo —dijo el Agente sonriendo— le estaba pegando con una porra de trapo».

«Sin embargo, insistió el Jefe de Policía, ha sido una libertad que debió de ser muy desagradable, aunque no lo lastimase. Haga el favor de no repetirlo».

«Pero, dijo no obstante el Agente sonriendo, era un Asesino de trapo».

Al tratar de expresar su satisfacción, el Jefe de Policía estiró su diestra con tal violencia que se le rompió la piel del sobaco y un chorro de serrín salió de la herida. Era un Jefe de Policía de trapo.

Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

LA SOMBRA DEL LÍDER

Un Líder Político iba paseando un día de sol, cuando vio que su Sombra le abandonaba y se iba corriendo.

—Vuelve aquí, sinvergüenza, —le gritó.

—Si fuese sinvergüenza —respondió la Sombra, aumentando la velocidad— no te habría abandonado.

Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

UN ANTÍDOTO

Un Avestruz Joven se acercó a su Madre, gimiendo de dolor y con las alas cruzadas sobre el estómago.

—¿Qué has comido? —preguntó preocupada la Madre.

—No… nada. Un cuñete de clavos —fue la respuesta.

—¿Cómo? —exclamó la madre. ¡Un cuñete de clavos, a tu edad! ¿Te quieres morir? Corre, hijo mío, y trágate un martillo de orejas.

Ambrose Bierce, Fábulas fantásticas.

LA ZORRA Y LAS UVAS

Una Zorra, al ver unas uvas agrias que colgaban a dos centímetros de su nariz e incapaz de admitir que pudiera haber algo que ella no se comiese, declaró solemnemente que estaban fuera de su alcance.

Ambrose Bierce, Esopo enmendado.

EL HOMBRE Y SU OCA

—Veamos esos valiosos huevos de oro —dijo un Hombre que poseía una Oca—. Sin duda una Oca que pone tales huevos debe llevar una mina de oro dentro.

Así pues mató la Oca y la descuartizó, pero encontró que era igual que cualquier otra Oca. Además, al examinar los huevos que había puesto, encontró que eran iguales que todos los demás huevos.

Ambrose Bierce, Esopo enmendado.