En resolución, don Pedro se enfrascó tanto en la lectura del Quijote que del poco dormir y del mucho releerlo se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio, dando en el más extraño pensamiento que dio loco en el mundo: decidió proseguir, por los desmontes de su tierra, las hazañas del caballero cervantino.
A. White, El ingenioso hidalgo don Pedro de la Caballa.