«¡Tú, a caballo!
—¿Y por qué no? ¡Tantas veces galopé
montado en el lebrel del dueño de Linlithgow!».
Balada escocesa
Estando yo sentado, capturé en la sombra de mis cortinas a la furtiva mariposa nacida de un rayo de luna o de una gota de rocío.
¡Falena palpitante que, para liberar sus cautivas alas de mis dedos, me pagaba un rescate de perfumes!
Y de repente, el insecto vagabundo se echó a volar, dejando en mi regazo —¡qué horror!— una larva monstruosa y deforme, con cabeza humana.
«¿Dónde está tu alma, para que yo cabalgue en ella? —Mi alma, hacanea coja por el cansancio del día, reposa ahora en el lecho dorado de los sueños».
Y mi alma se escapaba espantada, a través de la pálida tela de araña del crepúsculo, por encima de negros horizontes dentados por negros campanarios góticos.
Pero el enano, colgado de su huida cuajada de relinchos, se envolvía como un huso en el copo de sus blancas crines.
Aloysius Bertrand, Gaspard de la Nuit.
Todo en aquella habitación seguía en el mismo estado,
excepto los tapices, que estaban hechos trizas;
y las arañas, que tejían sus telas entre el polvo.
Walter Scott, Woodstock.
Los venerables personajes de la tapicería gótica, movida por el viento, se saludaron uno a otro y mi bisabuelo entró en la habitación. ¡Mi bisabuelo muerto pronto hará ochenta años!
Ahí, fue ahí, en ese reclinatorio, donde se arrodilló mi bisabuelo el Consejero, besando con su barba ese amarillo misal, abierto por donde señala esa cinta.
Masculló unas oraciones mientras duró la noche, sin descruzar ni un momento los brazos de su muceta morada, sin desviar la mirada hacia mí, que soy su posteridad y que me hallaba acostado en su lecho, en su polvorienta cama con dosel.
Y reparé con espanto en que sus ojos estaban vacíos aun cuando pareciese que estaban leyendo; en que sus labios permanecían inmóviles, aunque yo lo oyera rezar; en que sus dedos eran sólo huesos, pese a estar cubiertos de piedras preciosas.
Y yo me preguntaba si estaría despierto o dormido, si aquello era efecto de la palidez de la luna, o de Lucifer, y si era medianoche o el despuntar del día…
Aloysius Bertrand, Gaspard de la Nuit.