Mayo de 1997.
En algún lugar de la Roca.
El jefe del contraespionaje gibraltareño, Alí ben Heredia Smith, se sentó consternado frente a su jefe, el premier de la Roca (no el señor Roca) y, entre gimoteos, alcanzó a balbucear con rancio acento llanito (little flat accent):
—¡Zeñó permié, he fracazao!
El alto dignatario, moreno y más bien bajito, alzando la vista sobre la montaña de productos duty-free que abarrotaban su mesa, susurró de mala gana…
—Qué paza ahora, Alí bé, que me tiene jarto.
—Pues ná, lo de siempre zeñó permié, que lo del SESÍ han pillao un nuevo código de clave y no entiendo una palabra de lo que escucho. ¡Y eso que mire uzté que hablan lo tío!
—A vé, Alí bé, póngame esa gabrasió…
—Zi zeñó, ezto é lo úrtimo que tengo de cuando er precidente epañó vicitó Doñana con su’poza.
—¿Con mi’poza?
—No, zeñó permié, con zu’poza de él.
Con un dedo tembloroso y su correspondiente uñita negra, Alí ben Heredia Smith pulsó la tecla de su minigrabadora de contraespionaje avanzado modelo SPAI 2000 y la voz ligeramente alterada de dos conocidos miembros del CESID retumbó en la habitación.
Hombre 1: —Where is the ordermore? (¿Dónde está el mandamás (por presidente)?)
Hombre 2: —He gave himself the can. (Se dio el bote).
Hombre 1: —Walk now! (¡Anda ya!)
Hombre 2: —Like you hear it. (Como lo oyes).
Hombre 1: —And his saint? (¿Y su santa?)
Hombre 2: —The relative opened herself too. (La parienta se abrió también).
Hombre 1: —And in the meantime we are in the fig tree. (Y mientras nosotros en la higuera).
Hombre 2: —It is true, our hair is going to fall. (Es verdad, se nos va a caer el pelo).
Hombre 1: —We are going to pay the duck, uncle. (Vamos a pagar el pato, tío).
Hombre 2: —Baskets! (¡Canastos!)
De un manotazo el premier paró la grabación y gritó desesperado
—¡En qué demonio hablan ezto tío!
—Yo creo que en inglé, zeñó permié —gimió Alí ben.
—Que é inglé te lo digo yo zaborío, que para ezo é nuestra lengua matenna. Pero eze inglé está codificao con artízima tecnología.
—Ezo é lo que penzaba, zeñó permié.
—¡Tú qué va a penzá, qué va a penzá tú!…
Sin más, el premier, optó por descolgar el teléfono rojo clarito y llamar al MI5 británico. Necesitaba ayuda, estaba perdido, estaba hundido y, sobre todo, cabreao.
Así fue cómo, utilizando el genuino inglés de alta escuela cañí, el dialecto «fromlostiano», el CESID, sin saberlo, burló a Alí ben Heredia Smith.
¿Que dónde habían ido el presidente y señora? Pues a tomarse unas cañitas al Puerto de Santa María, que se había quedado muy buena tarde.